CRECEN LAS TENSIONES (18)
Ucrania, Canadá y los banderistas
En artículos anteriores de esta serie, ya vimos como los banderistas –colaboradores ucranianos de los peores crímenes perpetrados por los nazis en Ucrania y en Polonia– lograron alcanzar el poder en Kiev. Hoy veremos cómo, a lo largo de 80 años, inmigrantes ucranianos banderistas se incrustaron en el Partido Liberal canadiense, al extremo de lograr poner a uno de los suyos en el segundo puesto más importante en el gobierno del actual primer ministro, Justin Trudeau.
Este artículo da continuación a los trabajos
1. «Rusia quiere obligar Estados Unidos a respetar la Carta de la ONU», 4 de enero de 2022.
2. «Washington prosigue en Kazajastán el plan de la RAND Corporation, que ya continúa en Transnistria», 11 de enero de 2022.
3. «Washington se niega a escuchar a Rusia y a China», 18 de enero de 2022.
4. «La increíble sordera de Washington y Londres», 1º de febrero de 2022.
5. «Washington y Londres tratan de mantener su dominación sobre Europa», 8 de febrero de 2022.
6. «Dos interpretaciones sobre la cuestión de Ucrania», 16 de febrero de 2022.
7. «Washington hace sonar el clarín pero sus aliados retroceden», 22 de febrero de 2022.
8. «Vladimir Putin en guerra contra los “straussianos”», 5 de marzo de 2022.
9. «“Banda de drogadictos y de neonazis”», 6 de marzo de 2022.
10. «Estupor de Israel ante los neonazis ucranianos», 9 de marzo de 2022.
11. «Ucrania, otra gran manipulación», 22 de marzo de 2022.
12. «El Nuevo Orden Mundial que nos preparan con el pretexto de la guerra en Ucrania», 29 de marzo de 2022.
13. «Propaganda de guerra bajo una nueva forma», 5 de abril de 2022.
14. «La alianza entre el MI6, la CIA y los banderistas», 12 de abril de 2022.
15. «El fin de la dominación occidental», 19 de abril de 2022.
16. «Ucrania y la Segunda Guerra Mundial como conflicto inconcluso», 26 de abril de 2022.
17. «La esperanza de Washington: prolongar la guerra en Ucrania para recobrar su estatus de hiperpotencia», 3 de mayo de 2022.
Los primeros extranjeros que llegaron a Ucrania para luchar contra las fuerzas rusas, en febrero de 2022, eran canadienses. El primer oficial extranjero arrestado en Ucrania por los soldados rusos –el 3 de mayo– fue un general canadiense. Esos dos hechos indican que, a pesar de su situación geográfica, considerablemente alejada de Ucrania –a más de 6 000 kilómetros–, Canadá está muy implicado en el actual conflicto.
En este artículo mostraré como, desde el inicio de la Segunda Guerra Mundial, todos los gobiernos liberales canadienses respaldaron a los banderistas ucranianos. Durante aquel conflicto, esos gobiernos canadienses “apostaban a dos caballos” –luchando públicamente contra los nazis mientras que seguían apoyando a los banderistas, quienes a su vez colaboraban con los nazis. Peor aún, el actual primer ministro liberal de Canadá, Justin Trudeau, tiene como viceprimer ministro a Chrystia Freeland, nieta de un conocido propagandista banderista cuyos pasos ella misma siguió desde muy joyen.
Las conexiones entre la CIA estadounidense y los nazis caracterizaron el periodo de la guerra fría, sólo salieron a la luz en 1975, con el trabajo de las comisiones del Congreso encabezadas por Pike, Church y Rockfeller, y no terminaron hasta el mandato del presidente James Carter.
Pero, en Canadá, los vínculos del Partido Liberal con los banderistas ucranianos aún se mantienen, al extremo que –fuera del caso de Ucrania– Canadá es el único país del mundo que tiene actualmente un ministro banderista, quien además ocupa el segundo puesto más importante en la jerarquía gubernamental canadiense.
En 1940, o sea estando el Reino Unido en guerra pero con Estados Unidos todavía fuera del conflicto, el gobierno del primer ministro liberal canadiense William King creó el Ukrainian-Canadian Congress (UCC) para apoyar a los inmigrantes ucranianos antibolcheviques frente a los ucranianos prosoviéticos reunidos en la Association of United Ukrainian-Canadians (AUUC) y también contra los judíos del Canadian Jewish Congress (CJC). El gobierno canadiense procedió entonces al cierre de bibliotecas prosoviéticas y de sinagogas.
Es importante saber que el Partido Liberal de Canadá no fue creado para promover el individualismo frente a las ideas conservadoras sino en contra del ideal republicano [1].
Durante la Segunda Guerra Mundial, el primer ministro liberal William King (William Lyon Mackenzie King), quien gozaba de gran apoyo entre los electores, fue intensamente abucheado por los soldados canadienses cuando los visitó en Europa. El Partido Liberal de Canadá siempre ha defendido posiciones antirrusas, posiciones que hasta 1991 presentaba como antisoviéticas, y siempre interpretó el cristianismo como obligatoriamente contrario al judaísmo.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, Canadá fue el principal refugio de los fugitivos banderistas –que habían colaborado con la ocupación nazi– y de los nazis originarios de las repúblicas bálticas. Entre los más de 35 000 inmigrantes ucranianos vinculados a los banderistas que llegaron entonces a Canadá estaban Volodimir Kubijovyc y Mykhailo Khomiak –quien ya en Canadá se hizo llamar «Michael Chomiak»–, editores de Krakivs’ki Visti, el diario nazi más importante de Europa Central.
Michael Chomiak, quien había trabajado directamente bajo las órdenes de Goebbels, el ministro de la Propaganda de Hitler, nunca renegó de su pasado como colaborador de los nazis. Y fue este individuo quien educó a su nieta, Chrystia Freeland, la hoy viceprimer ministro de Canadá.
Lejos de condenar los crímenes de los banderistas, Chrystia Freeland debutó en el periodismo, a los 18 años, trabajando para la Encyclopedia of Ukraine redactada por el ya mencionado Volodimir Kubijovyc y hoy disponible en internet. Chrystia Freeland trabajó después en el diario de los banderistas canadienses, The Ukrainian News, y en The Ukrainian Weekly, publicación de los banderistas estadounidenses, vinculados al Bloque Antibolchevique de Naciones (ABN) y a la CIA. Durante los últimos años de la URSS, Chrystia Freeland viajó a ese país. Dirigiéndose al gobierno canadiense, las autoridades soviéticas investigaron su historial de respaldo a los banderistas y prohibieron a Chrystia Freeland regresar a la Unión Soviética. Sin embargo, después de la disolución de la URSS, Chrystia Freeland se convirtió en jefa de la oficina del Financial Times en Moscú. Más tarde pasó a ser redactora-jefe adjunta del Globe and Mail y redactora-jefe de Thomson Reuters Digital.
En sus artículos y libros [2], Chrystia Freeland se apropia de dos temas heredados de su abuelo banderista Michael Chomiak:
Critica a los ultra-ricos mencionando casi exclusivamente los casos de judíos y
se aferra prácticamente a cualquier cosa para criticar duramente la URSS, arremetiendo después contra Rusia.
Hay que recordar que el fascismo fue una respuesta a la crisis económica de 1929. Esa respuesta proponía una alianza nacionalista de clase por corporación. Los nazis y los banderistas agregaron a aquella respuesta una terrible dimensión racial. Al arremeter contra los súper ricos, Chrystia Freeland aborda, con toda razón, el principal problema de hoy. Actualmente, la finanza es lo único que aporta ganancias mientras que la producción está en crisis. Pero Chrystia Freeland se desvía insidiosamente hacia una lectura racial del problema al señalar que la proporción de judíos entre los súper ricos es mucho más importante que en el resto de la población y dejando entrever que esa correlación es significativa.
En 1991, el diputado liberal canadiense de origen polaco-ucraniano Borys Wrzesnewskyj lanza una iniciativa para que Canadá sea el primer país del mundo en reconocer la independencia de Ucrania. Utilizando la fortuna de su familia –propietaria de las panaderías Future Bakery–, Borys Wrzesnewskyj crea un servicio destinado a proporcionar “información” sobre Ucrania a los miembros del parlamento canadiense. Wrzesnewskyj financia también la creación de archivos, por los ya mencionados Volodimir Kubijovyc y “Michael Chomiak” –el abuelo de Chrystia Freeland– quienes recopilan documentos sobre los nacionalistas ucranianos en la Segunda Guerra Mundial. Pero la Encyclopedia of Ukraine no es un trabajo científico sino un esfuerzo por rehabilitar a los banderistas colaboradores de los nazis y una verdadera falsificación de la historia. Utilizando nuevamente las relaciones de su familia, Borys Wrzesnewskyj introduce a Viktor Yushchenko, futuro presidente de Ucrania, en el mundo de la política en Canadá.
En 1994, el primer ministro liberal Jean Chretien negocia un Tratado de Amistad y Cooperación entre Canadá y Ucrania y, en 1996, ya incluso propone que Ucrania se convierta en miembro de la OTAN.
En enero de 2004, el gobierno de Canadá, encabezado otra vez por un primer ministro liberal, Paul Martin, colabora con Washington en el montaje de la llamada «revolución naranja». En Kiev, el embajador de Canadá, Andrew Robinson, organiza reuniones de sus colegas de 28 países para poner en el poder a Viktor Yushchenko. El objetivo era torpedear la política del presidente Leonid Kuchma, quien había aceptado el gas ruso en vez de favorecer los trabajos de prospección de Estados Unidos en el Mar Caspio [3].
El embajador de Canadá financia además el sondeo del Centro Ucraniano de Estudios Económicos y Políticos Oleksandr Razumkov, sondeo que afirmará que la elección presidencial ucraniana estaba “arreglada”. Canadá subvenciona también, con 30 000 dólares, la asociación Pora!, encabezada por el estratega de la OTAN Gene Sharp [4].
Basándose únicamente en el sondeo del Centro Razumkov, la asociación Pora! organiza manifestaciones callejeras en Ucrania, se anula la elección presidencial y se organiza una nueva. Canadá dedica entonces 3 millones de dólares al envío de 500 “observadores” que se encargarán de “seguir” la nueva elección. Esta tendrá como ganador al perdedor de la elección anulada, Viktor Yushchenko. Al montar su equipo de gobierno, Yushchenko nombra consejero especial a Vladislav Kaskiv, líder de Pora! y empleado del magnate George Soros. ¿Y quién será su ministro de Defensa? Anatoliy Gritsenko, un militar formado en Estados Unidos y además presidente del Centro Razumkov.
El diputado liberal canadiense Borys Wrzesnewskyj estuvo especialmente activo durante la «revolución naranja». Su hermana, Ruslana, era amiga íntima de la esposa de Yushchenko y Borys Wrzesnewskyj invirtió al menos un cuarto de millón de dólares canadienses para incentivar el movimiento favorable a Yushchenko, además de utilizar su apartamento en el centro de Kiev para coordinar las manifestaciones entre la elección presidencial anulada y la nueva elección. Los manifestantes movilizados por Pora! incluso coreaban «¡Canadá!» y agitaban banderas de ese país.
Chrystia Freeland inició su carrera política en 2013, en el Partido Liberal. Fue electa diputada de Toronto. En 2014, apoyó la llamada «revolución de la dignidad», o sea el putsch banderista de la Plaza Maidan, también llamado EuroMaidan, y se reunió con sus protagonistas. Posteriormente, Chrystia Freeland se pronunció contra la independencia de Crimea y se reunió con el líder tártaro Mustafá Yemilev, conocido como espía de Estados Unidos en tiempos de la guerra fría. Finalmente, el presidente ruso Vladimir Putin prohibió la entrada de Chrystia Freeland en Rusia.
En 2015, el primer ministro liberal Justin Trudeau nombró a Chrystia Freeland ministro de Comercio Exterior, en 2017 la nombró ministro de Exteriores, en 2019 la ascendió a ministro de Asuntos Intergubernamentales, con rango de viceprimer ministro y posteriormente, en 2020, puso en sus manos el ministerio de Finanzas.
En 2014, el conservador John Baird, ministro de Exteriores, se presenta en la plaza Maidan y se reúne con los principales cabecillas de las manifestaciones antigubernamentales. Hasta la propia televisión canadiense consideró entonces que Baird daba así un sólido argumento al presidente ruso Vladimir Putin, quien declaraba que la «revolución» de la Plaza Maidan en realidad era una manipulación occidental.
De hecho, la portavoz de la embajada de Canadá en Kiev, Inna Tsarkova, era una de las responsables del movimiento llamado EuroMaidan. La embajada de Canadá, situada junto a la Plaza Maidan, servía incluso de refugio a los manifestantes, que simple y llanamente acamparon en los predios de la sede diplomática durante al menos una semana. Allí se refugiaron los miembros del grupo neonazi C14 [5] durante el grave estallido de violencia del 18 de febrero.
El 17 de julio de 2014, cuando el vuelo 17 de Malaysia Airlines es derribado en Ucrania, la Organización de la Aviación Civil Internacional (OACI), con sede en Montreal, envía cuatro inspectores al lugar del desastre. Sin esperar siquiera el inicio de la investigación, Chrystia Freeland emprende una campaña internacional de acusación contra Rusia. Posteriormente utilizará su posición como ministro canadiense para echar leña al fuego y extender esa campaña.
Después del derrocamiento del Viktor Yanukovich, presidente electo de Ucrania pero estigmatizado en Occidente como «prorruso», Canadá pone en marcha la operación UNIFIER (Canadian Armed Forces Joint Task Force-Ukraine), cuyo objetivo oficial es formar a los militares ucranianos y desarrollar su policía militar. La operación se desarrolla en realidad bajo las órdenes de Londres y de Washington e incluye el envío de 200 instructores y de material militar considerado «no letal». UNIFIER termina el 13 de febrero de 2022, justo antes de la «operación militar especial» rusa, para evitar poner a Canadá en situación de guerra.
En 8 años, Canadá ha aportado a Ucrania «ayudas» por valor de cerca de 900 millones de dólares.
En 2016, el primer ministro liberal de Canadá, Justin Trudeau, recibió con los mayores honores a Mustafá Yemilev, personaje con quien su segunda, Chrystia Freeland, ya se había reunido. En agosto de 2015, Mustafá Yemilev se había convertido en “emir” de una «Brigada Musulmana Internacional», cofinanciada por Turquía y Ucrania, para “recuperar” la península de Crimea, reincorporada a la Federación Rusa por voluntad de sus habitantes [6].
En esa misma época, Chrystia Freeland negocia el Acuerdo de Libre Comercio entre Canadá y Ucrania.
En 2017, cuando el sitio web Russia Insider revela el pasado criminal de su abuelo al servicio del III Reich y los estrechos vínculos personales que ella misma mantiene con los banderistas, Chrystia Freeland niega los hechos y afirma que todo eso es «propaganda rusa». Sin embargo, el pasado 27 de febrero, Freeland se exhibe en público con un grupo de banderistas de la Unión de Nacionalistas Ucranianos (OUN-B) en una manifestación contra la intervención militar rusa. La foto que ella misma había publicado fue rápidamente retirada de su cuenta en Twitter.
En respuesta al inicio de la operación militar rusa en Ucrania, Canadá –como sus socios de la OTAN– modificó de inmediato su propio presupuesto y reservó 500 millones de dólares al ejército ucraniano –banderistas incluidos. Utilizando esos 500 millones de dólares, el gobierno canadiense ya ha enviado a Ucrania:
ametralladoras, pistolas, carabinas, un millón y medio de balas, fusiles de alta precisión y otro equipamiento para francotiradores (14 de febrero);
dispositivos de visión nocturna, cascos y chalecos blindados (27 de febrero);
100 cañones sin retroceso Carl Gustav M2 y 2 000 proyectiles para cañones de 84 milímetros (28 de febrero);
390 000 raciones individuales de campaña y alrededor de 1 600 indumentarias de protección contra metralla (1º de marzo);
4 500 lanzacohetes M-72 y 7 500 granadas de mano así como una suscripción a imágenes satelitales comerciales por valor de un millón de dólares (3 de marzo);
cámaras para drones de vigilancia (9 de marzo);
cañones M777 y municiones para ese tipo de artillería así como municiones adicionales para el arma antiblindados Carl Gustav M2 (22 de abril);
8 vehículos blindados de tipo comercial y un contrato de servicio para el mantenimiento y reparación de cámaras especializadas utilizadas en drones (26 de abril).
Además, Canadá inició la formación de militares ucranianos en el uso de los cañones M777.
El 2 de marzo, el primer ministro canadiense Justin Trudeau, quien cree todo lo que viene de Estados Unidos, logró que una veintena de países firmaran una declaración donde se denuncia la “desinformación rusa” [7]. Lo que se busca es impedir la difusión de información sobre los banderistas ucranianos y canadienses.
El 10 de marzo, Canadá logró también que unos 30 de países firmaran otra declaración donde –muy orwellianamente– se regocijan, ¡en nombre de la “libertad de prensa”!, por las medidas de censura aplicadas en Occidente contra la televisora informativa Russia Today y contra la agencia Sputnik, dos órganos públicos de prensa rusos.
Desde que los banderistas tomaron el poder en Kiev, Canadá ha adoptado sanciones contra más de 900 personalidades y empresas rusas y contra opositores ucranianos. A esa lista de “sancionados”, Ottawa acaba de agregar ahora varias personalidades cercanas al presidente ruso y miembros de sus familias.
A pesar de sus declaraciones de principios sobre la igualdad de derechos entre todas las personas, Canadá apoya sin reservas a los banderistas, defensores de la superioridad racial de los ucranianos sobre los rusos.
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