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Mitos
y Realidades de emigrar a Canadá
Por Konstantina Kyrtsos y Mario Ferrer de Vamos a Canadá
–Ya me enteré de que te quieres ir a
Canadá. ¿Por qué?
–Porque es un país maravilloso, de primer mundo, con bellos paisajes…
–¿Has estado antes en Canadá?
–No.
–Entonces, ¿en qué te basas para decir que es tan maravilloso?
–Me lo han dicho.
–Porque es un país maravilloso, de primer mundo, con bellos paisajes…
–¿Has estado antes en Canadá?
–No.
–Entonces, ¿en qué te basas para decir que es tan maravilloso?
–Me lo han dicho.
Emigrar a Canadá no es factible para todos
y, mucho menos, resulta una tarea fácil. Los interesados deben reflexionar
sobre su decisión, para que la experiencia sea satisfactoria.
El diálogo anterior es real. Y es
sorprendente toparse con personas que, sin haber puesto un pie en Canadá, creen
firmemente que es un paraíso terrenal. Hay que saber que, como todo país al que
se quiere emigrar, Canadá supone ventajas y desventajas. Justamente la
intención de este artículo es desmitificar algunas ideas que la gente tiene
acerca de este país y las oportunidades que ofrece.
Primer mito: Quiero
ir a Canadá para ganar dinero y después regresarme con él.
Realidad - En general, Canadá no es un
país para hacerse rico. Naturalmente, la economía y la calidad de vida son muy
buenas, pero –aunque se vive muy bien– es difícil amasar una fortuna. Y es que
la distribución de la riqueza en Canadá es como un balón de futbol americano:
las clases alta y baja están en las puntas, y la clase media, en el centro, lo
que significa que la mayoría pertenece a ese sector. En este sentido, el
sistema canadiense es más justo, pero a la vez castiga más a los que más tienen.
En definitiva, no es fácil ganar más dinero que otros.
Segundo mito: En
Canadá todos tienen un auto de lujo.
Realidad - Las bajas tasas de interés
permiten que casi cualquier persona pueda adquirir un auto nuevo o seminuevo,
pagando mensualidades de entre 300 y 600 dólares; sin embargo, esto no
significa que todos tengan un auto de lujo. Si bien las mensualidades son
relativamente bajas, se necesita contar con ingresos suficientes para cubrirlas
puntualmente.
Tercer mito: Los
canadienses tienen una cultura similar a la de los estadounidenses.
Realidad - Aunque en muchos aspectos los
canadienses piensan como los estadounidenses, en otros son muy diferentes. Por
ejemplo, en Canadá se tiende a vigilar el bienestar de la población, como en lo
relativo a los servicios de salud, que se otorgan sin importar el estrato
social de la persona. Gracias a esta actitud, no son comunes las prácticas del
favoritismo y la corrupción. Asimismo, las ciudades canadienses son mucho más
seguras y, aunque el racismo existe como en todo el mundo, el canadiense
promedio en las grandes ciudades está acostumbrado a convivir con inmigrantes.
Cuarto mito: En
Canadá atraen a gente de otros países; le dan casa y trabajo para poblar el
país.
Realidad - Es verdad que Canadá depende de
la inmigración para mantener y aumentar sus niveles poblacionales, pues la tasa
de natalidad tiende a decrecer, de ahí que atrae anualmente a más de 250 mil
personas de todo el mundo, pero ni les pone casa ni les consigue trabajo. Para
un panorama más amplio consultar el sitio de Inmigración de Canadá
(www.cic.gc.ca).
Quinto mito: La gente
no sale de su casa durante la temporada invernal; todas las actividades se
paralizan.
Realidad - La vida sigue como siempre.
Aunque haga mucho frío o abunde la nieve, los canadienses hacen su vida con
normalidad. Sólo en casos extremos, con temperaturas inferiores a -30 grados
centígrados, se cierran las escuelas y las avenidas.
Sexto mito: Si soy gerente de una empresa
transnacional en mi país y decido irme a Canadá, conseguiré trabajo rápidamente
y ganaré más.
Realidad - Ser
inmigrante no es fácil. El simple hecho de dejar todo y llegar a un país con
costumbres diferentes en donde no se conoce a nadie puede ser abrumador. La
tarea de conseguir trabajo también puede resultar titánica; así como hay
personas que lo consiguen en dos semanas, hay otras que tardan meses. Además,
los sueldos y puestos no necesariamente son los mismos que los del país de
origen; hasta es posible que se tengan que sacrificar ambos con tal de obtener
la experiencia canadiense que solicitan muchas empresas para contratar
inmigrantes. En general, una vez que se consigue el primer empleo, mejora el
aspecto laboral.
Séptimo mito: Tengo
mi propio negocio, por tanto, me voy a Canadá a emprender un negocio similar.
Realidad - Canadá acepta gustosamente
otorgar visas de entrepreneur a los pequeños empresarios que demuestren contar
con cierta cantidad de dinero. Asimismo, deben satisfacer otros requisitos para
ser considerados como emprendedores con potencial para ser exitosos, como
comprobar haber administrado algún negocio, haber tenido un porcentaje de
acciones en una compañía, crear al menos un puesto de tiempo completo y emplear
al menos a una persona que no sea familiar.
Octavo mito: Si algún
día me voy a Canadá, pondré un restaurante o una tienda de artesanías, porque
esto les encanta a los canadienses.
Realidad - Efectivamente, muchos de los
canadienses gustan de la gastronomía y el arte Latinoamericano, pero este
mercado está saturado. Sería recomendable hacer un estudio de mercado para
evaluar si un negocio de esta naturaleza resultaría rentable.
Noveno mito: Me quiero
ir a Canadá, pero antes de tramitar mis papeles quiero conseguir un trabajo
desde aquí.
Realidad - Aunque no es imposible,
conseguir un trabajo en Canadá estando fuera del país y sin poseer los
documentos para trabajar legalmente es muy difícil. La mayoría de los
inmigrantes prefiere tramitar primero su residencia y después llegar al país y
buscar trabajo, con visa en mano.
Décimo mito: Me voy a
Canadá a trabajar por unos meses y, si me gusta, me quedo.
Realidad - Además de ser ilegal trabajar
sin documentos oficiales, cada vez es más difícil entrar a Canadá como turista.
El gobierno se ha dado cuenta de que mucha gente se queda de forma ilegal, así
que los deportan al arribar. Más vale prevenir que lamentar. La posibilidad de
ser deportado debería ser más que suficiente para desalentar al aventurero.
En conclusión, no
todo lo que brilla es oro. Definitivamente vivir en Canadá vale la pena, porque
ofrece calidad de vida, seguridad, certeza económica…, pero esto no significa
que emigrar sea factible para todos y, mucho menos, una tarea fácil. En todo
caso, los interesados deben de reflexionar sobre su decisión, para que la
experiencia resulte satisfactoria.
Konstantina Kyrtsos from Vamos a Canada
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