QUIENES NOS DOMINAN LO SABEN, ¿LO SABE USTED? Lecciones de Ciencias Políticas III: política, individuo y colectividad
QUIENES NOS DOMINAN LO SABEN, ¿LO SABE USTED?
Lecciones de Ciencias Políticas III: política, individuo y colectividad
Joel Arriola
Hace algunos meses comenzamos a escribir algunas
reflexiones básicas de Ciencias Políticas, con el propósito de popularizar –en
la medida de lo posible– una serie de conceptos y recursos analíticos que
permitan al lector orientar el pensamiento por una senda crítica que contribuya
a solucionar la crisis teórica de la izquierda y el pensamiento crítico
salvadoreño.
No es de menor importancia, además, la necesidad
de ligar a las voces críticas de la juventud y de la izquierda por ahora
dispersas, en un solo esfuerzo unitario, con una sólida base identitaria. Estas
notas van pues, en el sentido de contribuir a forjar dicho esfuerzo.
La política: individuo y colectividad
Las contribuciones de Karl Marx al pensamiento
crítico son fundamentales. Sin embargo, en el país la juventud y la izquierda
en general reivindican muy poco a este pensador. No es que su figura sea desconocida,
sino que su pensamiento ha llegado –cuando de verdad ha llegado– mutilado por
“las biblias” de la extinta URSS, los viejos Partidos Comunistas o –porque no
decirlo– por la caricatura de algunos trotskismos. Volver a Marx, al
pensamiento vivo de Marx y no a la caricatura dogmática que nos ofrecieron los
manuales, sin duda nos resultaría de mucha utilidad.
La política, para Marx, es una cuestión no de
individuos, sino de colectividades. Es decir, alguna ley que facilita la
penetración de empresas mineras al país, o algún tratado que viola el derecho
al trabajo o a la huelga, por ejemplo, no son producto del pensamiento de
alguna persona aislada. Quizás decir esto parezca una trivialidad, pero cuando
observamos a cientos de jóvenes apoyar fervorosamente las prácticas de, por
ejemplo, el alcalde de San Salvador Nayib Bukele, a quien se le admira y sobre
quien versan esperanzas en razón de “su personalidad independiente de partidos
políticos y otras fuerzas” uno se da cuenta que tal cosa no es tan insignificante.
La política es una cuestión de colectividades,
más aún, es una cuestión de colectividades que responde siempre y en todo lugar
a una cuestión de clase. ¿A que nos referimos con esto? Pues que la formación
de leyes, tratados, las políticas públicas y el rumbo económico y político del
país en general poco tiene que ver con la decisión de algún que otro individuo
aislado. No se trata de que tan buenas y nuevas ideas pueda tener algún
personaje, o que tan humilde sea, cuales sean sus deseos, etc., sino de a que
colectividad responde su política.
La colectividad y las clases sociales
No existen colectividades en abstracto. Es
decir, los grupos se forman siempre en base a algo: cultura, lengua, religión
y, a menudo, intereses. Las colectividades políticas –al menos en las esferas
altas de la sociedad– se forman siempre sobre la base de intereses económicos
comunes. El partido ARENA, FUSADES, ANEP, etc. son, por ejemplo, una
colectividad política agrupada en torno a un interés económico común: el interés
de los sectores oligárquicos del país que por años han vivido a costa de la
explotación, expoliación y opresión del pueblo salvadoreño. Hoy en día, la
cúpula del FMLN, empresarios ligados a GANA, algunos excafetaleros, el grupo
ALBA, etc. forman otra colectividad de clase: la burguesía emergente no
oligárquica.
En ese sentido pues, si la política no es una
cuestión de individuos, sino de colectividades y estas son colectividades con
arreglo a intereses económicos, no queda más que aceptar que siempre que busquemos
analizar y juzgar una u otra acción de algún dirigente político, un gobernante,
un alto empresario ligado con la política, etc., debemos aprender a observar
más que discursos, promesas, cosas positivas y negativas, el interés de una
colectividad de clase, la preocupación de un sector que mediante diferentes
mecanismos, leyes, políticas sociales, etc. intenta llevar adelante su proyecto
de dominación sobre el conjunto de la sociedad.
Y este es el primer punto de orden que queremos
dejar en este primer artículo: la política no es cuestión de individuos, sino
de colectividades y estas últimas (al menos cuando se trata de colectividades
políticas dominantes) se agrupan en torno a intereses de clase, por eso, cuando
busquemos apreciar una u otra acción política debemos siempre juzgarla en razón
del grupo o colectividad de clase a la que responde y a que favorece. Cuando
logremos tal empresa habremos podido discernir, de entre las promesas y los
discursos, los intereses y proyectos de dominación de una u otra colectividad
de clase.
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