31,000 salvadoreños buscan refugio de la violencia y las pandillas
Según Naciones Unidas, se elevó 42 por ciento la cifra de refugiados en Centroamérica. En el país miles de personas son desplazadas por la fuerza, dejando atrás su patrimonio, costumbres y arraigo.
La violencia provocada por la pandillas, crimen organizados y narcotraficantes en países del “Triángulo Norte” de Centroamérica ha provocado un éxodo solo comparable con el visto en estas tierras durante las guerras civiles de los años 80.
El número de personas que solicitaron refugio y asilo procedentes de El Salvador, Guatemala y Honduras, promedió los 110,000 casos en 2015, una cifra que es cinco veces mayor a la de hace tres años, de acuerdo con registros del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR.
De acuerdo con un informe de esa oficina de Naciones Unidas, el año anterior se concedió categoría de refugiados a 14,300 salvadoreños en varios países y otros 31,400 esperan que sus solicitudes sean tramitadas por diversos gobiernos. Este año, miles de salvadoreños han sido desplazados dentro de su mismo país o hacia el extranjero.
El Triángulo Norte de Centroamérica, es por ahora uno de los sitios a nivel mundial donde la violencia es generalizada debido a la presencia de grupos delictivos transnacionales, crimen organizado, narcotráfico, pandillas y traficantes de armas.
De los salvadoreños que solicitaron refugio (17,600 al iniciar 2015), a 2,800 personas les fue rechazado y solo 1,700 fueron asistidos por ACNUR, según los registros de solicitudes de asilo y de refugiados por origen de este organismo recopilados en su “Informe de Tendencias Mundiales” difundido este mes.
El principal problema
La violencia a gran escala y la persecución y acoso por parte de pandilleros se han convertido, junto con la pobreza y el desempleo, en las causas principales de los flujos de refugiados y migrantes procedentes de El Salvador, Guatemala y Honduras.
En El Salvador, las maras son el principal motivo por el que miles de personas, abandonan sus casas, sus colonias y se desplazan, muchas veces en cuestión de horas, a otros sitios para evitar ser asesinados o extorsionados.
A base de amenazas de muerte, las maras ganan terreno y despojan de casas a cientos de salvadoreños que apostaron por adquirir patrimonio y ahora perdieron ese patrimonio, la tranquilidad y luchan por sobrevivir, como es el caso de María F., usuluteca que vino a Soyapango en 1990, y que ha tenido que abandonar en dos ocasiones su humilde casa; primero fue por la guerra y ahora por presión de pandilleros. Ahora está en lista de espera a su solicitud de asilo en un país de Europa.
Sin que se vislumbre solución en el corto plazo, el fenómeno pandilleril afecta sobre todo a los niños y jóvenes, este grupo se ve particularmente afectado al escapar del reclutamiento forzoso y las situaciones de extrema inseguridad, que en muchos casos les obliga al encierro. “Es como estar secuestrados, en sus viviendas”, dice María, quien recuerda que debió abandonar su casita en Soyapango porque los pandilleros “la querían para sus reuniones.”
Pero mujeres y ancianos tampoco escapan de ser objetivo de los criminales; las mujeres a veces son blanco del acoso de los mareros y a muchos ancianos los vinculas con ser “informantes” de la Policía.
A inicios de julio, esta situación compleja de inseguridad y el éxodo sin precedentes de refugiados, llevó a Naciones Unidas y a la Organización de Estados Americanos, a realizar en Costa Rica una reunión de alto nivel para dar respuesta a las necesidades de protección en el Triángulo Norte. Analizaron la crisis y valoraron oportunidades de protección de manera más estratégica, colaborativa y sistemática para las personas y se perfila que el tema será abordado en la Asamblea General de la ONU en septiembre próximo.
El principal destino
De las 31 mil personas que dejaron el “Triángulo Norte” de Centroamérica, 25 mil decidieron emprender su periplo hacia EE.UU. (ver gráfico), donde ya viven millones de refugiados de los años cruentos de las guerras en la región.
De esas cantidad, más de 10 mil son salvadoreños. De ahí que se incrementa cada año las cifras de personas que viajan de manera indocumentada y piden asilo en EE.UU., donde son detenidas y miles de ellas deportadas.
En el primer semestre, EE.UU. reportó que más de 12,800 menores salvadoreños intentaron ingresar de manera indocumentada a su territorio, muchos de ellos llegan sin acompañantes o son abandonados por coyotes en la frontera.
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