SOCIEDAD CONDENADA
NUESTRA SOCIEDAD ESTÁ CONDENADA POR TANTO SAQUEADOR, TANTO CORRUPTO, TANTOS MÍSTICOS, TANTOS EXPLOTADORES, TANTO MANIPULADOR Y TANTO TRAIDOR SOCIAL.
Ayn Rand en su libro “La rebelión de Atlas” editado en 1950, decía: “Cuando adviertas que para producir necesitas la autorización de quienes no producen nada; cuando compruebes que el dinero fluye hacia quienes trafican no con bienes sino con favores; cuando percibas que muchos se hacen ricos por el soborno y las influencias más que por el trabajo, y que las leyes no te protegen contra ellos, sino que, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra ti; cuando repares que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un sacrificio personal, entonces podrás afirmar sin temor a equivocarte que tu sociedad está condenada.”
A pesar del tiempo, las palabras de la filosofa y escritora, nacida Alisa Zinóvievna Rosenbaum, en San Petersburgo en 1902 y nacionalizada norteamericana en 1926, siguen de actualidad, de maldita y repetitiva actualidad. Ayn Rand, impulsora del “objetivismo”, era defensora del individualismo y de un capitalismo humanista; y a pesar de ello, las palabras que encabezan el artículo son dignas de un espíritu revolucionario y progresista, cercano a la idea libertaria; aunque distantes con el comunismo, el dirigismo gubernamental y con cualquier tipo de religión; era una atea convencida.
Si alguno de ustedes queridos lectoras y lectores, tiene interés en conocer su filosofía les recomiendo “La rebelión de Atlas” y que lean el discurso final del protagonista de su novela “El manantial”, rechazada por una docena de editores y publicada finalmente en 1943. También pueden escuchar el alegato del personaje principal – el arquitecto Howard Roark- en la película del mismo nombre dirigida por King Vidor y protagonizada por Gary Cooper.
Aunque su filosofía no coincida al completo con la mía, debo reconocer la fuerza de sus palabras, sobre todo con la división social que apunta en “La rebelión de Atlas”. En su novela existen dos clases antagónicas: los saqueadores y los no saqueadores. Y aunque su novela es un canto a los emprendedores – empresarios de talento – y a los intelectuales, que forman una nueva sociedad, no incluye en el texto que esta nueva sociedad, sin intervencionismo estatal y proyectada para “los mejores”, precisará de una explotación – aunque sea generosa – de las masas; nada consecuente con lo que apunta en su legado filosófico: “El individuo tiene derecho a existir para sí mismo, sin sacrificarse por los demás ni sacrificando a los demás para sí mismo”. Y el capitalismo sí exige en su esencia el sacrificio de todos para el beneficio de unos pocos.
No obstante sus contradicciones, la visión de Ayn respecto a una sociedad que está condenada no puede ser más clarividente. Precisamente por lo que apunta ella sobre la “virtud del egoísmo”, donde el derecho del hombre a su propia vida, a su autosustento y la acción autogenerada priman sobre la solidaridad, la cooperación, el altruismo social, los objetivos comunes, las igualdad de oportunidades y el derecho a rebelarse contra la explotación y la tiranía, aunque sea ilustrada y bienpensante.
Nuestra sociedad está condenada por tanto saqueador, tanto corrupto, tantos místicos, tantos explotadores, tanto manipulador y tanto traidor social. Sin embargo, la solución no está en las manos de los grandes empresarios ni en la de los emprendedores como le hubiese gustado a Ayn… y a los liberales, porque para el éxito, muchos corrompen, sobornan y explotan. La sociedad somos todos, y el exceso del beneficio tiene que ser bien repartido para que los recursos y las oportunidades nos lleguen a todos.
Sé que la escritora ruso-americana estaría de acuerdo conmigo en la necesidad de crear una nueva sociedad, pero diferimos en algo: esa sociedad sana, justa, responsable y honesta debe ser para todos, no para una élite.
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