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Canadá: han perdido los conservadores, pero no han ganado los nuestros

Canadá: han perdido los conservadores, pero no han ganado los nuestros

Luke Savage 

Michael Roberts 

24/10/2015  
Amarga victoria
Luke Savage
Muchos canadienses están celebrando que el régimen autocrático y malicioso de Stephen Harper finalmente ha llegado a su fin, y sus sentimientos son perfectamente comprensibles.
Pero espero que los entusiasmados por "el primer ministro Justin Trudeau" tratarán de entender por qué algunos de nosotros no tenemos cuerpo para la celebración de hoy, y por eso la derrota de los conservadores de Harper a manos del hijo del ex primer ministro Pierre Trudeau suena a hueco.
La campaña liberal uso un léxico vivaz positivo, unitario y tolerante, en contraste con una campaña conservadora basada en el miedo y el racismo.Pero su grupo parlamentario votó por la absurda "Ley de Tolerancia Cero con las Prácticas Culturales Bárbaras" de Harper hace sólo unos meses. Y apoyaron (y no derogarán) la Ley C-51, que corre el riesgo de criminalizar a las personas que protestan contra los oleoductos y amenaza la libre expresión artística.
Es muy posible que el ministro de Justicia en el gabinete de Trudeau sea un ex jefe de policía que defiende la práctica racista de cardado y estuvo al frente de la mayor campaña de arrestos en tiempos de paz en la historia de Canadá. El co-presidente de la campaña de Trudeau fue marginado recientemente por formar parte de un grupo de presión que, antes que la campaña hubiera terminado, ya estaba tratando de ayudar que sus amigos de TransCanada Corp consiguieran la construcción de un gasoducto.
Detrás de los selfies y la cuidadosamente escenificada teatralidad, detrás de las invocaciones vagas pero florecientes a la "esperanza" y al "cambio", detrás de las multitudes de patricios sonrientes, detrás de la nostalgia sin forma de la Trudeaumania de loa años 60, muchos de nosotros vemos una política tan calculadora y, en última instancia, tan lejana de la justicia social como la que el liberalismo acaba de derrotar.
En muchas partes del país, ayer por la noche, ambientalistas, sindicalistas, y progresistas han perdido sus escaños a favor de tecnócratas empresariales. El negocio de la política hiper-profesionalizada - momentáneamente interrumpido por una nueva dinámica política - ahora se reafirma vengativamente.
El nuevo gobierno va a invertir temporalmente miles de millones en nuevas (aunque en gran parte no especificadas) infraestructuras, después de lo cual hará recortes presupuestarios de miles de millones (también sin especificar). No va a crear nuevos programas sociales y en su lugar se ha comprometido a adoptar un enfoque no deficitario en la política social que simplemente ayude a algunas personas de bajos ingresos a sobrevivir mejor unas estructuras de mercado injustas gracias a unos cheques más grandes de lo que recibian antes.
No va a establecer objetivos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (porque, en palabras de Trudeau, "lo que necesitamos políticamente no son cifras ambiciosas"). Es casi seguro que concluirá un acuerdo comercial que diezmará lo que queda de la industria manufacturera en la provincia más grande de Canadá, socavará la privacidad informática de los canadienses, hará más caros medicamentos imprescindibles que salvan vidas mediante la creación de un cártel mundial de gigantes farmacéuticos, y erosionará la soberanía democrática del país al permitir a las multinacionales demandar a gobiernos elegidos democráticamente porque no les gusta sus leyes y reglamentos.
A lo largo de toda su historia democrática, la política canadiense ha oscilado entre dos partidos que no cuestionan seriamente el statu quo ni las injusticias que conlleva. Ocasionalmente aguijoneado por los movimientos populares, ambos partidos se han visto obligados, en particular con parlamentos minoritarios, a hacer concesiones, preservando los contornos fundamentales de orden político.
Contra ellos un tercer partido, nacido del evangelio social metodista y las movilizaciones laborales del siglo XIX, siempre ha insistido en que es necesario un cambio fundamental para construir una sociedad verdaderamente justa. Fue este espíritu el que nos dio Medicare - una institución construida a partir de las cenizas de la guerra y la depresión a partir de los principios de universalidad y solidaridad social. Ni las perogrulladas ni el conservadurismo burocrático nos servirán para conseguir un progreso social de este tipo, erradicar la pobreza, o salvar el medio ambiente de las estructuras económicas extractivas que lo degradan todos los días.
A pesar del optimismo palpable en gran parte del país hoy, muchos de nosotros no podemos aceptar un retorno a la dinámica bipartidista habitual más que como una derrota, y una muy importante.
Es hora de que dejemos de marginar a la justicia social, o la releguemos condescendientemente. Lograr el progreso social requiere algo más que un retorno perpetuo a la tradicional política profesional que sigue dejando a uno de cada siete canadienses en la pobreza, tolera que la gente tenga que dormir en las calles, y permite que miles de niños se despiertan con hambre y mal alojados cada día en una de las sociedades más ricas del mundo.
Tenemos que exigir más, y dejar de conformarnos con menos. La tarea de la izquierda es organizarse para transformar la esperanza en realidad.

Canadá: perdiendo impulso
Michael Roberts
Así que Justin, el hijo del ex primer ministro liberal de la década de los 70 Pierre Trudeau, ha triunfado en las elecciones generales del Canadá. El Partido Liberal, que no era el favorito, barrió con una mayoría absoluta, eliminando el gobierno conservador después de casi diez años bajo Stephen Harper.
El tercero en discordia, los Nuevos Demócratas, equivalente al Partido Laborista británico, que había estado por delante en las encuestas al inicio de la larga campaña electoral de 79 días, acabó en un triste tercer lugar. La razón, al parecer, es que los liberales decidieron adoptar un programa anti-austeridad, abogando por déficits presupuestarios (no grandes), mejores salarios mínimos y un plan de inversión en infraestructura, en oposición a las políticas neoliberales de los conservadores. Los liberales le robaron la política al PND y arrasaron..
Justin Trudeau se enfrenta a una tarea difícil económicamente. El capitalismo canadiense ha tenido históricamente un éxito relativo, en función de su proximidad al imperialismo norteamericano, su inversión de capital y sus recursos de petróleo, gas y otros minerales. Pero esa "suerte" también implica grandes vulnerabilidades: la economía está sujeta a los vaivenes cíclicos en los EE.UU. y a las oscilaciones en los precios mundiales del petróleo y las materias primas.
Y los precios mundiales de la energía han caído en picado en los últimos 18 meses. Como resultado, el dólar canadiense es un 30% más débil que el dólar estadounidense. Y la economía ha caído en una "recesión técnica", y el PIB real se ha contraído durante dos trimestres consecutivos.
Detrás de ello se encuentra el colapso de la inversión industrial, sobre todo en los sectores de la energía. En junio, se produjo un descenso del 4,6%. Como lo resume el FMI: "La inversión no inmobiliaria se ha ralentizado en los últimos años (tras un fuerte repunte inicialmente después de la crisis). La desaceleración ha sido general- incluyendo tanto al sector de la energía como en maquinaria y equipos ". Cr1522
Y como dice el Royal Bank of Canada (RBC): "La inversión privada en capital fijo cayó en tasas de dos dígitos en el primer y segundo trimestres de 2015 lastrada por los recortes masivos de las empresas de energía. La persistencia de los bajos precios del petróleo (que alcanzó un mínimo cíclico a finales de agosto) probablemente dará otro golpe a la inversión en el tercer y quizás cuarto trimestres. A pesar de los grandes recortes a principios de año, la reciente tendencia descendente de los precios de la energía y nuestra previsión revisado de que el repunte de 2016 será más moderado de lo que se pensaba anteriormente, sugieren que la inversión por parte del sector de la energía seguirá disminuyendo en 2016" .fcst_sep2015
Lo único que mantiene la economía en marcha es la inyección de crédito, los préstamos a bajo interés, que impulsan el consumo y una burbuja inmobiliaria. El Banco de Canadá ha señalado que la burbuja inmobiliaria "aumenta la probabilidad y la gravedad potencial de una corrección futura". Relación entre la deuda de los hogares y sus ingresos disponibles se situó en un récord de 164,6 en el segundo trimestre de 2015, frente a los 163,0 en el primer trimestre, según la agencia nacional de estadísticas canadiense. Ha crecido desde 142,52 por ciento en el primer trimestre de 2008, el año de la crisis financiera. El índice de accesibilidad a la vivienda del RBC ha alcanzado el 60% en Toronto, el más alto desde principios de 1990. Vancouver se sitúa en más del 80%, el más alto desde 1982, cuando superó el 90%. Si las tasas de interés empiezan a subir, el servicio de la deuda será muy difícil para muchos canadienses.
Las tasas de interés y la inversión empresarial son bajas, pero no sólo a causa de la caída de los precios energéticos. La rentabilidad empresarial canadiense ha sido débil y cae. El crecimiento de la productividad ha sido pobre.
Como lo resume el FMI en un informe reciente: "La percepción de una rentabilidad baja de las inversiones ha afectado negativamente la tasa neutra. Después de un rápido ascenso al final de la recesión, la productividad del trabajo y, sobre todo, el impacto específico de la inversión (que impulsa la rentabilidad de las inversiones) han tenido un bajo rendimiento hasta hace poco, la reduciendo la demanda de fondos y, por tanto, impidiendo el aumento de la tasa natural. En particular, los nuevos impactos sobre la rentabilidad de las inversiones fueron particularmente pesimistas a finales de 2011 a pesar de que la productividad del trabajo ha ido mejorando poco a poco". Cr1523
De hecho, la trayectoria de la rentabilidad del capital canadiense a largo plazo ha sido similar a la de EE UU: crisis de rentabilidad en la década de 1970, seguida de una recuperación neoliberal y luego un giro a la baja antes de la Gran Recesión.
La recuperación después del final de la Gran Recesión a mediados de 2009 parecía prometedora, ya que los precios de las materias primas, en particular de la energía, dio un salto. Pero, al igual que Brasil con el colapso del "ciclo de las materias primas", la recuperación de Canadá se agotó y comenzó a revertirse. Ahora el nuevo gobierno liberal se enfrenta a un crecimiento económico débil o inexistente, a unas empresas que no pueden o no están dispuestas a invertir, y una peligrosa burbuja inmobiliaria. Mientras tanto, la economía mundial continúa desacelerándose.

 
Politólogo y escritor canadiense, residente en Toronto.
es un reconocido economista marxista británico, que ha trabajador 30 años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession.
Fuente:
Varias
Traducción:
G. Buster

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