Las Zonas Económicas Especiales: una propuesta capitalista del FMLN
La política tambaleante de la izquierda al intentar reformar el capitalismo en tiempos de crisis, le ha pasado una factura incalculable. Después del declive electoral del 4 de marzo, el gobierno de la “profundización de los cambios” de Ceren no ha hecho más que acoplarse de manera descarada a la administración de la crisis estatal, llevando a cabo medidas en contra de la clase trabajadora.
Tras la coyuntura de la lucha por la defensa del agua, el FMLN “reafirmo su compromiso” con el pueblo, “apoyando la lucha”. No obstante, no hace más que apaciguar las movilizaciones de calle mediante las luchas burocráticas en los órganos legales del Estado. Y hoy en día, demuestra los efectos nocivos de intentar beneficiar a los capitalistas y a los trabajadores por igual, a tal punto que a estas alturas no hace más que sobrevivir y salvaguardar los privilegios burocráticos de la dirección de su partido en el gobierno. El FMLN ha realizado una propuesta totalmente reaccionaria y de derecha para “desarrollar el país”.
El pasado martes 3 de julio, el gobierno presento a la Asamblea Legislativa una propuesta de ley para la creación de zonas económicas especiales. “Una Zona Económica Especial es un área geográfica delimitada dentro de las fronteras nacionales, donde las reglas de negocios son diferentes, generalmente con más beneficios para los inversionistas que las que prevalecen en el resto del país.
Según el Banco Mundial, se diseñaron como “una herramienta de comercio, inversión y de política industrial que tiene como objetivo superar las barreras que impiden la inversión en una economía más amplia”[1]
La propuesta fue presentada por el Vicepresidente de la República, Óscar Ortiz, junto con la ministra de Economía, Luz Estrella Rodríguez; el presidente de la Comisión Ejecutiva Portuaria Autónoma (CEPA), Nelson Vanegas; y el titular del Organismo Promotor de Exportaciones e Inversiones de El Salvador (PROESA), Sigfrido Reyes.
La propuesta de las ZEE
De acuerdo a la ley estas zonas estarán exentas de todo tipo de impuestos incluyendo el IVA y la Renta, durante los 25 años, el 70 % de exoneración durante 5 años más después del primer plazo y el 50 % por 5 años más después del segundo plazo, hasta que sean recuperadas las inversiones. Impuestos que los trabajadores sí cancelan a diario en todos sus consumos cotidianos. Además, poseerán la capacidad de recibir incentivos fiscales si cumplen al menos tres condiciones básicas: contratar 200 empleados, que el 50 % sean mujeres, y que tengan “políticas ambientales que cuiden los recursos dados por el gobierno a la empresa privada”.
El gobierno se ha excusado en que esto dará miles de empleos y mejorará las condiciones de vida de la clase trabajadora. Pero, en realidad, todo trabajador de las maquilas textiles de las zonas francas, sabe que esto significa que los capitalistas impondrán grandes jornadas laborales, pagarán salarios de hambre, sobre todo a las mujeres, y no darán la mínima seguridad laboral a sus trabajadores. Pero claro mientras haya empleo, “adelante el país” (!). Los capitalistas solo tendrán “un compromiso social”: el 2% de la inversión será destinado para el desarrollo de los lugares aledaños a las ZEE, que será administrado por otro ente: “Las zonas que propone el gobierno contempla las figuras de “desarrollador” y “operador económico”. El primero representa al encargado de urbanizar, construir, mantener y desarrollar los polígonos e infraestructura complementaria; mientras que los operadores son las empresas que desarrollarán cualquier actividad comercial elegida para la ZEE en la franja costero marina”[2].
Desde cualquier punto de vista, esta propuesta está enmarcada en la necesidad del capitalismo de revitalizar la industria en los países subdesarrollados para salvaguardar sus inversiones transnacionales con el fin de exportar productos más rentables y generarse mejores ganancias. En un clima de inseguridad para la inversión, no porque no haya las mejores condiciones, Centroamérica tiene lugares como estos: las zonas francas en El Salvador, las ciudades modelo en Honduras, etc.; sino más bien porque la amenaza de la sobreproducción y de las pérdidas de los burgueses por la saturación del mercado, hace más sencillo invertir capital en la bolsa de valores que en la industria, y esta es la tendencia a nivel mundial. Pero cuando existen gobiernos serviles al imperialismo y tambaleantes en sus medidas progresistas, es fácil amorillarlos a generar las mejores condiciones para la inversión privada, previendo perdidas mínimas y beneficios máximos para el gran capital mundial, volviendo a su lógica básica de producción de mercancías: inversión en capital constante y variable para generar plusvalía.
Muchas empresas coreanas ya firmaron tratados de inversión para las ZEE en El Salvador. Lamentablemente es el FMLN quien impulsa estas bases para beneficios de la derecha reaccionaria del país, que torturo y asesino a miles de compañeros durante el conflicto armado, compañeros que construyeron al FMLN y ahora lo ven sucumbir de manera vergonzosa frente al capital.
¿A quiénes benefician las ZEE?
Luz Estrella explica que, dentro de estas zonas, el gobierno aparentemente y mediante leyes escritas, tendrá soberanía por sobre las leyes internas que las rijan. No obstante, esto es lo que sucede con las Zonas Francas y en la practica el gobierno no puede hacer nada ante las políticas mezquinas de los capitalistas en estos paraísos fiscales, como lo dejo claro el caso de la empresa coreana que se retiró de la zona franca de San Marcos, recientemente, dejando sin empleo a más de 1000 obreras y obreros textiles.
Detallando la propuesta, Estrella dice: “Vamos a tener cero pagos de impuestos, cero pagos de tasas de municipales, por todo el tiempo que tenga la inversión dentro del territorio nacional. Prácticamente les estamos dando una oportunidad y decirles ‘vengan e inviertan, genérenos empleos’”, manifestó Rodríguez (!)”[3].
Mientras el vicepresidente Ortiz justifica sin argumento sólido que no se busca privatizar el territorio de la zona suroriental del país, a las que están enfocadas las ZEE. Contradicciones de este tipo, le hacen cuestionarse a uno ¿A quién benefician las ZEE? ¿A los trabajadores o al Estado? Para nada, lo que tendremos es más explotación laboral y menos ingresos estatales para inversión pública y social. Las ZEE beneficiaran solo a los grandes empresarios que inviertan en este cielo fiscal que el FMLN hoy les cede en bandeja de plata.
Luchemos en contra de estas medidas capitalistas
Recalcamos que es lamentable que el FMLN ante su incapacidad política de solventar las necesidades de las masas y ante el descredito por su oportunismo y conciliación de clases, tuvo que recurrir a apoyar, incluso, y más terrible, a proponer políticas reaccionarias como la creación de las ZEE.
Consideramos que un partido, que en sus estatutos se declara “revolucionario y socialista” impulsando medidas de este tipo, debe ser combatido por los sectores honestos del proletariado salvadoreño organizado, desenmascarar su política mezquina y organizarse para defender nuestros recursos y nuestra mano de obra en contra de los ataques del capitalismo.
Las masas trabajadoras de El Salvador necesitan empleo digno, con salarios dignos, con seguridad laboral y previsional, con acceso a servicios públicos administrados desde el Estado. Pero toda política que busque “generar empleo y mejores condiciones” a costa del sudor de las frentes y la fuerza de las espaldas de los trabajadores, es una política de derecha y reaccionaria.
Los trabajadores deben cuestionarse el apoyo hacia, el que parece ser el último gobierno del FMLN, deben afinar su organización y movilizarse en contra de dichas políticas, presentando un programa independiente en términos de clase, que se proponga medidas radicales para transformación sobre verdaderas vías socialistas de la sociedad salvadoreña.
Desde el BPJ, expresamos nuestro total rechazo a las ZEE y exhortamos a todos los revolucionarios y trabajadores consecuentes a luchar por impuestos progresivos a los grandes empresarios, desconocer la tremenda deuda pública, nacionalización de los servicios estatales privatizados, entre otras medidas, que permitirían poseer más inversión estatal a lo social con fondos propios, sin más deuda pública y en beneficio de la mayoría de la población. Para ello, es necesario echar a la burguesía y sus lacayos de “izquierda” del gobierno de nuestro país, y construir un gobierno de los trabajadores y para los trabajadores.
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