¿Hay algo más revolucionario que el amor?
¿Hay algo más revolucionario que el amor? El amor es respeto, hermandad, solidaridad, valentía; y sobre todo, el amor es cuidado, cuidarse una y cuidar a los demás. Cuando tienes esa mochila das las gracias y los buenos días, pides perdón cuando toca y te revisas continuamente para desterrar actitudes irrespetuosas o injustas. Este capitalismo moribundo nos está dejando una estampa cruelmente distópica, la crisis de la Covid ha recrudecido el individualismo generalizado.
Todo aquello que se estaba cargando nuestro sistema social de garantías se ha agudizado. En unos meses se ha deteriorado enormemente la sanidad, la educación, cualquier servicio esencial para la vida ahora es peor. Hay más gente pobre, más gente en riesgo de pobreza, menos trabajo y más precario. Mientras los pequeños negocios cierran por ahogamiento las empresas del Ibex aprovechan para hacer ERTES, los trabajadores que se quedan trabajan más y cobran menos, los ricos aumentan sus cifras aprovechando las oportunidades que le brinda un gobierno que besa por donde andan.
Por otro lado una sociedad sumida en una depresión crónica, agarrándose a los pequeños placeres del entretenimiento barato. Nos convirtieron en productos, las relaciones sociales se han enfriado tanto que ya no ves personas, ves anuncios, en tu pantalla, en tu zona. ¿Cuándo ha sucedido que nos dejamos tratar como mercancía? Si el producto tiene una tara, a la basura y me compro otro. Cuándo ha pasado de moda tener en cuenta los sentimientos de los demás, en qué momento se ha normalizado un tipo de relación basada en lo más superficial y efímero de la vida.
Para los conscientes de su depresión hay toda una industria del coach que es capaz de culpabilizarte de tus fracasos a la vez que perpetúa el sistema que causa tus problemas. Se vende como empoderante un ego que te hace peor persona. Con la bandera del amor propio defiendes tu marca, que no vale nada, porque la misma vida es un devenir de cambios y aprendizajes. Hasta qué punto nos pasará factura esta categorización constante es algo que ya estamos viendo, solo hay que abrir los ojos.
En los últimos tiempos las aplicaciones para ligar han visto como se multiplicaban los nuevos usuarios, ¿es esto un signo de los tiempos, una forma de relacionarse como otra o un síntoma del decaimiento social al que nos vemos abocados? Las redes sociales no son ni buenas ni malas para la sociedad, es decir, en algunos puntos arroja la peor versión de la humanidad y otros es activismo, es sororidad para tantas mujeres, como la que escribe, que se ha formado en feminismo a través de ellas.
Todos conocemos, más o menos, cómo funcionan las aplicaciones, las redes, cómo nos engaña el algoritmo, etc., más allá de hacer crítica a ello me parece imprescindible reflexionar cómo nos afectan a nosotras. Instagram se ha revelado como uno de los espejos más severos del siglo XXI, el nuevo hit del canon de belleza son los filtros, al filtro del maquillaje tradicionalmente impuesto le hemos añadido el filtro de las aplicaciones. Cuánto vamos a aguantar dejándonos tratar como seres imperfectos, cuándo vamos a dejar de normalizar tener la seguridad personal a la altura del betún.
El amor, motor de la vida y de las revoluciones, es político, quererse y querernos es un acto de rebeldía en un mundo que se encuentra en batalla entre lo reaccionario y el progreso, la verdadera democracia, que no es esto y que sí, nos necesita libres. El odio de clase también es amor, por los tuyos, porque no nacimos para sufrir, nacimos para ser libres y, como dice la canción, queremos todo lo que es bello.
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