Por Guillermo Alvarado (RHC)
La Cumbre de la ONU sobre Cambio Climático de Glasgow, Reino Unido, conocida también como COP-26, comenzó sus trabajos con el ambicioso reto de poner a andar los Acuerdos de París e impedir que la temperatura promedio del planeta alcance un punto de no retorno.
Jefes de Estado y de gobierno, ministros y delegados de casi 200 países y representantes de organismos internacionales participan en el evento, que también está matizado por marchas y protestas de activistas y defensores del medio ambiente, que exigen más responsabilidad a los líderes mundiales.
El presidente de la COP-26, Alok Sharma, advirtió recientemente que las negociaciones ahora serán más complejas que las de la capital francesa en 2015, porque no versarán sobre temas generales, sino para individualizar los compromisos, sobre todo en el espinoso tema financiero.
La limitación del incremento de la temperatura a 1,5 grados centígrados para fin de siglo, con respecto a la era preindustrial, pasa por una serie de inversiones para mitigar la emisión de gases tóxicos, así como para la adaptación de los países más afectados por el calentamiento.
El tema es que los principales contaminantes son los más desarrollados, congregados en el G-20, que emiten el 80 por ciento de la polución total.
Por el contrario, los que con más rigor sufren los daños de fenómenos devastadores, como sequías, tormentas o aumento del nivel del mar, son las naciones pobres, sin los recursos indispensables para proteger a su población y resguardar su economía.
Esa es la razón por la que desde la Cumbre de Copenhague, celebrada en 2009, el mundo rico asumió el compromiso de entregar cada año 100 mil millones de dólares para financiar la lucha contra el cambio climático, cifra que nunca se ha ejecutado.
De acuerdo con la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico, que agrupa al mundo industrializado, en 2019 se entregó el 80 por ciento, pero grupos no gubernamentales señalaron que en esa cantidad había muchos préstamos que luego debían ser devueltos más sus intereses.
El caso es que en estos momentos ya el incremento del calor es de 1,1 grados centígrados como promedio y apenas estamos en 2021, por lo que a finales de esta centuria se prevé que llegará a 2,7, muy por encima de lo previsto para conservar la vida y la salud del planeta.
En dos semanas sabremos si la Cumbre llega a resultados concretos, o se queda una vez más en el terreno pantanoso de los discursos y las declaraciones a pesar de que todos estamos conscientes que no hay otro sitio al cual mudarnos cuando este, un día, se haga inhabitable.
Fuente: Radio Habana Cuba.
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