LA POBREZA Y LAS POLÍTICAS
ECONÓMICAS
Una
cortina de pobreza ha descendido sobre nuestro mundo, dividiéndolo en dos
mundos material y psicológicamente diferentes, en dos planetas separados, en
dos humanidades desiguales: una embarazosamente rica y otra desesperadamente
pobre. La lucha por levantar esta cortina de la pobreza seguramente es el
desafío más formidable de nuestra época.
Mahbuf Ul Haq.
INTRODUCCIÓN
La política social es concebida como una
política fundamental para la estabilidad y el mejoramiento de la sociedad. La
construcción de esta política social tiene su fundamento en la cultura,
incluyendo las creencias religiosas y los conceptos sobre individualismo y
solidaridad, la composición y el origen étnico y racial de las naciones, los
recursos económicos que cada país está dispuesto a asignar al bienestar y a la
seguridad de sus ciudadanos y el desarrollo político alcanzado.
A partir de lo anterior se construyen las
instituciones y las modalidades públicas y privadas que pondrán en práctica la
política social asumida y se irán modificando de acuerdo con los grupos de
interés y los cambios sociales que se vayan generando.
Esta política social debe ser pluralista e
incluyente, sustentada en la tolerancia, la libertad, la solidaridad y la
justicia para poder lograr sus objetivos. La pobreza es sin duda uno de los
problemas más apremiantes y preocupantes de nuestro tiempo. Centenares de
millones de seres humanos viven en la pobreza, lo que ha generado una situación
tal, que si no se soluciona rápidamente podría provocar serios trastornos
mundiales.
CAPITULO I. CONCEPTO DE POBREZA.
La concepción de la pobreza varía según el
país y la cultura política de que se trate. Los criterios para distinguir a los
pobres de los no pobres reflejan prioridades nacionales, conceptos normativos
de bienestar y derechos individuales.
A la pobreza se le define como “necesidad,
estrechez, carencia de lo necesario para la vida. Falta, escasez...cortedad de
bienes.”
Además, este fenómeno también puede ser
apreciado desde varios ángulos en opinión del Doctor Soberanes , por ejemplo:
desde el punto de vista de la economía, la pobreza es lo contrario a la riqueza
o una de las formas de expresión de desequilibrio en la distribución de la
misma; para la sociología, los pobres conforman un estrato social que
constituye un obstáculo para el desarrollo personal y colectivo; por su parte
el derecho ha entendido la pobreza como una forma de “capitis deminutio”, o
sea, una forma de limitar el ejercicio de los derechos subjetivos.
El pobre como sujeto y la pobreza como
fenómeno social son categorías de excepción para ciertas modalidades e
instituciones jurídicas. Ante la pobreza, los principios de igualdad y equidad
se transforman para dar cabida al reconocimiento de las diferentes formas de
desigualdad, con lo que se propicia el nacimiento del llamado derecho social,
cuya finalidad es la justicia social.
Vemos entonces que, para el derecho, los pobres
se convierten en un estado que requiere protección jurídica, y se crea un marco
personalizado de normas jurídicas que intentan salvar las desigualdades, pero,
desgraciadamente, eso no soluciona el problema de fondo.
Son muchos los factores que concurren en
el fenómeno de la pobreza, por lo que es necesario analizarlo en toda su
magnitud para estar en posición de proponer soluciones. Uno de los factores más
importantes es, a mi juicio, la repercusión de la economía mundial en todos los
países, sean estos ricos o pobres.
LA MEDICIÓN DE LA POBREZA.
¿Por qué es importante la medición de la
pobreza? Existen varias razones. Una de ellas, y a mi juicio la más importante,
es que tiene un cometido político, porque conduce a motivar acciones y
propiciar políticas que lleven a la superación de ese mal, es decir, no se
trata solamente de un ejercicio académico, sino de un verdadero análisis que
pone de manifiesto la complejidad de conocer de manera precisa la magnitud de
la pobreza y por ende, la dificultad que conlleva el proponer soluciones.
No podemos combatir la pobreza si no
sabemos precisar lo que ésta es, cuántos pobres hay, dónde se localizan y
porqué lo son. Si no sabemos la respuesta a las anteriores cuestiones, se corre
el riesgo de tomar decisiones políticas equivocadas.
Aunque actualmente este tema se está
discutiendo abiertamente, hasta hace poco, los gobiernos de América Latina eran
reticentes incursionar en el tema de la pobreza, tenían recelo y rechazo para
conocer la magnitud del fenómeno. Actualmente la pobreza ya no es sólo un
problema moral, sino un imperativo de índole económica, al que los gobiernos y
los organismos internacionales buscan solución.
Se han utilizado métodos de medición de la
pobreza y cada uno tiene ventajas y desventajas, por lo que el método elegido
debe adecuarse a las circunstancias del país de que se trate. En América Latina
el método más empleado es el llamado “De ingreso”, o de la “Línea de pobreza”,
por lo que brevemente se tratará de describirlo, siguiendo al efecto los lineamientos
de Bertha Lerner.
Este método adopta el poder adquisitivo o
la capacidad potencial como parámetro esencial para medir la pobreza. Implica
dos pasos esenciales: calcular primeramente un ingreso mínimo o línea de
pobreza, con el cual todas las necesidades mínimas quedan satisfechas, el
segundo paso es identificar a los hogares que tienen ingresos menores a los de
la línea de pobreza.
¿Cómo se define la línea de pobreza?
Existen varios pasos:
Primero. Definir las necesidades básicas y
sus componentes.
Segundo. Definir una canasta normativa de
satisfactores esenciales para cada
Hogar.
Tercero. Definir las cantidades y
calidades necesarias de cada componente.
Cuarto. Calcular el costo de la canasta
normativa de satisfactores esenciales para cada hogar que se constituye en la
línea de pobreza.
Quinto. Comparar la línea de pobreza con
el ingreso del hogar o con su consumo.
Sexto. Clasificar como pobres todos los
hogares cuyo ingreso es menor que la línea de pobreza y cuantificar la pobreza
por individuo suponiendo que todas las personas que pertenecen a un hogar
pobre, son pobres.
CAPITULO II. LA SITUACIÓN DE LA ECONOMÍA MUNDIAL
La globalización de la economía ha
consolidado numerosos lazos de dependencia entre los países, sin embargo, no se
ha reparado en su impacto en las sociedades nacionales. En el interior de cada
país ese impacto se ha traducido, con sus correspondientes matices, en una
reducción del bienestar social porque la competencia internacional induce a la
innovación tecnológica, lo que asegura el crecimiento económico, más no elimina
los problemas derivados de la desigualdad social ni genera más empleos.
Precisamente, la informática y las telecomunicaciones han generado un tipo de
empleo más especializado, con un alto grado de calificación que ha dejado sin
trabajo a millones de personas. De lo anterior se concluye que existe una falsa
asociación entre crecimiento económico y bienestar social.
La situación mundial que existe en estos
momentos tiene graves consecuencias para los pueblos y las economías tanto de
los países desarrollados como de los países en desarrollo, el desempleo y el
subempleo han aumentado notablemente, y el progreso social logrado en el curso
de muchos años corre el peligro de desaparecer.
Hoy, el problema más grave de los países
industrializados es el desempleo. Los factores que han intervenido para crear
esta situación, son muchos, según los expertos en el tema. Algunos de ellos
son: el aumento de la oferta de mano de obra por la fuerte natalidad registrada
en los años posteriores a la segunda guerra mundial; el incremento de la
participación de la mujer en la población activa laboralmente; la mayor rigidez
del mercado del empleo y los salarios y el gran avance tecnológico que provocó
reducciones de personal en muchas industrias.
Todo lo anterior provocó que el desempleo
alcanzara altos niveles y también que la inflación se agravara. Para recobrar
su equilibrio, los países industrializados otorgaron prioridad a combatir la
inflación mediante políticas tributarias y monetarias restrictivas. Esto redujo
la inflación, pero a expensas del desarrollo económico y del empleo, no solo en
el país respectivo, sino también en el exterior.
Si lo anterior expuesto es aplicable a
países desarrollados, por mayoría de razón, a los que están en vías de
desarrollo y que son más susceptibles de ser afectados por las crisis de la
economía mundial.
CAPITULO III. CAUSAS Y FACTORES QUE INCIDEN EN EL AUMENTO
DE LA POBREZA
Es interesante notar que algunos
estudiosos del tema opinan que lo que se conoce del fenómeno de la pobreza,
tanto en México como en otros países de América Latina, es escaso y referido
más a problemas de medición y cuantificación que al análisis de las causas que
lo generan. Se sugiere dar mayor atención al estudio de diversos fenómenos
socioeconómicos, como por ejemplo, los factores que determinan la distribución
del ingreso y la riqueza nacionales, que constituyen dos de los determinantes
de la pobreza.
Por otra parte, es triste constatar que en
varios de los países pobres muchos de los recursos necesarios para el
desarrollo se encuentran a la mano, desaprovechados o mal aprovechados.
Destacan entre ellos la inteligencia, el ingenio y la propia fuerza de trabajo.
Hay regiones donde no se practican los cultivos múltiples y durante ciertas
épocas ociosas, las personas que se dedican a la siembra padecen desempleo.
Otra gran fuerza de trabajo puede estar desempleada en el sentido de que se
ocupa en tareas cuyo nivel de productividad es muy bajo. También otros factores
que influyen en esta situación es la escasa motivación, la mala salud y la
injusticia que se encuentra en la mayor parte de estos países, pero sobre todo
en las áreas rurales.
La explotación y la desigualdad a las que
están sujetos estos grupos de población, son desmoralizantes, engendran
resentimiento y embotan la iniciativa y la creatividad. Cuando la desigualdad
es tan grave que los niños pobres sufren deficiencias proteínicas su
inteligencia se ve permanentemente afectada y su talento creativo se destruye.
En algunos países donde la privación
material es menos grave, los efectos sobre la iniciativa y la innovación pueden
ser similares, debido a las consecuencias psicológicas de la falta de
incentivos y de la organización social que permite que una minoría concentre la
riqueza en detrimento de la mayoría.
La mano de obra no es el único recurso que
se encuentra mal utilizado; en muchos países no se explotan con eficiencia la
tierra y otros recursos naturales que podrían servir para abatir la pobreza y
propiciar el desarrollo.
CONCLUSIONES Y PROPUESTAS
No podemos permanecer indiferentes ante el
panorama expuesto, pero proponer una solución tampoco es fácil. No es un
objetivo sencillo lograr una recuperación duradera de la economía mundial que
beneficie a todos los países, sean industrializados, en vías de desarrollo o
pobres, y permita la creación de más empleos y el abatimiento de la pobreza. Ni
entre los países, ni dentro de cada uno de ellos se ponen de acuerdo acerca de
las medidas a tomar para lograrlo.
Sí podemos afirmar que es imperativo que
todos los países, y en especial lo más desarrollados económicamente, tengan
presente al elaborar sus políticas internas, la dependencia recíproca cada vez
mayor entre los países en el ámbito económico mundial.
Es imperativa una estrategia de desarrollo
que dé preferencia al empleo y a una mayor productividad de la sociedad en su
conjunto, como medios para aumentar los ingresos, redistribuir los frutos del
crecimiento económico y satisfacer las necesidades esenciales.
La gran magnitud del trabajo humano que no
se utiliza o se utiliza sólo parcialmente significa un lamentable
desaprovechamiento de recursos y entraña la amenaza de la desintegración de las
sociedades nacionales y la desaparición de las importantes conquistas sociales
logradas en muchos países en las últimas décadas.
Por lo anterior, nos parece oportuno
proponer lo siguiente:
a) Incrementar la ayuda a los países
pobres a través de organismos internacionales.
b) Crear nuevos mecanismos en relación al
problema de la deuda externa que limita el crecimiento de muchos países, sobre
todo en América Latina.
c) Implementar políticas internas en los
países en desarrollo que incluyan el asumir la responsabilidad de su propio
desarrollo y disminuir su vulnerabilidad a los trastornos económicos originados
en el extranjero.
d) Proveer la creación de empleo
productivo y activa participación de los pobres en el desarrollo. Esto es
indispensable en toda política económica y social, y debe ir acompañada de los
cambios estructurales que sean necesarios.
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