EE UU: El regreso de los espíritus animales y la FED
Alejandro Nadal
16/03/2017
En sus reuniones de hoy y mañana (15 y 16 de marzo) es casi seguro que la Reserva Federal (Fed) decidirá incrementar la tasa de interés. Será un aumento modesto, pues no quiere cometer errores en aras de detener presiones inflacionarias, que siguen siendo débiles. El incremento esperado es de unos 25 puntos base para llevar la tasa líder de corto plazo al rango de 0.75-1.00 por ciento. Es un aumento moderado que va en la línea de la señora Janet Yellen, presidenta de la Fed, quien no quiere ser recordada como la persona que sofocó la recuperación de la economía de Estados Unidos.
La Fed ha dicho que 2017 vería otros dos incrementos en la tasa de interés de referencia, justificando dicha perspectiva con la idea de que es necesario regresar a una postura más normal de política monetaria. Rebosando confianza, el influyente presidente de la Reserva Federal de Nueva York, William Dudley, expresó recientemente que era evidente que los espíritus animales se habían desatado a partir de la elección de Trump. Se refería a que el sentimiento de mercados, inversionistas y consumidores ha mejorado notablemente, debido a los planes de reducción de impuestos de la nueva administración y los proyectos de inversiones en infraestructura. Según Dudley, los agentes económicos tienen confianza en que este paquete de medidas hará posible una mayor tasa de crecimiento.
El panorama internacional también es visto por la Fed como bien adaptado a un incremento de la tasa de interés. En Europa los temores de una desintegración de la unión monetaria parecen disiparse (por el momento). Y si bien todavía no se alcanza la meta de inflación de 2 por ciento, el Banco Central Europeo piensa que el riesgo de caer en una espiral deflacionaria se ha ido desvaneciendo. Todo este bonito panorama puede ser una ilusión, pero por el momento la Fed no tiene que preocuparse demasiado por el escenario de una unión monetaria en plena descomposición. Y hasta el panorama en Japón aparece más tranquilo, aunque las fuerzas del desendeudamiento siguen su curso y el letargo no desaparece.
Pero el efecto de un incremento de la tasa de interés sobre los llamados mercados emergentes no será positivo. Esa medida estará asociada con el fortalecimiento del dólar y hará más difícil enfrentar deudas denominadas en la divisa estadunidense. Además, puede detonar una fuga de capitales que tendrá que ser contrarrestada con mayores tasas de interés en esas economías, lo que desatará nuevas presiones sobre la inversión y el crecimiento. Pero los mercados emergentes es lo último que preocupa a la Fed en este momento.
Lo que hace titubear a la Reserva Federal es que las perspectivas de corto y mediano plazos sobre la economía estadunidense no son del todo favorables. Para empezar, hay mucha incertidumbre alrededor de los incentivos fiscales y los planes de inversión que la administración Trump ha prometido. Y es que si esas medidas llegan a tener un efecto favorable sobre el crecimiento, ese resultado no será observable, sino hasta el año que viene.
Además, los datos sobre empleo y remuneraciones no dan soporte a la idea de que los salarios pueden actuar como una nueva fuente de presiones inflacionarias. Aunque la Fed sigue teniendo fe en que se está cerca de la tasa de desempleo que contribuye al crecimiento de la inflación, la realidad es que los salarios permanecen estancados (o en franco retroceso en varios sectores clave) y no representan un peligro para el índice de precios. El aumento salarial real en 2015 fue un humilde 2 por ciento, pero incluso ese ritmo de incremento se redujo y hasta alcanzó una tasa negativa en los primeros meses de este año. Todo esto es consistente con el hecho de que los empleos que se han ido creando en años recientes son de mala calidad y, en muchos casos, de tiempo parcial.
Los mercados financieros ya han descontado el impacto de un incremento en la tasa de interés. Pero eso no debe interpretarse como un síntoma de buena salud económica. La inyección de 4 billones de dólares en el sistema bancario y financiero a través de la famosa flexibilidad cuantitativa ha servido para crear una nueva burbuja en los precios de activos financieros y por eso el índice de cotizaciones de Standard & Poor llegó a niveles históricos. Hoy el propio Robert Shiller, el economista que mejor analizó la inflación de precios en el sector inmobiliario, alerta sobre la burbuja que se ha gestado en el mercado de valores. Ni duda cabe: un mercado de valores boyante puede muy bien coexistir con una economía maltrecha.
La expresión "espíritus animales" se debe a Keynes y fue utilizada para denotar que en la formación de expectativas no bastan los fríos indicadores económicos. Pero así como se pueden inclinar estas fuerzas primales por el optimismo, también se pueden orientar por la desilusión. El aumento en la tasa de interés instrumentado por la Reserva Federal tendrá efectos múltiples, pero no cambiará la estructura y mediocridad del desempeño de la economía de Estados Unidos.
La Fed ha dicho que 2017 vería otros dos incrementos en la tasa de interés de referencia, justificando dicha perspectiva con la idea de que es necesario regresar a una postura más normal de política monetaria. Rebosando confianza, el influyente presidente de la Reserva Federal de Nueva York, William Dudley, expresó recientemente que era evidente que los espíritus animales se habían desatado a partir de la elección de Trump. Se refería a que el sentimiento de mercados, inversionistas y consumidores ha mejorado notablemente, debido a los planes de reducción de impuestos de la nueva administración y los proyectos de inversiones en infraestructura. Según Dudley, los agentes económicos tienen confianza en que este paquete de medidas hará posible una mayor tasa de crecimiento.
El panorama internacional también es visto por la Fed como bien adaptado a un incremento de la tasa de interés. En Europa los temores de una desintegración de la unión monetaria parecen disiparse (por el momento). Y si bien todavía no se alcanza la meta de inflación de 2 por ciento, el Banco Central Europeo piensa que el riesgo de caer en una espiral deflacionaria se ha ido desvaneciendo. Todo este bonito panorama puede ser una ilusión, pero por el momento la Fed no tiene que preocuparse demasiado por el escenario de una unión monetaria en plena descomposición. Y hasta el panorama en Japón aparece más tranquilo, aunque las fuerzas del desendeudamiento siguen su curso y el letargo no desaparece.
Pero el efecto de un incremento de la tasa de interés sobre los llamados mercados emergentes no será positivo. Esa medida estará asociada con el fortalecimiento del dólar y hará más difícil enfrentar deudas denominadas en la divisa estadunidense. Además, puede detonar una fuga de capitales que tendrá que ser contrarrestada con mayores tasas de interés en esas economías, lo que desatará nuevas presiones sobre la inversión y el crecimiento. Pero los mercados emergentes es lo último que preocupa a la Fed en este momento.
Lo que hace titubear a la Reserva Federal es que las perspectivas de corto y mediano plazos sobre la economía estadunidense no son del todo favorables. Para empezar, hay mucha incertidumbre alrededor de los incentivos fiscales y los planes de inversión que la administración Trump ha prometido. Y es que si esas medidas llegan a tener un efecto favorable sobre el crecimiento, ese resultado no será observable, sino hasta el año que viene.
Además, los datos sobre empleo y remuneraciones no dan soporte a la idea de que los salarios pueden actuar como una nueva fuente de presiones inflacionarias. Aunque la Fed sigue teniendo fe en que se está cerca de la tasa de desempleo que contribuye al crecimiento de la inflación, la realidad es que los salarios permanecen estancados (o en franco retroceso en varios sectores clave) y no representan un peligro para el índice de precios. El aumento salarial real en 2015 fue un humilde 2 por ciento, pero incluso ese ritmo de incremento se redujo y hasta alcanzó una tasa negativa en los primeros meses de este año. Todo esto es consistente con el hecho de que los empleos que se han ido creando en años recientes son de mala calidad y, en muchos casos, de tiempo parcial.
Los mercados financieros ya han descontado el impacto de un incremento en la tasa de interés. Pero eso no debe interpretarse como un síntoma de buena salud económica. La inyección de 4 billones de dólares en el sistema bancario y financiero a través de la famosa flexibilidad cuantitativa ha servido para crear una nueva burbuja en los precios de activos financieros y por eso el índice de cotizaciones de Standard & Poor llegó a niveles históricos. Hoy el propio Robert Shiller, el economista que mejor analizó la inflación de precios en el sector inmobiliario, alerta sobre la burbuja que se ha gestado en el mercado de valores. Ni duda cabe: un mercado de valores boyante puede muy bien coexistir con una economía maltrecha.
La expresión "espíritus animales" se debe a Keynes y fue utilizada para denotar que en la formación de expectativas no bastan los fríos indicadores económicos. Pero así como se pueden inclinar estas fuerzas primales por el optimismo, también se pueden orientar por la desilusión. El aumento en la tasa de interés instrumentado por la Reserva Federal tendrá efectos múltiples, pero no cambiará la estructura y mediocridad del desempeño de la economía de Estados Unidos.
Economista. Miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso.
La Jornada, 15 de marzo 2017
Comentarios
Publicar un comentario