Es que hay que hablar de la dolarización
Aldo Álvarez
Sin política monetaria el Banco Central de Reserva no puede adquirir deuda pública del Estado para compensar su gran déficit fiscal.
Hay un tema fundamental para la economía de la nación y del que no quiere hablar el gobierno ni muchos sectores del país, porque es el responsable en buena parte de la crisis económica que tenemos, del bajo crecimiento de la economía, y de las limitadísimas herramientas de política económica que el gobierno tiene para poder hacer frente a dicha crisis.
El carecer de política monetaria por estar metidos en la dolarización sin estar siquiera incorporados a EE.UU. –como el caso de Puerto Rico-, y ya no digamos integrados como Estado federado -o en una unión monetaria al menos como la euro zona- adonde existen Bancos Centrales que para el caso estén inyectando liquidez a los sistemas financieros de los Estados y bajando tasas de interés activas -para incentivar el crédito productivo-, y castigando el llamado “dinero ocioso”. Pero en nuestro caso, estamos en el peor de los mundos, porque uno de los grandes problemas de nuestra economía es precisamente la cada vez más grande iliquidez -escasez de dólares-, producto entre otras cosas, del tan alto déficit comercial que tenemos -las importaciones casi triplican a las exportaciones-, lo que hace que salgan más divisas que las que ingresan, algo que no es del todo complementado por las remesas familiares, a pesar que representan cerca del 17% del PIB.
Mientras la economía de los EE.UU. no termine de salir de su propia crisis económica -aún con la perspectiva de la apreciación del dólar frente a otras divisas internacionales-, seguiremos teniendo problemas con la liquidez, porque sin política monetaria, el Banco Central de Reserva no puede adquirir deuda pública del Estado –lo que sí hacen para el caso los bancos centrales emisores de moneda-, para compensar su gran déficit fiscal, entre otras cosas por la elevada carga fiscal por los programas sociales y el pago de la cada vez más elevada deuda pública, así como por el abultado gasto corriente que se ha incrementado en los últimos años.
Así, nuestro problema con la dolarización se vuelve más complejo, ya que por un lado usamos la misma moneda que los EE.UU. sin estar integrados a ellos política y económicamente –lo que nos hace vulnerables a los vaivenes de su economía-, y por otro lado, al carecer de un Banco Central que pueda inyectar liquidez al mercado, ya sea adquiriendo deuda pública o títulos de deuda privados del sistema financiero, estamos a merced de las divisas externas producto de las exportaciones -que son deficitarias frente a las importaciones-, de las remesas familiares -que aunque han aumentado últimamente están lejos de alcanzar el nivel previo a 2009-; y/o a la compra directa de dólares por parte del Estado, que es extremadamente oneroso para el país, por lo que se vuelve una “solución” poco efectiva.
Por si fuera poco la crisis en el sistema de pensiones está por “estallar” con las consecuencias para la economía que ello pueda tener en materia de endeudamiento mediano y largo plazo –amén de las consecuencias sociales-.
No se puede negar que la dolarización fue la “cereza del pastel” de la “orgía” neoliberal en que metieron al país los Gobiernos de ARENA –entre otras cosas para evitar el riesgo cambiario de las instituciones financieras-. Fueron muy “creativos” con las remesas que llegaban desde el exterior –y luego de 2001 directamente en dólares-, potenciaron el consumo a partir de las importaciones en detrimento de la producción, crearon una “economía de centros comerciales” para que la gente gastara en ellos lo remesado, en vez de crear una base productiva e invertir adecuadamente lo enviado como remesas, para así incrementar la producción interna y estimular el mercado interno a base de aumentar el poder adquisitivo de las personas sobre la base de ingresos provenientes de fuentes de empleo formales.
Las élites extractivas “succionaron” todo lo que pudieron con la ventaja de tener el control del aparato de Estado, pagando pocos o nulos impuestos, evadiendo y eludiendo escandalosamente y hoy día tienen su capital transnacionalizado y/o regionalizado.
El no discutir el tema de la dolarización –aún con toda su complejidad- es tanto o más irresponsable como la decisión de dolarizarnos de aquel expresidente que hoy espera juicio desde su casa. ¿Cuándo va a asumir este gobierno su responsabilidad histórica de evaluar seriamente la perspectiva de la desdolarización?
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