Una vez más la cantinela del «socialismo específico»; Equipo de Bitácora (M-L), 2015
Fidel Castro y Daniel Ortega en los 80, dos exponentes revisionistas del «socialismo específico»
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«Tras el triunfo de 1979 se evidencia todavía más que el FSLN no es una fuerza de vanguardia proletaria, sino una fuerza ya en manos de la burguesía nacionalista, que empezó a hegemonizar el triunfo de la revolución en su propio beneficio blindando tanto la democracia burguesa partidocrática, como la propiedad privada de los medios de producción, y desarrollando una política exterior pseudorevolucionaria y pseudo antiimperialista. Para justificar esto la dirigencia apeló al machacado argumento revisionista de que aquel era un «socialismo» no dogmático, nacional, nuevo, un «socialismo específico» –y hasta «inteligente»–; y por supuesto se basada en sobreponer y exagerar la particularidad nacional a las leyes generales de construcción del socialismo. ¡La dirigencia oportunista del FSLN clamaba que la economía mixta, el pluralismo político y el no alineamiento era algo acorde no porque ellos quisieron sino porque les era impuesto más bien por las condiciones históricas, económicas, y sociales de Nicaragua!:
«La propuesta de un proceso hacia el socialismo que tendría como punto de partida el pluralismo político, la economía mixta y el no alineamiento, fue el nuevo elemento que surgió en esa etapa de lucha y que acercaba a los revolucionarios a la raíz de nuestra historia y por lo tanto a la realidad política, económica y social en el contexto latinoamericano». (Daniel Ortega; Informe Central de la Dirección Nacional del Frente Sandinista de Liberación Nacional, 19 de julio de 1991)
Recuperemos una explicación a propósito de esta falsedad y especulación sobre la particularidad nacional y sus intentos por engañar a los pueblos:
«Las particularidades de cada país no entrañan un camino diferente en lo que se refiere a llevar a cabo los principios básicos del marxismo-leninismo para ir al socialismo; la instauración de la dictadura del proletariado, la expropiación de los medios de producción a las clases explotadoras, la industrialización socialista, el inicio de colectivización de la agricultura seguido de un paso progresivo a las granjas estatales, el derrumbamiento de la mentalidad y costumbres anteriores por una mentalidad y cultura socialista, la centralización y elaboración de un plan único nacional, dar una incidencia real a las masas en los asuntos del trabajo, Estado, y partido, la aplicación absoluta de la lucha de clases en el periodo que media hasta el comunismo, etc. Todo ello es reconocido y expresado en las obras clave de los principales marxista-leninistas cuando tuvieron que luchar contra las aspiraciones de nuevos y nuevos renegados que surgían en diferentes épocas. (…) Llegados a este punto, es válido afirmar que la particularidad nacional, referida por el materialismo dialéctico e histórico, en el momento histórico concreto se refiere al nivel de desarrollo en que se encuentran las fuerzas productivas en un país concreto; o lo que es lo mismo, no tiene las mismas tareas de construcción un país con una economía precapitalista semifeudal en la que se ha de dirigir un proceso de industrialización para crear las bases del socialismo, que un país industrializado que ya cuenta con esa base industrial como es obvio. Pero como se ha expresado con anterioridad, para que la revolución no sea traicionada nunca deben de pausarse los ritmos, toda vez que estos no deben de ser utilizados como excusa para perpetuar el sistema capitalista precedente». (Equipo de Bitácora (M-L); El revisionismo del «socialismo del siglo XXI», 2013)
Esto significa que siempre existirán factores objetivos y subjetivos específicos que afronte cada nación a la hora de llevarse a cabo la revolución. En cuanto a factores objetivos positivos, podríamos hablar hipotéticamente de una situación internacional que permita una asistencia exterior por un país socialista; en cuanto a situación negativa hipotética, el leve desarrollo industrial en el país; y en cuanto a factores subjetivos positivos hipotéticos, podríamos hablar de una gran popularización de la línea y programa del partido comunista y una notable influencia comunista en las clases trabajadoras del país derivada del trabajo diario, y en cuanto a una situación negativa subjetiva e hipotética, podríamos hablar de un retraso en el trabajo comunista de refutación de costumbres y concepciones reformistas entre los obreros que evita la unidad obrera entre estos y los obreros más avanzados ideológicamente.
Siempre existirán pros y contras en el viaje de un país a la construcción socialista. Esto sería comprendido por los marxista-leninistas de los países de democracia popular de Europa del Este, como el checoslovaco Josef Horn, que veían en la asistencia de la Unión Soviética y el resto de países socialistas una ventaja a la de experiencias predecesoras, pero no por ello una excusa para relajar sus deberes:
«Aunque somos conscientes de las diferentes condiciones en las que la democracia popular está construyendo el socialismo, es decir, cuando nos damos cuenta del equilibrio cambiante de fuerzas en el mundo a favor del socialismo, por el hecho de que la Unión Soviética y el resto de democracias populares pueden proporcionarnos asistencia económica, diplomática y de otro tipo, aún así hay un principio inmutable: la identidad de nuestro viaje al camino de la Unión Soviética consiste en pasar por la industrialización socialista, la colectivización socialista, la agudización de la lucha de clases, la liquidación de las clases explotadoras, la alianza de la clase obrera con el campesinado trabajador, mientras que el papel principal de la alianza lo cumple la función de la clase obrera y la gestión de su partido comunista». (Josef Horn; Discurso en la Asamblea Nacional de la República de Checoslovaquia, 17 de mayo de 1950)
Tampoco en situaciones más difíciles, como fue la contrarrevolución generalizada en los países socialistas tras 1953, podían los marxista-leninistas amilanarse y rechazar las tareas fundamentas de la revolución y los axiomas para llevarlos a cabo. Enver Hoxha, tras proclamarse la ola de revisión de las tesis fundamental del marxismo-leninismo plasmadas en el XXº Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética de febrero de 1956, y su réplica en el VIIIº Congreso del Partido Comunista de China de septiembre de 1956 y otros congresos de otros partidos comunistas, elaboró un informe sobre la situación internacional y el intento de muchos nuevos revisionismos particulares de explotar la cuestión de las particularidades nacionales hasta el punto de usarlo como tapadera para su política revisionista. Por aquella época, no sólo los Jruschovs, Browders, Mao Zedongs, Gomułkas, Titos, etc., eran bastante conocidos, sino que empezaban a estar de moda tesis como las del famoso revisionista húngaro de Imre Nagy; razón de más, para poner tierra de por medio a la especulación sobre la particularidad nacional:
«El marxismo-leninismo enseña que, a pesar de que son invariables las características y leyes generales esenciales del tránsito al socialismo, las formas, los métodos y los ritmos de este tránsito pueden presentar en los diversos países diferencias determinadas por las condiciones concretas de su desarrollo. Aferrándose a este hecho, los revisionistas, bajo las consignas del «socialismo específico y nacional», se empeñan en apartarnos de la vía general marxista-leninista de la construcción del socialismo y privarnos de la experiencia de la Unión Soviética. El marxismo enseña que las cuestiones fundamentales de la construcción del socialismo son comunes a todos, que las leyes de desarrollo de la sociedad no conocen fronteras. La experiencia histórica indica que estas cuestiones comunes son: la dictadura del proletariado o dicho de otra manera, la instauración del poder político de la clase obrera bajo la dirección del partido marxista-leninista, el fortalecimiento por todos los medios de la alianza de la clase obrera con el campesinado y otras capas trabajadoras; la liquidación de la propiedad capitalista y la instauración de la propiedad socialista sobre los principales medios de producción; la organización socialista de la agricultura y el desarrollo planificado de la economía; la función de guía de la teoría revolucionaria marxista-leninista y la defensa resuelta de las conquistas de la revolución socialista contra los atentados de las viejas clases explotadoras y de los Estados imperialistas». (Enver Hoxha; Sobre la situación internacional y las tareas del partido, 13 de febrero de 1957)
Muchos otros revisionismos vieron la exageración de la cuestión de la «particularidad» como único «salvoconducto» para que no se criticase su «proceso revolucionario», para buscar la aceptación de su experiencia revolucionaria como revolución socialista:
«Lo que nos parece necesario explicar al lector, es que Kim Il Sung y después Kim Jong Il no pueden traficar con el marxismo-leninismo, sus principios, y aludir que corresponden a las «condiciones nacionales específicas» del país sin caer en el ridículo: dicho más extendido y sencillo: renunciar a la dictadura del proletariado, acabar con el poder económico de las clases explotadoras para luego poder llevar a cabo una revolución ideológica plena, son tareas «sine qua non» sin las cuales no es posible conquistar el socialismo. Por tanto cuando los «juches» exageran las «condiciones específicas», y además rompen con las tareas universales de la revolución proletaria para todos los países, caen en el oportunismo». (Equipo de Bitácora (M-L); El revisionismo coreano: desde sus raíces maoístas hasta la actualidad, 2015)
Y allí en ese documento citábamos contraponiendo la postura marxista-leninista de Iósif Stalin respecto a esta cuestión, en una ocasión que reprendía en la Komintern a los estadounidenses por ser:
«Culpables del error fundamental de exagerar los rasgos específicos del capitalismo estadounidense. Ustedes saben que esta exageración es la raíz de todos los errores cometidos. (…) Ciertamente sería un error no tomar en cuenta las características específicas del capitalismo estadounidense. El Partido Comunista de los Estados Unidos debe tenerlas en cuenta. Pero sería aún más erróneo querer basar toda la actividad del partido comunista en estas particularidades específicas, ya que todo partido comunista, incluido el estadounidense, debe basar su acción en las características general del capitalismo, que son las mismas para todos los países, y no a las características específicas de un país determinado. Aquí es donde reside el internacionalismo de los partidos comunistas. Las características específicas son sólo complemento de las características generales». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Las fracciones de derecha en el Partido Comunista de los Estados Unidos; Discurso pronunciado en la comisión estadounidense del Presidium del Comité Ejecutivo de la Komintern, 6 de marzo de 1929)
Se sobreentiende entonces que: se puede y debe tomar en cuentas las particularidades nacionales en tanto en cuanto con ellas no se intente negar las leyes generales de construcción del socialismo.
Lo que se extrae de este compendio de citas, se podría resumir en lo siguiente:
«Hoy no hay necesidad de que se inventen nuevos «socialismos», ni de que se copien los llamados socialismos de los revisionistas modernos, como el soviético, yugoslavo, chino y otros, que de socialismo sólo tienen el nombre. Qué es el socialismo, qué representa y realiza, cómo se logra y se construye la sociedad socialista, no son cosas desconocidas. Existe una teoría y una práctica del socialismo científico. Esa teoría nos la enseñan Marx, Engels, Lenin y Stalin. Su práctica la encontramos en la rica experiencia de la construcción del socialismo en la Unión Sovié¬tica del tiempo de Lenin y Stalin, la encontramos hoy también en Albania, donde la nueva sociedad se edifica según las enseñanzas del marxismo-leninismo. Claro está que el socialismo, como ha dicho Lenin, tendrá diferentes fisonomías y sus propias peculiaridades en diferentes países, lo que se deriva de las condiciones socio-económicas, del camino a través del que se desarrolla la revolución, de las tradiciones, de las circunstancias internacionales, etc., pero los principios básicos y las leyes generales del socialismo permanecen inalterables y son indispensables para todos los países». (Enver Hoxha; Informe en el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981) (Equipo de Bitácora (M-L); ¿Qué fue de la «Revolución Popular Sandinista»?: Un análisis de la historia del FSLN y sus procesos, 19 de julio del 2015)
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