LA EDUCACIÓN BANCARIA, UNA HERRAMIENTA DE OPRESIÓN
Por: Gerardo Jiménez Ávalos
Los opresores se han cuidado de no despertar la conciencia de los oprimidos, a fin de mantener el poder y el control sobre ellos.
LA CONCEPCIÓN “BANCARIA” DE LA EDUCACIÓN
La educación del sistema opresivo tiene su verdadera manifestación en la llamada educación de tipo bancario, que se caracteriza por el predominio de la narración sobre la discusión, del discurso y la disertación, en la cual, los educandos sólo son sujetos receptores pasivos de la misma y, aún más, adormilados y enajenados, donde el razonamiento y el trabajo intelectual no tienen lugar en la mente del alumno.
El principal agente indiscutible, representante de este sistema es el educador, quien tiene como única tarea la de llenar a los estudiantes con su narración de una realidad personal e incompleta, transportada en una disertación de palabras huecas, sin sentido ni fondo. Y que no es más que un verbalismo alienado y alienante, que se traduce en un sonido carente de significado, y que, como tal, sería mejor el silencio. En muchos de los casos, el mismo educador desconoce la función que desempeña en la larga cadena de sometimiento, de la que sólo es un eslabón más. Se puede considerar que ello es debido a que la mayoría de nosotros hemos sido formados, mejor aún, condicionados por ese método sojuzgante que ha servido al imperialismo educativo.
Otro de los elementos que hay que considerar en este tipo de enseñanza, es el uso de la memorización mecánica del contenido de la narración, donde la reflexión no se considera, mucho menos la discusión, que es el crisol de la pedagogía problematizadora, pero esto no conviene a la de carácter tiranizante, que transforma a los educandos en simples depósitos en donde el educador no educa ni enseña, sólo deposita lo estrictamente necesario y que sea útil a los opresores. Al respecto, Freire dice que, “En vez de comunicarse, el educador hace comunicados y depósitos que los educandos, meras incidencias, reciben pacientemente, memorizan y repiten. Tal es la concepción ‘bancaria' de la educación, en que el único margen de acción que se ofrece a los educandos es el de recibir los depósitos, guardarlos y archivarlos. Margen que sólo les permite ser coleccionistas o fichadores de casos que archivan”.
El esquema de la educación de tipo “bancaria” se polariza entre un “saber” y la ignorancia, donde los que se auto – proclaman como sabios hacen una donación “generosa” de sus conocimientos a los que son considerados como ignorantes. En esto se basa uno de los instrumentos de la ideología de la opresión: en la absolutización de la ignorancia, que se concentra en el extremo donde se ubican los educandos.
Por tal causa, “la educación debe comenzar por la superación de la contradicción educador educando”. En este sentido se requieren conciliar los polos de esta dualidad, para que ambos se transformen de manera simultánea, en educadores y educandos.
CARACTERÍSTICAS DE LA EDUCACIÓN BANCARIA
Algunas de las características de la educación bancaria, según Paulo Freire, son las siguientes:
• El educador es siempre el que educa; el educando el que es educado.
• El educador es quien sabe; los educandos quienes no saben.
• El educador es quien piensa, el sujeto del proceso; los educandos son los objetos pensados.
• El educador es quien habla; los educandos quienes escuchan dócilmente.
• El educador es quien disciplina, los educandos los disciplinados.
• El educador es quien opta y prescribe su opción; los educandos quienes siguen la prescripción.
• El educador es quien actúa; los educandos son aquellos que tienen la ilusión de que actúan, en la actuación del educador.
• El educador es quien escoge el contenido pragmático; los educandos a quienes jamás se escuchan, se acomodan a él.
• El educador identifica la autoridad del saber con su autoridad funcional, la que se opone antagónicamente a la libertad de los educandos. Son éstos quienes deben adaptarse a las determinaciones de aquél.
• Finalmente, el educador es el sujeto del proceso; los educandos, meros objetos.
Como se puede ver, con esta clase de pedagogía bancaria se fomenta y desarrolla la pasividad e ingenuidad de los educandos, pero esto es con el sólo propósito de moldearlos, adaptándolos a los mezquinos intereses de la tiranía opresora. Aquí, los seres humanos dejan de serlo para convertirse en simples objetos, pierden su identidad personal como sujetos, se anulan sus derechos, pero subsisten sus obligaciones.
Esto es así, porque la educación dominante de carácter bancaria, es usada como un instrumento de dominio hecho para sojuzgar a las masas, dejándolas inermes e indefensas a merced de la clase sojuzgante. Por lo mismo, esta pedagogía no está diseñada para liberar, “su ánimo, alega Freire, es justamente lo contrario: el de controlar el pensamiento y la acción, conduciendo a los hombres a la adaptación al mundo”. Pero no es al mundo real de la libertad, sino al inframundo de la dominación oscurantista al que son sometidas las mentes educadas a la conveniencia de los opresores.
Desde la más temprana edad los alumnos son sometidos a un lavado cerebral que borra todo vestigio de crítica reflexiva. Son violentados sus más elementales derechos de expresión y manifestación de las ideas propias, porque si alguno se expresa, no es de motu propio, sino que sólo repite las ideas y pensamientos que otro ha depositado en él, sólo es el eco de los que hablan y piensan por él.
Como se puede deducir, no está en los opresores el deseo de que los oprimidos alcancen la libertad, antes bien, lo rechazan. Por esta razón, no podemos esperar que de ellos venga el cambio o la destitución de la llamada educación bancaria, pues esto equivaldría a renunciar a su status de elite dominadora y a los privilegios que de esa condición se derivan.
Por todo esto, a quienes corresponde la misión de destruir a la concepción educativa bancaria y a sus nefastos resultados, es a los humanistas de la sociedad revolucionaria, que de ningún modo deben ser los herederos de aquella, pues sería tanto como negarse a sí mismos la oportunidad de ser libres, y eso debe partir de una nueva idea de la educación que dé curso a la discusión del pensamiento y del trabajo intelectual desarrollado conjuntamente por educadores y educandos.
La verdadera educación revolucionaria y liberadora se debe sustentar y surgir de la problematización de los hombres en sus relaciones con el mundo y con ellos mismos. Esta pedagogía, en contraposición a la de carácter bancaria, emana de la esencia del ser de la conciencia, que proyecta su intencionalidad, “en ese sentido, asevera Paulo Freire, la educación liberadora, problematizadora, ya no puede ser el acto de depositar, de narrar, de transferir o de transmitir ‘conocimientos' y valores a los educandos, meros pacientes, como lo hace la educación ‘bancaria', sino ser un acto cognoscente”.
DIFERENCIAS ENTRE LA EDUCACIÓN BANCARIA Y LA PROBLEMATIZADORA
La educación bancaria y la problematizadora, debido a que son sistemas antagónicos, presentan puntos que se oponen entre sí, tal y como se muestra enseguida:
• La educación bancaria insiste en mantener ocultas ciertas razones que explican la manera como están siendo los hombres en el mundo modificando la realidad.
• La educación problematizadora, comprometida con la liberación, busca la desmitificación.
• La primera se opone al diálogo, mientras que la segunda tiene en éste la relación indispensable con el acto cognoscitivo que descubre la realidad.
• La primera es asistencial, la segunda es crítica.
• La primera es instrumento de la dominación que inhibe el acto creador; no puede eliminar la intencionalidad de la conciencia, pero sí la domestica negando a los hombres en su vocación ontológica e histórica de humanizarse.
• La segunda, como servidora de la liberación, se sustenta en el acto creador, estimulando la reflexión que induce a los hombres a su vocación de búsqueda y transformación creadora.
• La concepción y práctica bancaria desconocen a los hombres como seres históricos; en tanto que la de carácter problematizadora emana de esa condición histórica e historicidad de los hombres, y como tal, los reconoce como seres que están en proceso de ser, como seres inacabados, inconclusos, en una realidad que siendo histórica, es también tan inacabada como ellos.
CONCLUSIÓN
Los métodos de opresión revisten diversas formas que van desde los más burdos y violentos hasta los más sofisticados, pasando por la demagogia que es una de las más comunes.
Entre los primeros tenemos al uso de la fuerza a través de las armas, y que es propio de las dictaduras y las conquistas, en las cuales se somete al hombre de manera coactiva por medio de la violencia física.
En cuanto a los sistemas demagógicos, lo más usual es el engaño, la mentira y el uso del fraude para mantener el poder político de las clases gobernantes.
Por lo que se refiere a este último, también puede servirse de métodos sofisticados para adueñarse de la voluntad de la gente, imponiéndoles modelos y patrones de conducta ajenos a su idiosincrasia, distorsionando los valores y principios que le son propios a cada pueblo. Esto se hace utilizando diferentes medios, a saber:
• Prensa.
• Radio.
• Cine.
• Televisión.
• Libros.
• Revistas.
• Modelos educativos.
Es evidente que la mayoría de estos medios sirven y pertenecen a los magnates que son parte de la clase opresora, y todo lo que en ellos se publica o se exhibe es parte de la campaña de dominación.
Continuamente hemos escuchado hablar de la libertad de expresión y el derecho a la información; pero la libertad de expresión ¿de quién? ¿Del pueblo? ¿De las masas? ¿Del oprimido? ¿Cualquiera puede tomar un micrófono, una pluma o estar frente a las cámaras de video para decir y expresar lo que piensa y siente o simplemente hablar? ¡Claro que no! Entonces, ¿cuál libertad de expresión? Los mismos que se escandalizan y rasgan sus vestiduras cuando alegan que se ha pisoteado su libertad de expresión, al verse afectados sus intereses personales, y que son los dueños o poseedores de esos medios informativos, son los mismos que violentan e impiden de manera unilateral el derecho que tienen los demás de manifestarse y exteriorizar sus opiniones, ¡cuánta hipocresía!.
El derecho a la información es otra gran falacia de esta cultura opresiva, pues lo que hace es desinformar, ocultando la verdad, y esto es así debido a que el objetivo es precisamente ese: el no informar.
Tal como se deduce de lo antes expuesto, todo ello es reflejo, o mejor aún, la extensión de los brazos de la tiranía opresora, pues en los medios informativos se sintetizan las características de aquella y de la educación bancaria, donde unos son los depositantes y otros los depositarios.
Esta breve reflexión sobre los medios de comunicación no trata de descalificarlos, ya que éstos no se pueden considerar como negativosper se, sino del uso que de ellos se hace, que también pueden ser positivos, porque así como son utilizados por los opresores para sojuzgar, asimismo pueden ser empleados para los fines de la pedagogía del oprimido. De ahí la importancia de éstos para cualquiera que se sirva de ellos.
Pero volviendo a la viabilidad o no de la pedagogía del oprimido, tal como lo plantea Paulo Freire, consideramos que su aplicación y resultados pueden ser parciales o casi nulos, ello, independientemente de que se le considere como algo utópico o no.
Si bien es cierto que se requiere que los oprimidos tomen conciencia clara de su condición y que reflexionen sobre ello, eso no es suficiente en tanto que sus contrapartes, los opresores, no comprendan a su vez, que la libertad es un ejercicio que se debe practicar en comunidad con todos los interesados, y no sólo unos cuantos que harían vano cualesquier intento por conseguirla.
Por eso es importante el involucramiento de todos los actores en controversia, porque de no ser de esta manera, siempre alguien estará en uno de los dos extremos, ya sea como opresor o como oprimido. El uno verá al otro como el enemigo a vencer, del que hay que liberarse o al que hay que oprimir.
Ello traería consigo una cadena interminable de ciclos, en los cuales únicamente se daría la alternancia de unos ocupando el lugar de los otros, pero sin alcanzar la verdadera libertad, porque la opresión se mantiene vigente, se mantiene inmutable, aunque con diferente nombre, pero con el mismo objetivo tiránico.
Por esa causa, proponemos la creación de una nueva pedagogía que conjunte y concilie ambos polos, en un método al que se le podría denominar: “La Pedagogía del Opresor y del Oprimido para la Liberación del Género Humano”.
Claro que esto es muy fácil decirlo, mas no así llevarlo al terreno de la práctica, puesto que se precisa de líderes revolucionarios con grado sumo de humanismo, ajenos al odio y al rencor, que puedan sentir amor, tanto por los tiranos como por las víctimas de la opresión, en una palabra: que ame a la humanidad.
Para alcanzar una meta, en este caso, la liberación, no se debe, no se puede, iniciar con el enfrentamiento de dos fuerzas opuestas, que al ser antagónicas, si domina una, pasará por encima de la otra, pisoteándola, destruyéndola, o sea, vencedores los unos y vencidos los otros, llegando a ser, a la postre, los sinónimos de opresores y oprimidos en un círculo vicioso que nunca termina.
En todo caso, es mejor que, en lugar de contraponer y antagonizar esas fuerzas, se adjunten y se coadyuven, formando una sola con la finalidad de buscar y encontrar el bien común en la libertad de ambas.
Porque, ¿hasta dónde puede llegar la ambición de acumular riquezas a costa de los demás, de su sangre y de su vida? Y aquellos, los sojuzgados, los parias, los olvidados del mundo, ¿hasta cuando podrán soportar llevar sobre sus lomos el peso de la tiranía?
Generaciones van y generaciones vienen, y siempre lo mismo, los pocos sobre los muchos y los muchos bajo los pocos que los someten a su antojo y dominio. Antes de una manera y hoy de otra, pero la condición del hombre no cambia, revoluciones aquí y allá. Los revolucionarios son los que pierden, los que mueren, los mártires y los tiranos sobreviven, permanecen, luego, después que han matado a los primeros usurpan sus nombres, mas no sus ideales, y así mismos se nombran revolucionarios, pero se embriagan con la sangre de aquellos, de los verdaderos. Con todo lo anterior, ¿habrá quién no pueda guardar rencor y odio hacia sus dominadores? ¿Podrá existir un líder que pueda olvidar, que pueda perdonar y que sin resentimientos busque la hermandad del hombre? Cosa poco menos que imposible tal vez, pero no podemos perder la esperanza que surja algún día uno con esas cualidades y que, además de conducir, sepa inducir a sus congéneres a luchar por su liberación.
Mientras eso ocurre, corresponde a cada uno de nosotros ir forjando el crisol donde se geste el nuevo hombre, el anhelado guía que nos induzca a buscar nuestra total liberación o, al menos iniciarla para que otros la consigan, porque al fin y al cabo, el hombre es pasajero, pero sus obras permanecen y la humanidad debe permanecer, como un signo de haber alcanzado la madurez y el derecho a ser libres, no porque otro nos haya liberado, sino por haber sido capaces y haber comprendido la vocación de libertad del hombre, pues para eso nació, no para ser cautivo ni para cautivar, y eso se debe de ganar, se debe de exigir, ya que no es una concesión sino un derecho y como tal, se tiene que respetar y reconocer unos a otros.
Finalmente, trayendo a la memoria la frase de Paulo Freire, repetiremos que, “nadie libera a nadie, nadie se libera solo, el hombre se libera en comunidad”.
Bibliografía
Freire, Paulo. Pedagogía del Oprimido. Siglo veintiuno editores. 49ª. Edición. México, D. F. G
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