Jean-Jacques Rousseau
Respeto a la vida natural, la libertad y las diferencias individuales
© Enrique Martínez-Salanova Sánchez
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«Asignad a los niños más libertad y menos imperio, dejadles hacer más por sí mismos y exigir menos de los demás». Del estudio preliminar de Emilio, o De la educación
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Jean-Jacques Rousseau
A Jean-Jacques Rousseau se le considera como el representante típico del tratamiento individual en la educación. Su alumno se educa solo con un preceptor, sus fines educativos no son individuales, sino también sociales, diferentes a los de la educación dada en su tiempo, en contra de la cual se manifestaba. La vuelta a lo natural fuera de convencionalismos sociales, es la clave de la idea de la educación de Jean-Jacques Rousseau. La naturaleza es lo primitivo y valioso, lo esencial de la Especie Humana.
Jean Jaques Rousseau era más bien un filósofo político, no un pedagogo; pero, a través de su novela Emilio, o De la educación promueve pensamientos filosóficos sobre la educación, siendo este uno de sus principales aportes en el campo de la pedagogía.
La razón de ser de la pedagogía, que se funda en primer lugar en las leyes psicológicas, es instaurar en la infancia el propósito de la libertad, mediante la actividad, aprender por la propia experiencia y no tanto por lo que le enseñen los demás.
Una de la importantes claves de Rousseau es diferenciar a niños y adultos en cuanto a su aprendizaje. Hasta su época se educaba a los niños como si fueran adultos en pequeño. Para Rousseau la infancia tiene maneras de ver, de pensar, de sentir que le son propias igualmente la adolescencia. los maestros deben tener en cuenta esas diferencias, conocerlas y respetarlas. En la educación, el niño ha de permanecer en su naturaleza de niño. La educación, debe ser gradual. El educador debe esperar con confianza la marcha natural de la educación e intervenir lo menos posible en el proceso de la formación.
La educación del niño debe comenzar desde su nacimiento y debe impedirse que adquiera hábitos de los cuales pudiera llegar a ser esclavo. La educación religiosa, no debe ser confesional y debe realizarse, no es la infancia, sino en la edad de la razón. En su libro “El Contrato Social”, rescata la necesidad de las personas, durante toda su vida, de consejo y guía. En su texto "El Emilio", atacó al sistema educativo de su época, pues mantiene que los niños deben ser educados a través de sus intereses y no por la estricta disciplina.
Dado su alejamiento de los enciclopedistas de la época y su enfrentamiento con la Iglesia Católica, por sus polémicas doctrinas, su estilo literario cambió. Sus obras autobiográficas dieron un vuelco fundamental en la literatura europea; a tal punto que es considerado uno de los precursores del Romanticismo. Las obras suyas que más influyeron en su época fueron Julia, o la Nueva Eloisa (1761) y Emilio, o De la educación (1762), ya que transformaron las ideas sobre la familia. Otras obras muy importantes son El contrato social y el Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres.
El Contrato Social fue el manual de los doctrinarios de la Revolución francesa. Emilio, o De la educación expone la teoría que la pedagogía debe respetar los buenos instintos naturales del hombre, guiando su libre desarrollo de la manera menos artificial posible. La parte religiosa deEmilio, o De la educación titulada "Profesión de foi du Vicaire Savoyard" irritó de inmediato al parlamento de Paris, que lo consideró "impío, escandaloso y ofensivo" por lo que Rousseau se vio obligado a huir de Francia para no acabar en la cárcel.
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Casa natal de Rousseau en Ginebra
Madame de Warens
Thérèse Levasseur
Ermenonville
Tumba en "El panteón" de París
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Biografía de Jean-Jacques Rousseau
Jean-Jacques Rousseau nació el 28 de Junio de 1712 en Ginebra, Suiza y falleció en Ermenonville, Francia, el 2 de julio de 1778.
Fue escritor, filósofo, botánico, naturalista y músico de la ilustración, a pesar de las profundas contradicciones que lo separaron de los principales representantes del movimiento. Sus primeros años de vida, de especial dureza, marcaron su existencia y su pensamiento. Debido a motivos religiosos, la familia Rousseau se exilió a Ginebra cuando era una ciudad-estado independiente.
Isaac Rousseau era relojero, y formaba parte de un grupo de artesanos del barrio de Saint-Gervais. Su madre, Suzanne Bernard, murió a los nueve días después del parto y Jean-Jacques, fue criado por su tía materna y su padre Isaac Rousseau, le educa en casa leyendo con él toda suerte de novelas e historias, entre ellas Astrea de D'Urfé y las Vidas Paralelas de Plutarco. Estas lecturas avivaron la fantasía de Rousseau y acrecentaron su sensibilidad.
Por causa de un duelo, su padre se vio obligado a exiliarse de Ginebra para evitar la cárcel, por lo que abandonó al pequeño Jean-Jacques a los diez años de edad, que es acogido por su tío. Con esta familia disfrutó de una educación que él consideraría ideal, calificando esta época como la más feliz de su vida. Junto con su primo, Rousseau fue enviado como pupilo a la casa del pastor calvinista Lambercier, en Bossey, durante dos años. En la escuela del pastor recibe por primera vez una cierta educación escolar. Allí Rousseau, en pleno campo, pasa dos años felices.
A su regreso en 1725, trabajó como aprendiz de relojero y, posteriormente, con un maestro grabador, Ducommun, que lo sometió a un trato brutal, por lo que sin finalizar su aprendizaje, a los 16 años abandonó Ginebra. Sin embargo, desarrolló la suficiente experiencia para vivir de estos oficios toda su vida.
Tras abandonar Ginebra fue a parar al pueblo de Confignon, siendo recogido en la casa del propio cura del lugar quien le dio carta de presentación para madame de Warens, una mujer convertida del calvinismo al catolicismo, que lo envió a un catecumenado en Turín, donde abandonó el calvinismo y fue bautizado como católico. Con Madame de Warens, trece años mayor que él, muy culta, que le ayudó en su educación y en su afición por la música, estableció una amistad materno-filial, que con el tiempo se transformó en amorosa y apasionada.
Trabajó en el catastro de Saboya y dio lecciones de música, diez años de lecturas, estudios, obras literarias de poca monta, aventuras, viajes, rupturas y regresos a Annecy, hasta que se produce la ruptura definitiva con la mujer que hasta entonces le había dado estabilidad emocional., pues un nuevo amante de Madame de Warens le obligó a salir de su casa.
Residió seis semanas en Montpellier por una enfermedad grave, y a su regreso fue preceptor en Lyon, ejerció de periodista y tuvo contacto con Fontenelle, Diderot o Marivaux.
En 1745, con 33 años, vuelve a París, donde presenta a la Academia de Ciencias un Proyecto concerniente a nuevos signos para la música, que es rechazado; compone la ópera Les Muses galantes, Mme. d´Épinay lo introduce en el ambiente distinguido y es nombrado secretario de embajada en Venecia. Cuando volvió a París en 1744, continuó su trato con Diderot y con otros filósofos, como d´Alembert o Rameau, y su colaboración en artículos para la Enciclopedia. Fue en esa época cuando conoció a Thérèse Levasseur, una modista analfabeta con la que tuvo cinco hijos seguidos, a los que internaba en la Maternidad pública, un hospicio, a medida que iban naciendo (Un contrasentido para quien tanto escribió sobre la libertad en la educación de los niños. Aunque daba la excusa de carecer de medios, en el volumen IX de sus Confesiones afirma que era para separarlos del ambiente de incultura de la familia de su mujer). Es en esta época cuando escribe sus escritos que le han hecho popular.
En 1754 regresó a Ginebra e intentó readquirir sus derechos como ciudadano, se reconcilió con el calvinismo y escribió su discurso sobre la desigualdad entre los hombres: Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres.
En 1756 se instaló en la residencia de su amiga Madame de Epinay, donde se retiró para trabajar y escribir intensamente algunas de sus obras más importantes.
Durante los años siguientes escribió La nueva Eloisa (1761), El contrato social (1762), obra proscrita en Francia y finalmente, Emile, texto publicado en 24 de mayo de 1762 y condenado a la hoguera, simultáneamente con el pedido de captura del autor, que huyó a Neuchatel, en Suiza, donde es acogido como protegido de Lord Keith, pero su casa en Môtiers es apedreada por una turba furiosa en 1765.
Su amigo Hume lo acogió junto con Thérèse en Inglaterra, y vivieron retirados en el campo durante dos años (1765-1767), debido a la opinión que la mayoría de los ingleses tenía de él: un loco, malo y peligroso hombre que vive en pecado con Thérèse. En 1767, con 55 años, volvió a Francia con un nombre falso. Allí se casó con Thérèse un año más tarde. En 1770 se le permitió regresar oficialmente con la condición de que no publicase nada más.
En París permaneció hasta 1778; vuelve a copiar música (de lo que vivía), clasifica hierbas y escribe sobre botánica Mientras tanto publicó Confesiones (1767-1771), escritas en buena parte durante su estancia en Inglaterra, y escribe y no acaba Las meditaciones de un paseante solitario.
Escribió sus memorias, las Confesiones, y se dedicó a vivir de sus patrones y lecturas públicas que hacía de ellas. En 1772 Madame d'Epinay, escandalizada por lo que Rousseau relata de su relación con ella, pide a la policía que prohíban tales lecturas. Con una salud mental resquebrajada definitivamente, se alejó del mundo. Aunque siguió escribiendo, su salud mental le hacía ver enemigos en todas partes y no pudo disfrutar de su fama.
En mayo de 1778, invitado por el marqués de Girardin, se trasladó al pabellón situado frente al castillo de Ermenonville, en donde falleció víctima de una apoplejía. El 9 de octubre de 1779, por decisión de la Asamblea Constituyente, sus restos son trasladados al Panteón.
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El contexto ideológico de Jean-Jacques Rousseau
Los sesenta y seis años de la vida de Jean Jacques Rousseau se desenvolvieron en su totalidad en el siglo XVIII. Cuando falleció, en 1778, faltaba poco para que la ideología del denominado "Siglo de las luces", el de la Ilustración y el Despotismo Ilustrado, diera paso a una forma de ser y de sentir prácticamente nueva: el Romanticismo. Rousseau fue, en lo esencial, un hombre de su siglo, pero se anticipó a la ideología romántica en muchos aspectos, tanto en su actuación como en su obra, por lo que puede considerárselo un auténtico prerromántico.
La Ilustración se halla inscrita en el ámbito de la burguesía ascendente, pero sus animadores no fueron ni todas las capas burguesas, ni solamente éstas. Por un lado, tuvo sus adversarios en determinados sectores de la alta burguesía comercial (como, por ejemplo, el dedicado al tráfico de esclavos), y, por otra parte, ciertos elementos del bajo clero o de la nobleza cortesana e incluso el propio aparato estatal del Despotismo ilustrado, la apoyaron, aunque, en este último caso, en sus manifestaciones más tímidas y, muchas veces, como simple arma de política internacional.
Los medios de que se valió el movimiento para su difusión fueron múltiples, entre otros, las sociedades secretas, como la masonería, las sociedades de pensamiento, específicas de la época, academias y salones y sobre todo, la prensa periódica y la internacionalización de las ediciones.
Aunque existieron diversas tendencias entre los ilustrados, reconocieron una línea maestra común, la razón, desprovista de contenido preestablecido y convertida en un seguro instrumente de búsqueda, cuyo poder no consiste en poseer, sino en adquirir (libido sciendi). Con ella luchan contra la superstición, las formas religiosas tradicionales y reveladas, al argumento de autoridad y las estructuras políticas y sociales anquilosadas. Elimina cualquier elemento de misterio, extrañeza o milagro y pone al Hombre, la Especie Humana, como estudio propio del conocimiento y la razón, con la posibilidad de instaurar la felicidad en la tierra y de mejorar a los hombres, de por sí buenos (Rousseau).
En este sentido es un movimiento entusiasta, basado no en un frío racionalismo, sino convencido de que la sensibilidad, como aptitud para la emoción, es una potenciadora de la razón, si viene guiada por la experiencia: «a medida que el espíritu adquiere más luces, el corazón adquiere más sensibilidad. La Ilustración, como forma de pensamiento de una economía de intercambio basada en el contrato comercial, tiene como rasgos distintivos la individualidad, el igualitarismo formal, el derecho universal, la tolerancia y la búsqueda y lucha por la libertad.
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El pensamiento de Jean-Jacques Rousseau
Rousseau participó activamente en el movimiento renovador de la Ilustración, movimiento intelectual que influyó decisivamente en la Revolución Norteamericana de 1776 (o Guerra de Independencia), la Revolución Francesa de 1789 las guerras de Independencia de Latinoamérica y las revoluciones nacionales que sacudieron Europa durante el siglo XIX.
Todas estas revueltas condujeron a la transformación de las sociedades occidentales, dando paso al surgimiento de la figura del ciudadano y al ascenso de las libertades, los derechos individuales y la razón como valores máximos entre los hombres y para la sociedad.
Las revueltas populares a lo largo del mundo derrocaron al "ancien regime" junto con sus monarcas despóticos y sus legiones de siervos para ser remplazados por gobiernos republicanos y ciudadanos libres e iguales.
Rousseau consideró que en el mundo que se estaba configurando los hombres deberían abandonar su papel de siervos para convertirse en ciudadanos libres, dueños de su destino y detentadores de la soberanía.
Rousseau produjo uno de los trabajos más importantes de la época de la Ilustración; a través de suContrato Social, hizo surgir una nueva política. Esta nueva política está basada en la voluntad general, y en el pueblo como soberano. La única forma de gobierno legal será aquella de un Estado republicano, donde todo el pueblo legisle; independientemente de la forma de gobierno, ya sea una monarquía o una aristocracia, no debe afectar la legitimidad del Estado. El poder que rige a la sociedad es la voluntad general que mira por el bien común de todos los ciudadanos.
En fin, Rousseau plantea que la asociación asumida por los ciudadanos debe ser “capaz de defender y proteger, con toda la fuerza común, la persona y los bienes de cada uno de los asociados, pero de modo tal que cada uno de éstos, en unión con todos, sólo obedezca a sí mismo, y quede tan libre como antes.”
El Contrato Social le abre paso a la democracia, de modo tal que todos los miembros reconocen la autoridad de la razón para unirse por una ley común en un mismo cuerpo político, ya que la ley que obedecen nace de ellos mismos. Esta sociedad recibe el nombre de república y cada ciudadano vive de acuerdo con todos. En este Estado social son necesarias las reglas de la conducta creadas mediante la razón y reflexión de la voluntad general que se encarga de desarrollar las leyes que regirán a los hombres en la vida civil. Es el pueblo, mediante la ratificación de la voluntad general, el único calificado para establecer las leyes que condicionan la asociación civil. Todo gobierno legítimo es republicano, es decir, una república emplea un gobierno designado a tener como finalidad el interés público guiado por la voluntad general. Por esta razón no descarta la posibilidad de la monarquía como un gobierno democrático, ya que si los asociados a la voluntad general pueden convenir, bajo ciertas circunstancias, la implementación de un gobierno monárquico o aristocrático, entonces tal es el bien común.
Rousseau planteó algunos de los precedentes políticos y sociales que impulsaron los sistemas de gobiernos nacionales de muchas de las sociedades modernas, estableciendo la raíz de la desigualdad que afecta a los hombres; para él, el origen de dicha desigualdad era a causa de la constitución de la ley y del derecho de propiedad produciendo en los hombres el deseo de posesión. A medida que la especie humana se fue domesticando, los hombres comenzaron a vivir como familia en cabañas y acostumbraban ver a sus vecinos con regularidad. Al pasar más tiempo juntos, cada persona se acostumbró a ver los defectos y virtudes de los demás, creando el primer paso hacia la desigualdad.
Según Rousseau, a medida que el hombre salvaje dejó de concebir lo que la naturaleza le ofrecía como lo prescindible para su subsistencia, empezó a ver como su rival a los demás hombres, su cuerpo no fue más su instrumento, sino que empleó herramientas que no requerían de tanto esfuerzo físico, limitando por ello sus acciones y concentrándose en el mejoramiento de otros aspectos de su nueva forma de vida, transformándose así en el hombre civilizado.
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