La concepción metafísica de la naturaleza es antagónica a la concepción dialéctica del marxismo
«La metafísica considera la naturaleza como un conjunto de cosas definitivamente fijas. Pero hay dos maneras de considerar así las cosas. La primera manera considera que el mundo está absolutamente inmóvil, pues el movimiento no es más que una ilusión de nuestros sentidos. Si quitamos esta apariencia de movimiento, la naturaleza no se mueve. Esta teoría fue sostenida por una escuela de filósofos griegos a los que se llama eleáticos. Esta concepción simplista está en contradicción tan violenta con la realidad que ya no es defendida en nuestros días. La segunda manera de considerar la naturaleza como un conjunto de cosas fijas es mucho más sutil. No se dice que la naturaleza está inmóvil, queda admitido que se mueve, pero se afirma que esta animada por un movimiento mecánico. Aquí, la primera manera desaparece; ya no se niega el movimiento y esto no parece ser una concepción metafísica. Se llama a esta concepción «mecanicista» o el «mecanicismo». Constituye un error que se comete muy frecuentemente y que volvemos a encontrar en los materialistas de los siglos XVII y XVIII. Hemos visto que no consideran la naturaleza como inmóvil, sino en movimiento; sólo que para ellos ese movimiento es simplemente un cambio mecánico, un desplazamiento. Admiten todo el conjunto del sistema solar –la Tierra gira alrededor del sol–, pero piensan que ese movimiento es puramente mecánico, es decir, un simple cambio de lugar, y consideran ese movimiento únicamente bajo este aspecto. Pero las cosas no son tan simples. El girar de la Tierra es, ciertamente, un movimiento mecánico; pero mientras gira puede experimentar influencias, y, por ejemplo, enfriarse. Por lo tanto no se trata solamente de un desplazamiento: también se producen otros cambios. Lo que caracteriza, pues, esta concepción llamada «mecanicista», es que se considera solamente el movimiento mecánico.
Si la Tierra gira sin cesar y no le ocurre nada más, la Tierra cambia de lugar pero la misma Tierra no cambia; permanece idéntica a sí misma. No hace más que seguir girando siempre y siempre, antes como después de nosotros. De ese modo, todo pasa como si nada hubiese pasado. Por lo tanto, vemos que admitir el movimiento, pero haciendo de éste un puro movimiento mecánico, es una concepción metafísica, porque este movimiento es sin historia. Un reloj que tuviera órganos perfectos, construido con materiales que no se gastaran, marcharía eternamente sin cambiar en nada y el reloj no tendría historia. Una tal concepción del Universo se encuentra continuamente en Descartes. Él trata de reducir a la mecánica todas las leyes físicas y fisiológicas. No tiene ninguna idea de la química –véase su explicación de la circulación de la sangre– y su concepción mecánica de las cosas será también la de los materialistas del siglo XVIII. Haremos una excepción con Diderot, que es menos puramente mecanicista y que en ciertos escritos vislumbra la concepción dialéctica. Lo que caracteriza a los materialistas del siglo XVIII es que convierten a la naturaleza en un mecanismo de relojería. Si verdaderamente fuera así, las cosas volverían continuamente al mismo punto sin dejar huellas y la naturaleza permanecería idéntica a sí misma, lo que es precisamente el primer carácter del método metafísico». (Georges Politzer; Principios elementales de la filosofía, 1949)
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