Otra mentira de Trump: esta vez, sobre el huracán Michael
Democracy Now!
Si trazáramos una línea recta desde los campos de extracción de petróleo de arenas alquitranadas del norte de Alberta, en Canadá, hasta la región conocida como “el mango” de Florida, en Estados Unidos, que acaba de ser devastada por el huracán Michael, hallaríamos que el punto medio de esa recta de 3.800 kilómetros de longitud es el condado de Clearwater, Minnesota: la fuente del río Mississippi. A pesar de los cientos de kilómetros que los separan, estos lugares tienen un vínculo inexorable debido al cambio climático. La extracción de combustibles fósiles de las arenas alquitranadas de Alberta favorece el calentamiento global, que a su vez aumenta el poder destructivo y la frecuencia de tormentas como el huracán Michael. El condado rural de Clearwater fue escenario de otro fenómeno vinculado al cambio climático inducido por la humanidad: la resistencia. Hace dos años, tres valientes ciudadanos comprometidos con la acción directa no violenta ingresaron a un predio cercado de la empresa Enbridge, una de las mayores operadoras de oleoductos del mundo, cerraron las válvulas y cortaron el flujo de petróleo proveniente de las arenas alquitranadas.
El 11 de octubre de 2016, menos de un mes antes de las elecciones que llevaron a la presidencia de Estados Unidos a Donald Trump, que niega el cambio climático, estos tres activistas se dirigieron a una estación de válvulas en Leonard, Minnesota. Emily Johnston y Annette Klapstein, vistiendo cascos y brillantes chalecos fluorescentes, usaron pinzas cortadoras de cadenas para abrir la reja y desbloquear las válvulas manuales. La tercera persona llamó a Enbridge para informarle a la empresa que los oleoductos estaban a punto de ser cerrados, con el fin de que se tomaran medidas inmediatas para evitar que se acumulara presión en ellos.
Estas son las palabras de Benjamin Joldersma durante la llamada telefónica: “Por la justicia climática, para asegurarle un futuro a la civilización humana, debemos detener de inmediato la extracción y quema de arenas alquitranadas de Canadá. Por seguridad, llamo para informarles que cuando cuelgue el teléfono vamos a cerrar las válvulas. Les rogamos que desactiven estos dos oleoductos ahora, por seguridad y por nuestro futuro”.
Ese día hubo otras tres acciones similares: en Montana, Dakota del Norte y el estado de Washington. Todas fueron organizadas, al igual que la protesta en Minnesota, por el grupo Climate Direct Action (“Acción directa por el clima”, en español). El objetivo de las cuatro acciones coordinadas era cortar todo el flujo de petróleo proveniente de las arenas alquitranadas de Canadá a Estados Unidos. Según los organizadores, la operación fue exitosa. El petróleo de arenas alquitranadas es el más sucio del mundo debido a que la extracción requiere un importante gasto de energía y agua y deja a su paso una gran devastación. Las crecientes operaciones de minería a cielo abierto han creado un páramo grisáceo y tóxico en medio de los vastos bosques boreales de Alberta.
Esta desobediencia civil multiestatal no violenta también tenía otro objetivo: intentar presentar un alegato de “defensa por necesidad”. Esto quiere decir que los acusados planeaban reconocer que infringieron la ley, pero justificando esa infracción en la necesidad de hacerlo para evitar un daño mucho mayor.
La “operadora de válvulas” Annette Klapstein solía ejercer como abogada de la tribu Puyallup e integra la organización Raging Grannies (“Abuelitas furiosas”, en español). Esta semana, en una entrevista para Democracy Now!, explicó la teoría que respalda la defensa por necesidad: “El ejemplo que se usa habitualmente es el de un edificio en llamas con un niño adentro. Uno irrumpe a la fuerza y salva al niño, pero es acusado de robo, por lo que dice: ‘Bueno, sí, técnicamente cometí un robo porque tuve que entrar por la fuerza. Pero lo hice para salvar la vida de un niño’. Y nosotros tenemos un planeta ardiendo en llamas. Y todos nuestros niños se van a quemar si no hacemos algo al respecto”.
El juicio comenzó casi dos años después en el juzgado del condado de Clearwater ubicado en Bagley, Minnesota. En lo que constituyó una gran sorpresa, el juez aceptó una moción de la defensa para absolver a los acusados y fueron declarados inocentes incluso antes de comenzar el juicio.
A Emily Johnston, cofundadora del grupo 350Seattle.org, le alegró no tener que ir a prisión, pero lamentó no haber llevado a juicio el tema del cambio climático. Entre los expertos convocados a declarar a favor de los acusados se encontraba el científico experto en clima James Hansen, exdirector del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA.
Hace treinta años, en 1988, Hansen dio testimonio ante el Congreso estadounidense sobre la amenaza del calentamiento global. El científico apoya la desobediencia civil para enfrentarse a la industria de los combustibles fósiles, y él mismo ya ha sido arrestado en cinco ocasiones.
En una entrevista para Democracy Now!, sentado junto a las activistas Johnston y Klapstein, el Dr. Hansen expresó: “Ya estamos viendo el comienzo de una era de eventos más extremos: tormentas más potentes, mayores sequías, incendios en aumento. Pero esto es solo un pequeño principio de lo que les espera a nuestros hijos y nietos”.
El día anterior a su absolución, justo antes de que el huracán Michael tocara tierra en el noroeste de Florida, la Organización de las Naciones Unidas publicó un impactante informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por su sigla en inglés), ganador de un Premio Nobel de la Paz. Los casi cien científicos que lo escribieron concluyeron, en términos inequívocos, que tenemos unos doce años para reducir radicalmente nuestras emisiones de carbono; de lo contrario, quedaremos atrapados en una trayectoria que será devastadora para la humanidad y toda la vida en la Tierra.
El presidente Donald Trump afirma que su gobierno está haciendo todo lo posible por ayudar a las víctimas del huracán Michael. Una vez más, miente. Al negar el cambio climático está garantizando que cada vez haya más tormentas devastadoras e innumerables víctimas en el futuro.
El 11 de octubre de 2016, menos de un mes antes de las elecciones que llevaron a la presidencia de Estados Unidos a Donald Trump, que niega el cambio climático, estos tres activistas se dirigieron a una estación de válvulas en Leonard, Minnesota. Emily Johnston y Annette Klapstein, vistiendo cascos y brillantes chalecos fluorescentes, usaron pinzas cortadoras de cadenas para abrir la reja y desbloquear las válvulas manuales. La tercera persona llamó a Enbridge para informarle a la empresa que los oleoductos estaban a punto de ser cerrados, con el fin de que se tomaran medidas inmediatas para evitar que se acumulara presión en ellos.
Estas son las palabras de Benjamin Joldersma durante la llamada telefónica: “Por la justicia climática, para asegurarle un futuro a la civilización humana, debemos detener de inmediato la extracción y quema de arenas alquitranadas de Canadá. Por seguridad, llamo para informarles que cuando cuelgue el teléfono vamos a cerrar las válvulas. Les rogamos que desactiven estos dos oleoductos ahora, por seguridad y por nuestro futuro”.
Ese día hubo otras tres acciones similares: en Montana, Dakota del Norte y el estado de Washington. Todas fueron organizadas, al igual que la protesta en Minnesota, por el grupo Climate Direct Action (“Acción directa por el clima”, en español). El objetivo de las cuatro acciones coordinadas era cortar todo el flujo de petróleo proveniente de las arenas alquitranadas de Canadá a Estados Unidos. Según los organizadores, la operación fue exitosa. El petróleo de arenas alquitranadas es el más sucio del mundo debido a que la extracción requiere un importante gasto de energía y agua y deja a su paso una gran devastación. Las crecientes operaciones de minería a cielo abierto han creado un páramo grisáceo y tóxico en medio de los vastos bosques boreales de Alberta.
Esta desobediencia civil multiestatal no violenta también tenía otro objetivo: intentar presentar un alegato de “defensa por necesidad”. Esto quiere decir que los acusados planeaban reconocer que infringieron la ley, pero justificando esa infracción en la necesidad de hacerlo para evitar un daño mucho mayor.
La “operadora de válvulas” Annette Klapstein solía ejercer como abogada de la tribu Puyallup e integra la organización Raging Grannies (“Abuelitas furiosas”, en español). Esta semana, en una entrevista para Democracy Now!, explicó la teoría que respalda la defensa por necesidad: “El ejemplo que se usa habitualmente es el de un edificio en llamas con un niño adentro. Uno irrumpe a la fuerza y salva al niño, pero es acusado de robo, por lo que dice: ‘Bueno, sí, técnicamente cometí un robo porque tuve que entrar por la fuerza. Pero lo hice para salvar la vida de un niño’. Y nosotros tenemos un planeta ardiendo en llamas. Y todos nuestros niños se van a quemar si no hacemos algo al respecto”.
El juicio comenzó casi dos años después en el juzgado del condado de Clearwater ubicado en Bagley, Minnesota. En lo que constituyó una gran sorpresa, el juez aceptó una moción de la defensa para absolver a los acusados y fueron declarados inocentes incluso antes de comenzar el juicio.
A Emily Johnston, cofundadora del grupo 350Seattle.org, le alegró no tener que ir a prisión, pero lamentó no haber llevado a juicio el tema del cambio climático. Entre los expertos convocados a declarar a favor de los acusados se encontraba el científico experto en clima James Hansen, exdirector del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA.
Hace treinta años, en 1988, Hansen dio testimonio ante el Congreso estadounidense sobre la amenaza del calentamiento global. El científico apoya la desobediencia civil para enfrentarse a la industria de los combustibles fósiles, y él mismo ya ha sido arrestado en cinco ocasiones.
En una entrevista para Democracy Now!, sentado junto a las activistas Johnston y Klapstein, el Dr. Hansen expresó: “Ya estamos viendo el comienzo de una era de eventos más extremos: tormentas más potentes, mayores sequías, incendios en aumento. Pero esto es solo un pequeño principio de lo que les espera a nuestros hijos y nietos”.
El día anterior a su absolución, justo antes de que el huracán Michael tocara tierra en el noroeste de Florida, la Organización de las Naciones Unidas publicó un impactante informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por su sigla en inglés), ganador de un Premio Nobel de la Paz. Los casi cien científicos que lo escribieron concluyeron, en términos inequívocos, que tenemos unos doce años para reducir radicalmente nuestras emisiones de carbono; de lo contrario, quedaremos atrapados en una trayectoria que será devastadora para la humanidad y toda la vida en la Tierra.
El presidente Donald Trump afirma que su gobierno está haciendo todo lo posible por ayudar a las víctimas del huracán Michael. Una vez más, miente. Al negar el cambio climático está garantizando que cada vez haya más tormentas devastadoras e innumerables víctimas en el futuro.
© 2018 Amy Goodman
Traducción al español del texto en inglés: Inés Coira. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
Compartir esta noticia:
Comentarios
Publicar un comentario