Como buenos salvadoreños, siempre celebramos lo que otros hacen. Al final nosotros también lo hicimos ¿si como no?
Como buenos salvadoreños,
siempre celebramos lo que otros hacen.
Al final nosotros también
lo hicimos ¿si como no?
Un pueblo cansado de tanta mentira, o más bien dicho de pura sátiras
jurídicas, ladrones en todos los aparatos del estado, y con una corrupción galopante,
no es para menos donde un pueblo dice ya basta.
Las izquierdas porque no se puede
decir que hay un sólido movimiento de izquierda en mi país El Salvador., donde
no llega ni hacer cosquilla, a un alcalde mucho podríamos decir al aparato
estatal. Existen chispazos que no cuajan, mas bien desmoralizan ya que bien con
el mismo lumbrera de lo compartimentado y seudos líderes de los cuales ya no se
tiene la certeza que van hadar lo poco o lo mucho para el pueblo. Hay quienes
se suben al caballo solo para ver sus propios intereses personales, y una forma
de vida.
El pueblo salvadoreño ya no quiere mas,
estribillos de consignas desfasadas y líderes mediocres o com. Pasados turbios.
Quienes han cambiado el calzoncillo las veces que se les a ocurrido. Claro
social demócratas, O derechas, estas están como digo Juan mas y mas ladrones.
Ahora bien vamos a desarrollar y hacernos
mierda con una lectura.
¿Tiene
usted clase?
Usted, trabajador asalariado que se pasa el
día pringando para que otros ganen dinero, y cuya máxima aspiración consiste en
poder llegar a fin de mes, pagar la hipoteca y tener una jubilación decente
cuando se haga mayor. Usted, trabajadora autónoma, puteada por la competencia
de las grandes empresas, viendo cómo mengua constantemente su facturación,
aumentan los intereses de sus préstamos y corre serio peligro de caer en el
paro sin subsidio. Usted, trabajador funcionario, cuyos ya escasos ingresos han
entrado en barrena hacia el recorte de presupuestos, que se va a quedar sin
paga extra, sin seguro médico y sin trabajo como a los que usted sabe se les
vaya un poco más la mano con la tijera, como en Alemania se les ha ido. Usted, trabajadora
en desempleo, que ve cómo llega rápidamente la fatídica fecha en la que se le
acaba el subsidio o los cuatrocientos y pico cochinos dólares que le dan
después de pasarse años currando como una enana. Usted, jubilado con la mínima,
o un poquito más los de AFP Y SUS TENTÁCULOS PARA HACERLO MIERDA MAS DE LO QUE
YA ESTA., o la no contributiva, que ve cómo mes tras mes su ya escasa pensión no le da ni para
cenarse un paquete de pipas con sal y está pensando seriamente en sustituir las
bombillas por cirios pascuales, a ver si así, de paso que reduce la factura de
la luz, algún santo intercede por su ajustadísima situación económica…
Usted
tiene clase.
Y aunque
la de cada uno sea la de cada cual, todas sus clases tienen, al menos, un rasgo
en común. Ese rasgo es el derecho y la imperiosa necesidad de una adecuada
cobertura social para poder vivir dignamente. Una buena nómina a fin de mes, un
contrato indefinido, una asistencia sanitaria de calidad, un buen seguro de
desempleo, una enseñanza pública y adecuada para sus hijos, una pensión que
compense las décadas de vida gastadas trabajando en lugar de disfrutando, y que
le permita pasar la que le queda en este valle de lágrimas sin sufrir las
dentelladas de la miseria… Usted es, en el todo o en la parte, Clase
Trabajadora. La necesidad y el derecho a la cobertura social es el rasgo común
que le une al resto. Como el pegamento a los cromos de un álbum.
¿Pero es
que ese porrón de millones del presupuesto del Estado va a desaparecer, por
arte de birlibirloque, de la circulación? No, la plata no se esfuma. Va a alguna
parte. ¿A dónde? Recuerde usted ahora la indecente cantidad de préstamos a bajo
interés que el estado ha concedido graciosamente a los bancos, las subvenciones
públicas a grandes industrias, la deuda pública a óptimo interés que son
acaparadas por especuladores de talla internacional… Ahí, ahí. Ahí es donde va
a ir a para nuestra cobertura social: A la gran Banca y a la Clase Capitalista.
Pero los Salvadoreños estamos bien pero no
dicen que JODIDOS.
Décadas de pasividad, los grandes sindicatos están
tocando a rebato. Llaman a la Huelga General contra ese desvío del presupuesto
público desde la cobertura social a manos del negocio privado. Y usted (no lo
niegue) se está planteando seriamente secundarla o no. Para usted, la
posibilidad de no ir a la huelga es un método de justo castigo a unas organizaciones que deberían haber defendido
mejor sus derechos y no lo han hecho. Como si ahora su lucha, sus intereses y su
mismísima subsistencia estuviesen contra los sindicatos. Veamos el caso
de ANDES 21 JUNIO que por 50 centavos de dólar se les callo el hocico hipócrita
sindicato y de esa misma manera han caído tan bajo muchos de los sindicatos …..
Pero
no es así. La lucha, el conflicto, siguen siendo los mismos: Las Clases
Trabajadoras contra la Banca y el gran Capital especulativo. Haya o no haya
sindicatos de por medio, lo hayan hecho bien, regular, mal o como el culo, las
millones se continúan repartiendo entre
estas dos Clases Sociales antagonistas: La Clase que tiene derecho y necesidad
de cobertura social (usted, asalariado; usted, autónoma; usted, funcionario;
usted, sin trabajo y usted, jubilado) y
la Clase que quiere acaparar para su propio y privado provecho esa cobertura
social ante las vacas flacas que ella misma ha provocado (los banqueros y
grandes capitalistas, a los que no llamaremos de usted porque no es probable
que sigan este que son verdades .
Puede
usted estar en desacuerdo con la trayectoria derrotista y gris que han seguido
los sindicatos mayoritarios hasta ahora. Probablemente tenga usted razón. Pero
dese cuenta de que, si no secunda usted esta lucha por salir, quien va a sufrir
las consecuencias es toda su Clase Social, la Clase Trabajadora. Como las lleva
sufriendo desde hace años, perdiendo posiciones y derechos sin siquiera
plantear batalla. Y la convocatoria de reivindicar nuestro derechos están en
juego (venga de quien venga) es el punto perfecto para afianzar posiciones y
contraatacar. Para reconquistar la Cobertura Social. Para reconquistar la vida
digna que usted, y usted, merecen por derecho.
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