primera parte
Descubrimiento de América Latina
1Al VI Congreso de la Internacional Comunista efectuado en el verano de 1928 se le considera como el congreso del “descubrimiento de América Latina”. En el mismo se aprobó el primer programa de la Comintern que incluía la posibilidad de la edificación del socialismo en un solo país mediante un proceso acelerado. La defensa de la URSS se constituyó en una tarea primordial. La proletarización de sus secciones, así como la unidad, disciplina e incondicionalidad fueron los principios fundamentales delineados bajo el precepto de la “bolchevización”. La consigna general aceptada fue clase contra clase, la cual consideraba a la socialdemocracia como el ala izquierda del fascismo y la más peligrosa, prohibía alianzas con otras tendencias ideológicas y el trabajo dentro de los sindicatos reformistas y en los parlamentos burgueses. El frente único solo se podría concertar con elementos de base.
2El finlandés Otto Kuusinen, en su informe sobre el problema colonial, clasificó a los distintos países latinoamericanos en un mismo grupo, catalogados como semicolonias que cada vez se acercaban más la condición de colonias al perder su autonomía por la creciente inversión de capitales extranjeros, la desfavorable balanza comercial y la injerencia política y militar de los imperialistas en estos territorios. En cuanto al rol de la burguesía en los movimientos de liberación nacional consideraba que, por su actitud vacilante y propensa a los compromisos con los capitalistas foráneos, no debía ser aliada de los proletarios, llamados a desempeñarse como fuerza decisiva y dirigente en esos procesos.
3Durante los debates el ecuatoriano Ricardo Paredes criticó la clasificación anterior y propuso la utilización del término países dependientes para naciones como Argentina y Brasil donde no era válida la consigna de revolución agraria, democrático-burguesa, porque los latifundios estaban bajo control de la burguesía y no de un sector feudal. Por ello proponía una política de concertación con los campesinos y los pequeño-burgueses.
4El suizo Jules Humbert-Droz, jefe del Secretariado que atendía a América Latina, pensaba que, al no existir un capitalismo nacional desarrollado y los obreros estar desorganizados, los movimientos revolucionarios habían adquirido un carácter democrático-burgués, agrario y antimperialista con participación de los campesinos, indígenas, obreros y pequeño-burgueses, poniendo como ejemplos la Revolución Mexicana y la lucha de Sandino. Por lo cual proponía crear alianzas circunstanciales con las organizaciones de la burguesía nacionalista y reforzar los bloques obreros y campesinos. Entendía que para enfrentar al panamericanismo se debía asumir el lema “Por una unión federativa de repúblicas obreras y campesinas”.
- 1 Ver Daniel Kersffeld, La recepción del marxismo en América Latina y su influencia en las ideas de i (...)
5En tanto el ruso Serguei I. Gusev entendía que todos esos constituían un grupo particular de países semicoloniales y que ante el poder de los propietarios agrícolas y capitalistas extranjeros se debía crear un bloque revolucionario antimperialista y antiterrateniente compuesto por obreros urbanos y rurales, campesinos pobres y proletarizados. El imperialismo norteamericano era el principal opresor nacional y enemigo de clase y en esas condiciones suponía imposible la revolución democrático-burguesa. Creía que solo la revolución socialista podría liberar a los explotados y repartir las tierras. En América Latina, la tarea primordial consistiría en organizar los partidos comunistas con cuadros extraídos del proletariado industrial, aliados con campesinos y obreros agrícolas.1
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