El problema del Reciclaje en América Latina
Por Carlos Fermín
Todas las naciones de América Latina, presentan cifras alarmantes y desalentadoras en la práctica del reciclaje. Ningún país supera el 15% de material reciclado por la basura que producen al año. Vemos que Chile lidera la generación de residuos sólidos en Latinoamérica, con 16,9 millones de toneladas anuales, y ni siquiera llega al 10% en la recuperación de los desechos que deberían ser reutilizados. Sin embargo, nos alegra saber que la Cultura del Reciclaje se empieza a retratar en las voces de los jóvenes latinoamericanos, quienes serán los agentes de cambio en busca de un futuro idóneo para la Tierra.
Sin duda, que la preservación de los ecosistemas, la diversidad biológica y el medio biofísico circundante, son valores conservacionistas que armonizan nuestra relación con los infinitos recursos del planeta Tierra. Se requiere de voluntad en las personas y compromiso de sus gobiernos, para lograr un desarrollo sostenible y sustentable a través de la integración de los pueblos latinoamericanos. De allí, que la educación ambiental, emerge como un proceso de aprendizaje que despierta la conciencia social del Hombre con la Naturaleza, promoviendo la siembra de árboles, la limpieza de ríos, el ahorro de energía eléctrica y elreciclaje dentro de las comunidades.
Precisamente, la Cultura del Reciclaje es la actitud proactiva de la ciudadanía y los organismos públicos, en establecer políticas ambientales para la recolección y el manejo de los desechos sólidos, con el fin de NO contaminar las ciudades e incentivando un patrón de conducta ecológico en la colectividad. Es la lucha diaria por reducir el impacto negativo del Consumismo provisto por la Sociedad Moderna, y que necesita la participación solidaria de los entes ministeriales, la empresa privada y las ONGs, para trabajar de forma mancomunada por el bienestar socio-ambiental de la gente y su entorno. Recordemos que Reciclar, es someter un material o producto usado, a un proceso físico-químico o mecánico que permita volver a utilizarlo. Por eso es vital cumplir con la regla de las 3Rs (reducir, reusar, reciclar) y así evitar la acumulación de desperdicios domésticos e industriales.
La Cultura del Reciclaje, se construye gracias al sentido común de los individuos, que es el motor racional de las comunidades, para tomar decisiones que afecten positivamente su modus vivendi, y permitan consolidar un modelo de gestión pública ciudadana. Se trata de una tarea ambientalista intrínseca a la población, que agrupa todos los proyectos, iniciativas y campañas, que fortalezcan el crecimiento endógeno de las naciones. Por eso, la práctica del reciclaje NO obedece a factores externos para ser aplicada o rechazada por los habitantes, y debe ser tan natural como respirar, conversar, estudiar o trabajar. Al adoptarla dentro de nuestros vecindarios, caseríos o urbanizaciones, gozaremos de un hábitat mucho más sano y un clima agradable, que nos ayudará al momento de realizar las actividades laborales, académicas u hogareñas.
Tras reconocer que la Cultura del Reciclaje es un criterio de corresponsabilidad ecológica por descubrir, también debemos analizar el escenario socio-ambiental que perjudica su accionar en el discernir colectivo de los países y sus residentes. Muchas veces deseamos cumplir con la regla de las 3Rs, pero no contamos con el apoyo de las comunidades. Es una triste realidad que se padece por los senderos latinoamericanos del siglo XXI. No importa que seas meticuloso al separar los residuos orgánicos e inorgánicos, porque a la final, el voraz incendio que se consume a cielo abierto o en las profundidades del mar, se encargarán de quemar y ahogar en plena madrugada, toda la basura que reluce en los ojos del ecocidio.
Por tal razón, existe un dilema actual que se cuestiona lo trascendental o irrelevante de reciclar los desechos. Es una disyuntiva ecológica latente, que deviene de tres argumentos emparentados. El primero, se refiere a la ignorancia de las personas, quienes se niegan rotundamente a clasificar la basura que ellos mismos consumieron. El tiempo que pasan llamando y denunciando el gran problema del aseo urbano en programas de TV, enviando mensajitos ofensivos por las redes sociales y protestando en las sofocantes calles, podrían aprovecharlo en resolver de manera conjunta el aquejo ambiental, que le compete a toda la ciudadanía. Lo más triste, es que el egoísmo, la falta de convivencia y los pleitos interpersonales entre los vecinos, terminan agravando el conflicto presentado.
El segundo eslabón, deviene de la indiferencia que reflejan los organismos gubernamentales que legislan el tema ambiental en América Latina. Existe mucha burocracia, que trastoca la posibilidad de hacer cambios sencillos pero significativos, en procura de mejorar la interacción del Hombre con el Medio Ambiente. La mayoría de los funcionarios públicos desconocen el valor de la educación ambiental, aunque les encanta recibir el sueldo y las retribuciones económicas con gran puntualidad. Las empresas se aprovechan de la ausencia de un marco legal reglamentario que castigue oportunamente los delitos ambiéntales, para seguir contaminando y destruyendo los recursos naturales de la Pachamama. Además, en caso de haber leyes, ordenanzas o estatutos vigentes que sancionen el crimen ecológico, suelen ser deslegitimados por los tribunales judiciales, que se niegan a investigar el hecho punible.
Es lamentable que la Cultura del Reciclaje no se traslade a las principales calles, plazas y avenidas latinoamericanas. Con tan sólo colocar contenedores de basura específicos para cada tipo de material, en los sitios más concurridos por la gente, se ayudaría una enormidad a nuestro olvidado planeta Tierra. Estamos seguros que las personas por curiosidad y pretensión de civismo, aprenderán con total naturalidad el arte del reciclaje. Recordemos que un color distingue a cada recipiente, para reconocer con gran simpleza en que lugar arrojar los desperdicios. En el de color azul, se depositan papeles y cartones (periódicos, revistas, empaques). En el amarillo, van plásticos y latas que empleamos con frecuencia. En el de color verde, se colocan envaseshechos con vidrio. En el rojo, se almacenan desechos peligrosos (baterías de litio, aerosoles o insecticidas). Y en el de color gris, van restos de residuos que se catalogan como materia biodegradable.
Pese a ello, los contenedores de basura ecológicos no se han proliferado en la cotidianidad de los pueblos. De hecho, están muy lejos de ser incorporados al dinamismo social en que vivimos. Puede que existan ferias y exhibiciones en algún rincón de América, donde se demuestre lo beneficioso de aplicar las 3Rs. Pero, la buena fe de una idea se sigue perdiendo en la burocracia de turno. Quizás los gobiernos piensan que las personas se van a robar los recipientes y para evitar la delincuencia, prefieren no recorrer los caminos conservacionistas. Además, todos sabemos que reciclar NO es la solución definitiva para erradicar el descontrol socio-ambiental suscitado, pues se trata de evitar el clásico apego a lo material, que obliga a comprar cualquier cosa que publiciten en alta definición.
Esa afirmación, se traduce en el Consumismo irracional de la Humanidad, representando el tercer eje del problema y que se observa con mayor recurrencia en Latinoamérica. El capricho de ceder ante la presión social, se paga al adquirir aparatos eléctricos, línea blanca y tecnología de bolsillo, que sigue carcomiendo el alma de sus inocentes víctimas. Entre el número de megapíxeles, los gigabytes de memoria, los plugins de video, las pulgadas de la pantalla y el pin del Diablo, nos van esclavizando a rendirle pleitesía a la frivolidad del siglo XXI. El problema, es que a la codicia no le importa el destino del cartón que usan para sellar las cajas, de losplásticos que malgastan para cubrir los accesorios, ni de las piezas tóxicas y contaminantes que sobresalen al presionar cada botón en las manos del ecocidio.
En paralelo, las botellas y las envolturas que encontramos en productos de consumo masivo, como refrescos, golosinas y lácteos, nunca presentan los símbolos ecológicos en un área que pueda ser realmente vista por las personas. Siempre ocultan el mensaje “verde” al dorso de los empaques y en un espacio tan pequeño, que es imposible reconocer la información suministrada y reflexionar sobre el tópico ambiental. Por eso mucha gente lanza basura en áreas públicas, sin sentir ningún remordimiento, debido a que las empresas se niegan a fomentar el reciclaje, y evitan que los trabajadores y clientes se interesen al respecto. A sus directivos, les conviene seguir desinformando a los consumidores, para que no asuman una conciencia social que les haría perder esas cuantiosas ganancias, basadas en la eterna filosofía de vender sin mirar a quién.
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