En Colombia no habrá «paz» por mucho que los firmantes del acuerdo así lo aseguren; Equipo de Bitácora (M-L), 2016
viernes, 31 de marzo de 2017
En Colombia no habrá «paz» por mucho que los firmantes del acuerdo así lo aseguren; Equipo de Bitácora (M-L), 2016
«Todas las citas anteriores sobre los «derechos» y «libertades» en el orden democrático-burgués, son necesarias ya que con este sistema político un marxista-leninista debe de ser claro y su carácter y limitaciones deben ser clarificadas siempre, pero más todavía cuando demagogos como Timochenko hablan de que el «proceso de paz» en Colombia y la incorporación de las FARC-EP a la democracia burguesa acabará mágicamente con la «cultura de la violencia» en el país latinoamericano, y que dará una convivencia pacífica entre todos los colombianos:
«Nosotros queremos lograr generar ese espacio en que nos reconozcamos como colombianos. Que logremos esos espacios de convivencia, que la reconciliación vaya más allá de la convivencia, que se estrechen lazos y que rescatemos y logremos acabar con esa cultura de la violencia. ¿Cómo vamos a ayudar a plantear propuestas? Eso tiene un componente cultural fundamental. Si los medios siguen incentivando esa cultura del crimen, esa cultura mafiosa que se fomenta en esos programas, pues cómo no los vamos a cuestionar. Y estamos en la libertad de hacerlo». (Semana; Entrevista a Timochenko, 30 de enero de 2016)
El señor Timochenko debería analizar de donde nace la violencia en la sociedad capitalista, diga la verdad:
«La gran verdad de nuestra época –conocerla no es todo, pero ignorarla equivale a impedir el descubrimiento de cualquier otra verdad importante– es ésta: nuestro continente se hunde en la barbarie porque la propiedad privada de los medios de producción se mantiene por la violencia. ¿De qué sirve escribir valientemente que nos hundimos en la barbarie si no se dice claramente por qué? Los que torturan lo hacen por conservar la propiedad privada de los medios de producción. (...) Digámoslo a los que sufren del statu quo y que, por consiguiente, tienen más interés en que se modifique: a los trabajadores, a los aliados posibles de la clase obrera, a los que colaboran en este estado de cosas sin poseer los medios de producción». (Bertolt Brecht; Las cinco dificultades para decir la verdad, 1934)
La integración de las FARC-EP en la política burguesa colombiana bajo sus reglas, no resolverá las causas que dan a luz a la violencia –de todo tipo incluido la clasista y política– en Colombia. ¿Por qué? Primero: porque la incorporación de las FARC-EP al sistema político burgués oficial colombiano no resuelve las contradicciones de la sociedad de clases en Colombia como es la explotación asalariada y la contradicción burguesía-proletariado. Segundo: porque las FARC-EP como grupo pequeño burgués no puede dar solución a estas contradicciones. Y tercero: para que la cultura de la violencia cambiase como dice Timochenko, la clase obrera con su partido comunista tiene que tomar el poder político y cambiar el sistema económico, mientras que las FARC-EP en caso de tomar el poder político, como Timochenko ha reconocido, no tiene intención de cambiar el sistema económico de la propiedad privada.
¿Qué sucederá y seguirá sucediendo entonces? Que los fenómenos negativos del capitalismo como el desempleo, el trabajo infantil, la inflación, los robos, el desempleo, las drogas, los secuestros, los asesinatos y demás seguirán sucediéndose y agudizaran los conflictos de clases, lo que por supuesto lleva y llevará a que las clases explotadoras –encabezadas por la burguesía– tendrán que seguir defendiendo los medios de producción –su poder económico– al precio que sea necesario; y que las clases explotadas –encabezadas por la clase obrera– reivindicaran la defensa y ampliación de sus derechos lo que dará lugar a choques entre las clases trabajadoras y las fuerzas represivas del Estado burgués, y llegado el día, intentarán librarse de tal explotación asalariada por no detentar los medios de producción, teniendo para ello que librar una lucha –que obviamente no será pacífica– para tomar el poder político y obtener los medios de producción. Así es el desarrollo histórico.
Condenar cualquier tipo de violencia como igualmente detestable como ahora hacen los miembros de las FARC-EP, es como decía Lenin es engañarse a uno mismo y engañar a los demás:
«El socialismo se opone a la violencia ejercida contra las naciones. Esto es indiscutible. Y el socialismo se opone en general a la violencia ejercida contra los hombres. Sin embargo, exceptuando a los anarquistas cristianos y a los discípulos de Tolstói, nadie ha deducido todavía de ello que el socialismo se oponga a la violencia revolucionaria. Por tanto, hablar de «violencia» en general, sin distinguir las condiciones que diferencian la violencia reaccionaria de la revolucionaria, es equipararse a un filisteo que reniega de la revolución, o bien, sencillamente, engañarse uno mismo y engañar a los demás con sofismas». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La revolución proletaria y el renegado Kautsky, 1918)
¿Cuál es la verdad histórica sobre las clases sociales y la violencia?:
«La conquista del poder por el proletariado no es una «conquista pacífica» de la maquina del Estado burgués, ni el logro de una mayoría parlamentaria. La burguesía utiliza todos los métodos de violencia y terror con el fin de asegurar y fortalecer sus bienes y su dominación política. Como ya sucedió con la nobleza feudal, la burguesía no pudo apartarla sin más, ya que una clase no abandona su lugar en la historia sin una resistencia desesperada y feroz. Por lo tanto el poder de la burguesía solo se puede romper por la aplicación rigurosa de la violencia revolucionaria armada del proletariado. La toma de poder es la destrucción violenta del poder burgués, que rompe la maquinaria capitalista de su Estado –el ejército, la policía, la jerarquía burocrática, los tribunales, y los parlamentos burgueses– y se sustituye por los nuevos órganos de poder proletariado, que son unas herramientas especialmente necesarias para reprimir a los explotadores y defender el socialismo. Todos los revisionistas modernos u otras fuerzas reformistas han instigado intentos de «vías pacíficas al socialismo» y han fracasado por completo y estos intentos tuvieron que ser pagados por indescriptibles ríos de sangre». (Ernst Aust; Programa del Partido Comunista de Alemania/Marxista-Leninista: Recopilación de citas de Ernst Aust sobre la cuestión alemana y sobre el revisionismo alemán, 1978)
Y esto sin duda se aplica a Colombia donde:
«El Estado ostenta el monopolio del uso legítimo de las armas con la finalidad de garantizar el pleno disfrute de todos los derechos humanos para todos los colombianos/as». (Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera, 24 de agosto de 2016)
El Estado sabemos que está en manos de la burguesía. ¿Acaso hasta ahora el Estado burgués colombiano ha hecho un uso cuerdo del «monopolio» de la violencia? ¿Ha garantizado «los derechos humanos para todos los colombianos» o solo para los «colombianos de bien»? ¿Ha sido en definitiva un «uso legítimo» en interés de la burguesía o en interés de las masas trabajadoras? Esas son las preguntas que los revolucionarios deben hacerse para no caer en ilusiones reformistas. Las FARC-EP ahora reconocen abiertamente que las armas y el uso de la violencia lo administra el Estado en manos del gobierno de Santos, eso incluye aceptar el «derecho» burgués de la explotación asalariada y el saqueo de los recursos naturales, aceptar el derecho que el Estado burgués «garantice» a golpe de porra si es preciso. No se puede enunciar epítetos más traidores y reformistas.
¿A qué nos atenemos los marxista-leninistas en cuanto a la violencia, que distinción hacemos?:
«Sólo bajo la dirección de un partido de clase del proletariado puede la lucha armada y la violencia revolucionaria adquirir y desempeñar en su momento, en las circunstancias idóneas objetivas y subjetivas, un papel consecuentemente revolucionario de cara al socialismo, es decir, no a favor de los intereses de tal o cual sector de la burguesía, sino de las masas trabajadoras, de los obreros y campesinos pobres que aspiran al socialismo y que necesitan hacer la revolución para librarse de la explotación y opresión social y nacional. (...) Los marxista-leninistas consideramos la lucha armada y la violencia revolucionaria como una de las formas de lucha que surge en el marco de la lucha de clases y la lucha política en determinadas condiciones. La violencia revolucionaria y la lucha armada ni se inventan ni se han improvisan de la mañana a la noche, sino que se producen como resultado de unas circunstancias y fenómenos objetivos y subjetivos en el marco del desarrollo de la lucha política general, de los conflictos políticos, económicos y sociales que enfrentan a las clases explotadas y oprimidas con sus explotadores y opresores». (Elena Ódena; El marxismo, la lucha armada y la violencia revolucionaria y las guerras, 1979)
Esto lo debe comprender todo revolucionario que no desee caer en el reformismo y mantener a su pueblo en la barbarie capitalista». (Equipo de Bitácora (M-L); Una reflexión necesaria sobre las FARC-EP, los acuerdos de paz y la historia de las guerrillas en Colombia, 2016)
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