APOSTAR POR
DESARROLLO, ES IR DIRECTO A LA CULTURIZACIÓN DE UN PUEBLO UNA COMUNIDAD.
La
grandeza de un País no depende de su dimensión geográfica, sino de la capacidad
de las personas que lo forman,
Ya hemos
tenido ocasión de referirnos al general y profundo arraigo alcanzado por el
paradigma del Estado entre los internacionalistas. Ciertamente ello encuentra
una explicación y justificación en el hecho de que los Estados siguen
constituyendo una categoría, dentro de los actores internacionales, fundamental
para una adecuada comprensión de la Sociedad.
Desde
los gobiernos de la derechista ARENA, las remesas han sido el factor principal
en la disminución de las tasas de pobreza
Este
articulo de Contra punto periódico digital nos hace un relato del cómo y del
por qué las remesas pasan hacer un medio de estado como prioritario,.
Por
Roberto Flores
SAN
SALVADOR- Es casi el día 15 del
mes y la fila frente a esta sucursal de Western Union está más larga que lo
usual. En los últimos años el rubro al que esa empresa se dedica acá en El
Salvador se ha expandido de la mano del incremento de los envíos de dinero de
salvadoreños en el exterior. Quienes hacen cola aquí los llaman remesas, un
pilar indiscutible de la economía salvadoreña.
De
todas las personas que esperan su turno en esta fila, una mujer –a varios pasos
cerca de la entrada a las oficinas– es la que quizás mejor represente el perfil
común de los salvadoreños y salvadoreñas que reciben ayuda financiera de sus
familiares en el exterior: su pareja emigró hacia Estados Unidos seis años
atrás luego que sus capacidades económicas no pudieran con la expansión de su
familia.
La
mujer –de jeans azules, de los que se sujetan dos niñas– no ha conseguido
trabajar desde que se fue a vivir con su pareja ni después que él decidiera
resolver el futuro de la familia Estados Unidos. Apenas logró sacar su
bachillerato y el cuido de sus dos hijas ocupa todo su tiempo.
Esta
mujer –cuyo no nombre no ha logrado adivinarse en la plática que sostiene para
hacer más llevadera la fila– bien podría ser una candidata a engrosar la
población salvadoreña que vive en la pobreza; pero esperar en colas como esta
lo han impedido.
El
dinero que le envían mes a mes le ha permitido resolver, con solvencia, su
seguridad alimentaria y la de sus hijas. También le ha servido para acceder a
servicios básicos como agua potable, energía y salud; e incluso para vestir con
ropa y zapatos de marca a su familia.
El
caso de la mujer con jeans azules no es excepcional. El espectacular ascenso
que han tenido las remesas enviadas a El Salvador no deja lugar a dudas sobre
su importancia para la economía de las familias que las reciben.
Las sagradas remesas
Los
datos del Banco Central de Reserva (BCR), indican que en 1991 –cuando la
emigración ya era una decisión frecuente de salvadoreños y salvadoreñas– el
país recibió remesas por un monto de $790.1 millones. Más de dos décadas
después, en 2012, las remesas sumaron un monto anual de $3,910.9 millones, casi
cinco veces más que lo registrado en 1991, lo que las ha llevado a representar
cerca del 18% del Producto Interno Bruto (PIB) del país (de alrededor de $22
mil millones).
En 20
años El Salvador ha recibido alrededor de $40 mil millones en concepto de
remesas. El peso de esas cantidades en la economía salvadoreña llevó a Carlos
Acevedo, presidente del BCR, a investigar en qué forma este espectacular
incremento ha influido en vidas como la de aquella mujer que espera en la fila
frente al Western Union.
“Creo
que el binomio migración-remesas ha moldeado profundamente la estructura
productiva y social de El Salvador”, sostiene Acevedo.
En
febrero pasado, Acevedo, junto a uno de sus colegas en el Instituto Centroamericano
de Estudios Fiscales (Icefi), Maynor Cabrera; concluyeron un estudio del efecto
de la migración-remesas sobre la distribución del ingreso en El Salvador. El
nombre con el que lo titularon es más que sugerente: “¿Políticas Sociales o Solidaridad Privada? El rol de
igualación de las migraciones y las remesas en El Salvador”.
“Concluimos que la reducción experimentada por las tasas
de pobreza y la desigualdad desde comienzos de los 1990 no fue tanto el resultado de las políticas sociales
de los gobiernos de ARENA, sino de la “solidaridad privada” de las remesas”,
explica el presidente del BCR.
El
estudio de Acevedo y Cabrera –un documento de unas 24 páginas que ha sido
publicado por el Instituto Mundial de Investigaciones de Economía del
Desarrollo de la Universidad de Naciones Unidas– brinda una hipótesis que
podría explicar una paradoja interesante: pese a que El Salvador ha venido
atravesando un período de estancamiento económico en los últimos años, los
indicadores de pobreza han experimentado disminuciones.
¿Cómo
ha sido posible esto en medio de una economía débil? La respuesta que Acevedo y
Cabrera encontraron desvirtúa cualquier alardeo político hecho por quienes en
la última década se han sentado en la silla presidencial.
Para
estos economistas la relación entre la disminución de la pobreza y el fenómeno
de la migración, que ha derivado en el envío de remesas; puede explicarse
incluso con matemáticas simples.
Esto
es por el hecho de que la mayoría de los cerca de 3 millones de salvadoreños y
salvadoreñas que han emigrado han sido pobres. “Con cada salvadoreño pobre que
se va del país, la tasa de pobreza matemáticamente baja”, explica Acevedo.
“Al
irse y conseguir mejores ingresos en el exterior y enviar remesas a sus
familiares pobres en El Salvador, han ayudado también a éstos a salir de la
pobreza de ingresos”, añade.
Los
datos del estudio de Acevedo y Cabrera indican que en el país ha habido
notables avances en cuanto a la disminución de la pobreza.
“La
proporción de hogares cuyo ingreso está por debajo del umbral de la pobreza se
redujo en casi 30 puntos porcentuales, desde 59.7 por ciento en 1991 al 30.2
por ciento en 2006; mientras que la fracción que viven en la pobreza extrema se
redujo en 19 puntos porcentuales, del 28.6 por ciento al 9.6 por ciento durante
ese período”, detallan ambos economistas.
El
peso de las remesas sobre la caída de esos indicadores es abrumador, superando
incluso la influencia de las políticas sociales que los gobiernos han
implementado durante 20 años, con más énfasis en la última década.
Una
comparación entre el comportamiento de las remesas y la inversión hecha en los
“programas estelares” de reducción de la pobreza de los últimos dos
gobiernos da cuenta de ello:
Entre
los años 2006 y 2010, las transferencias en efectivo condicionadas para los
pobres a través de los programas Red Solidaria y Comunidades Solidarias (el
primero implementado bajo el gobierno del expresidente Elías Antonio Saca, del
2004 al 2009; y el segundo –basado en el impulsado por Saca– ejecutado por el
actual gobierno, al mando del presidente Mauricio Funes) significaron una
inversión de $132.7 millones.
En
ese mismo periodo, sin embargo, las remesas captadas por El Salvador sumaron
cerca de $18 mil millones, superando por mucho los esfuerzos hechos desde los
programas de gobierno.
¿Un mal necesario?
Un
par de pasos más y la mujer de los jeans azules logrará entrar a la sucursal de
Western Union, dará al cajero el código asignado a la remesa que le envía su
pareja y este le entregará a cambio el efectivo que le permitirá pagar facturas
y comprar lo que ella crea necesario para su familia.
“Además
del efecto beneficioso, las remesas también han exacerbado la distorsión
consumista de la economía salvadoreña”, sostiene el presidente del BCR.
Los
datos de las Encuestas de Hogares de Propósitos Múltiples (realizada por el
gobierno de forma anual), revelan que las remesas se destinan en
aproximadamente un 90% al consumo.
“Eso
en sí mismo no sería algo “malo” si en la canasta de productos que consumimos
tuvieran mayor participación los bienes producidos domésticamente, lo cual
permitiría que el consumo financiado con remesas contribuyera a dinamizar la
producción nacional”, asegura Acevedo.
Luego
añade un pero: el problema es que “la mayoría de las cosas que consumimos son
importadas, con lo cual las remesas dinamizan la producción en China y otros
países de donde importamos, pero contribuyen poco a estimular las actividades
productivas domésticas”.
Un
salvador que viene a destruir. Esa es, quizás, la metáfora más adecuada para
describir el impacto de las remesas en la economía familiar y en los sectores
productivos.
De
acuerdo a Acevedo, las remesas también han inducido cierta apreciación real del
tipo de cambio (la relación que se fijó entre el colón –la antigua moneda–y el
dólar antes de implementar la dolarización era de 8.75 colones por cada dólar),
afectando negativamente a los sectores productivos de bienes transables y
particularmente al sector exportador, haciendo que se pierda la competitividad
de sus exportaciones.
No
es casual que el incremento de la dependencia de las remesas ha ido acompañado
de una visión económica centrada en el consumo, resultando en el deterioro de
sectores productivos como el agrícola.
Sin
embargo, la dependencia económica de las remesas parece consolidarse cada vez
más. Su caída entre y 2008 y 2009, tras la crisis financiera que
estalló en Estados Unidos, que dio paso a una crisis económica; fue uno de
los factores que contribuyó a la desaceleración económica de El Salvador
por aquella época, desaceleración que al momento no se ha logrado superar, pese
a haberse revertido las tasas negativas de crecimiento.
Quizás
esta mujer de jeans azules, que sigue esperando en la fila frente al Western
Union, haya salido perjudicada por aquella caída en las remesas. La plática que
sostiene hasta el momento no da pistas de si fue así o no.
Un
turno más y el vigilante la dejará entrar par formarse en la otra fila que
sigue en el interior del local. Antes de entrar, la mujer, con su plática, ha
subrayado algo que termina confirmando el asombroso poder de las remesas.
“Dicen
que ahora ellos van a poder votar desde allá”, ha dicho con cierto tono de
admiración.
En
efecto, a finales de enero la Asamblea Legislativa aprobó una ley que avala
el voto desde el exterior a partir de las elecciones presidenciales del próximo
año, una ley que ha despertado entusiasmo en buena parte de los cerca de 3
millones de salvadoreños y salvadoreñas viviendo fuera del país, principalmente
en Estados Unidos.
A
ellos y ellas ahora se les considera una comunidad influyente en el destino del
país. Basta ver y comprobar los números y el peso de las remesas para El
Salvador.
No
hay tiempo de conocer y la pareja de esta mujer de jeans azules se
animará a votar en las próximas elecciones. El vigilante se acerca a la
puerta y le indica que ya puede entrar a las oficinas. De
ahí saldrá con el dinero suficiente como para sufragar los gastos de
ella y de sus hijas.
En
un mes –si no es que antes– volverá a hacer la misma fila.
Política de exportación de
la pobreza — Jose Serrano 31-03-2013 22:51
En el análisis falta
deducir los costos de los subproductos asociados a esta política “exitosa” de
expulsión de la pobreza, entre los que hay que incluir la desintegración familiar,
incremento de costos de seguridad originados con el crecimiento de las
pandillas y su reinserción , la pérdida de mano de obra calificada, y de
talentos profesionales, incluir los costos asociados con el chantaje y
sometimiento abusivo al que se somete el gobierno Salvadoreño en aras de
preservar el “favor” del gobierno estadounidense por “permitir” estas remesas y
no expulsar a los sobrexplotados migrantes ilegales, etc… Lo que si parece
claro es que los más beneficiados son los suplidores de los bienes y servicios
consumidos a través del financiamiento de estas remesas y los contratantes del
trabajo esclavo.
Migración y
remesas familiares; nueva dependencia de la Por: Juan Carlos Grande y economía.
Jorge Barraza Ibarra L as remesas familiares en El Salvador son un fenómeno
reciente cuya importancia ha venido aumentando en los últimos ariw.
Aproximadamente hace diez arios, en forma coincidente con el momento en que se
derrumban los precios internacionales de nuestro principal producto de
exportación: el café. Son resultado del peculiar proceso migratorio que
acompaiía la evolución de la economía en las últimas dos décadas. Se considera
además que este fenómeno migratorio hacia el extranjero, especialmente a los
Estados Unidos, aunque forma parte de un vasto movimiento de latinoamericanos
hacia el país de las esperanzas, en nuestro caso especial es motivado por dos
causas fundamentales: la falta de oportunidades de empleo y el enorme
diferencial de salarios entre El Salvador y el principal país de destino,
aunado a los diez arios de guerra civil que afectó a muchas poblaciones de las
zonas rurales, así como, a las zonas marginales de los centros urbanos. Se
estima que las remesas familiares producen ingresos de más de mil 800 millones
de dólares anuales, ingresos que han permitido equilibrar el saldo desfavorable
de la Balanza Comercial del país y mostrar resultados aceptables en la cuenta
corriente, evitando así, una permanente amenaza de devaluación del tipo de
cambio, por la constante acumulación de reservas internacionales netas, cuyos
resultados representan seis meses de importación. Dichas remesas familiares han
adquirido profundas implicaciones en la vida nacional: el fenómeno no es
exclusivamente económico, sino que tiene dimensiones sociales, familiares,
políticas e institucionales. El ámbito de influencia, a nivel microeconómico,
se refleja en muchas actividades del quehacer cotidiano. En los niveles y
actitudes de vida de muchas familias, en el consumo familiar, en el mercado de
trabajo, en las transformaciones de las tradiciones y formas de vida de algunas
poblaciones, y en otros aspectos del comportamiento social. Por otra parte,
debe destacarse el hecho que así como en el pasado los altos precios del café
en el mercado internacional promovían "buenos gobiernos", dadas las
posibilidades en el gasto público y en los ingresos de los exportadores de
café, favorecían la actividad económica en genera
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