Moscú y Pekín lograron poner fin a la estrategia de Washington que se empeñaba en imponer un nuevo orden mundial al resto del mundo, tratando de liderar la integración global, afirmó el politólogo norteamericano y especialista en Seguridad Nacional Hal Brands, en su artículo para la agencia Bloomberg.
El punto de inflexión que actualmente está viviendo la política exterior norteamericana no se debe a la elección de Donald Trump como presidente de EEUU. Se trata de que hubiera fracasado toda una estratagema de Washington que durante los últimos 25 años buscaba globalizar el orden mundial en función de los valores liberales, destaca el analista.
"Sin embargo, hoy por hoy este proyecto evidentemente ha llegado a un callejón sin salida", resaltó el experto.
El problema reside en que ni Moscú ni Pekín nunca estuvieron dispuestos a aceptar por completo el orden liberal estadounidense y sus ideas, por no hablar de la expansión de la OTAN en la esfera de la antigua influencia de la URSS, además no podían permitir que permanecieran las alianzas y las agrupaciones armadas cerca de las fronteras chinas en Asia Oriental.
"La era de la integración ha terminado, en el sentido de que no existe una perspectiva realista a corto plazo de introducir a Rusia o China en un sistema dirigido por Estados Unidos. Esto no significa, sin embargo, que EEUU esté destinado a desatar la guerra contra Rusia o China, o incluso que debería buscar completamente aislar a cualquiera de los dos poderes", matizó Brands.
Al revés, el especialista insistió en que la cooperación entre estas tres superpotencias es imprescindible. Por un lado, el comercio entre Estados Unidos y China sigue siendo vital para la prosperidad estadounidense y la salud de la economía mundial. Por otro lado, la cooperación entre Washington y Beijing e incluso Washington y Moscú, es importante para abordar los desafíos diplomáticos internacionales, como es la proliferación nuclear y el cambio climático, recordó el investigador.
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