El desafío urgente de la izquierda en El Salvador
Opinión
07/02/2019
Los resultados de las recientes elecciones presidenciales en El Salvador que favorecieron mayoritariamente la candidatura del joven político Nayib Bukele, así como enviaron al tercer lugar al principal partido de izquierda, el FMLN, ya que las poderosas maquinarias electorales de ARENA y del FMLN fueron literalmente barridas por la avalancha popular de votantes proNayib.
Esta situación amerita para el movimiento popular salvadoreño un esfuerzo por comprender las razones de esta derrota, así como vislumbrar los derroteros que permitan recuperar la confianza de los sectores populares en una alternativa de izquierda.
Hay una nueva realidad política desde marzo del año pasado que se pretende ocultar vía voluntarismo, mesianismo y sectarismo, pero mientras no se le reconozca crítica y autocríticamente, no se lograra superarla y el aislamiento de la izquierda será mayor.
Y todo esto en el marco de una creciente y exitosa ofensiva de la derecha a nivel latinoamericano. Pero también en el marco de las combativas marchas de los chalecos amarillos en Europa. A continuación identificamos algunas tendencias en este todavía confuso y complejo panorama.
Antecedentes
La ruptura del FMLN con Nayib Bukele, exalcalde de San Salvador, fue un grave error estratégico más que táctico ya que: a) rompe la alianza política construida con importantes sectores del capital árabe a partir de la candidatura de Mauricio Funes en 2007, para privilegiar alianza con sectores de capital transnacional. Esta alianza con el capital árabe era clave para enfrentar políticamente al capital oligárquico representado en ARENA, b) esta ruptura crea una brecha política entre sectores revolucionarios (Frente) y sectores democráticos (Nayib) lo que debilita las fuerzas por el cambio social e históricamente siempre ha conducido al fracaso de proyecto popular y c) indiscutiblemente Nayib es el personaje político más carismático de los últimos 50 años, y enfrentarlo electoralmente fue un claro ejemplo de prepotencia y evidente suicidio político.
La situación
Los resultados del 3 de febrero pasado colocan a la izquierda y al FMLN como su principal representante, en la más peligrosa crisis de su historia de 40 años; ya que no es una crisis derivada como en el pasado (1981) de una derrota militar o incluso electoral (1999). Va más allá. Es una crisis política de legitimidad del ya centenario proyecto histórico de la izquierda ante los ojos y el corazón de la gente.
Un problema básico es que la gente confunda lo que es el proyecto de izquierda histórico con esta oferta electoral coyuntural del FMLN y esto golpee el imaginario de izquierda en la población Está claramente en lo profundo del pensar popular el cuestionamiento y la disputa sobre la idea del cambio social. Eso es lo que está en juego. Y de la forma como se resuelva esta crisis depende la viabilidad no tanto del partido FMLN sino de la idea de transformación social, de su fundamentación ideológica y principalmente ética.
La acumulación política (respaldo popular) lograda por el FMLN en sus primeros doce años (1980-1992) de enfrentamiento con la dictadura militar y la intervención de Estados Unidos, que le permitieron lograr los Acuerdos de Paz de 1992 y alcanzar la presidencia en el 2009 se encuentra seriamente golpeada, sino agotada.
Y lo logrado en acumulación política en estos diez años de gobierno (2009-2019) por su naturaleza clientelar, se evapora rápidamente, pasando en cinco años, (2014-2019) de primera a convertirse en tercera fuerza política del país, no obstante ser la fuerza electoral mejor organizada.
Frente a esto surgen diversas explicaciones y se abren diversos escenarios de futuro como fuerza política de izquierda y de cara a los sectores populares.
Las explicaciones
Hemos escuchado diversas narrativas que pretenden explicar el desenlace electoral. Para algunos y algunas, la razón de este desenlace adverso radica en que “la gente es desagradecida”, “tanto que les hemos dado y nos dieron la espalda”. La gente es la culpable, incluso algunos se atreven a calificar de traición la decisión popular pro-Nayib.
Otros aceptan el discurso de la culpabilidad pero lo achacan -como el expresidente Funes- a una supuesta “falta de información” de la gente que permitió que Nayib los embaucara. La tesis es que la gente es ignorante y se deja fácilmente manipular. Otros le restan importancia a este desenlace ya que es “una crisis más que vamos a superar”, “de peores crisis hemos salido”. O sea el voluntarismo.
Otros alegan que el gane de Nayib no es representativo porque solo votó el 50% de la población, o que se debió a la práctica mediática del exfiscal Douglas Meléndez (La Página) y hasta algún partidario de la teoría de la conspiración acusa a la todopoderosa CIA de este descalabro electoral (terminar con el 14 % de la votación).
En realidad el fenómeno es multicausal, pero tiene fuertes raíces internas, se debe a un rechazo popular generalizado a diversos errores y conductas, entre estas a una actitud blanda frente a la corrupción (caso Funes, los sobresueldos), a estilos de vida suntuosos, a políticas clientelistas, al abandono y debilitamiento de la organización y lucha popular, al peso subjetivo de 27 años de lucha electoral, etc. Aquí es que radican las causas profundas de esta derrota. Uno de los principales errores políticos cometidos por la dirección del Frente es el respaldo a personajes vinculados a hechos de corrupción como el expresidente Funes, del cual debería rápidamente separarse.
Las respuestas
La dirección de ARENA se adelantó ya a responder a esta crisis, con medidas de renovación, ya que adelantarán las elecciones internas y los integrantes de la actual conducción no podrán participar. Esto en el marco del surgimiento de voces disidentes en su fracción legislativa que reclaman por una renovación profunda.
En el caso del FMLN, estas voces son más escasas, como es el caso del alcalde de San Marcos, Fidel Fuentes. Y predomina todavía en el análisis un esfuerzo por echarle la culpa a factores externos. Mientras más se tarde el Frente en su “evaluación” y en tomar medidas creíbles de renovación, la factura política será mayor, de cara a la gente que en su imaginario, han pasado a desplazarse del rojo hacia el celeste como símbolo de esperanza, de futuro, de utopía.
Las lecciones
La experiencia salvadoreña de diez años de gobierno del FMLN enseña que los cambios desde arriba (el poder popular desde arriba, los gobiernos de izquierda) solo pueden consolidarse con un fuerte poder popular desde abajo, si no, resultan frágiles y temporales, son fácilmente reversibles. Solo la organización y la conciencia popular garantizan la continuidad de los cambios.
Queda comprobado que los programas sociales no se traducen en votos, ni mucho menos en conciencia y organización. Son diez años de asistencialismo puro y la gente recibió la ayuda y votó por Nayib. Construir poder popular exclusivamente desde arriba es condenarse al fracaso más temprano que tarde. Y podemos fácilmente vernos en el espejo de Brasil y Venezuela.
Para los Estados Unidos, ninguno de los tres candidatos constituyó una amenaza, no obstante que paradójicamente sea Calleja, el candidato de ARENA y dueño de Selectos, el único que a nivel empresarial le disputa a Walmart el monopolio del comercio al por menor. Pero por la experiencia de estos últimos diez años lo más recomendable hubiera sido Hugo, ya que así se continuaría garantizando mantener a raya la protesta popular frente al modelo neoliberal. Nayib constituye una incógnita, lo que genera incertidumbre. Y Callejas podría fácilmente desencadenar la movilización social, que es lo que junto con las “caravanas” se considera para el imperio como amenaza principal a evitar.
Las relaciones con la RPCh sí son un elemento de preocupación, ya que les desestabiliza a los EE.UU., el orden regional vigente y es un desafío abierto a su dominación, aunque desde el marco de una misma economía-mundo capitalista. Interesantemente, el gobierno Funes inició desafiando a la oligarquía al abrir relaciones con Cuba y el gobierno Sánchez Ceren concluye desafiando a los Estados Unidos al abrir relaciones con China Popular.
Los escenarios (internos) a futuro
Puede preverse cuatro escenarios a futuro con relación al Frente y su digestión de esta crisis:
Existe la posibilidad de una situación en la que se combine falta de renovación con fragmentación. En caso de existir resistencia a abandonar los cargos de dirección -y esto es lo mínimo que la población demanda para volver a confiar en este instrumento político-, seguramente se ampliará el horizonte de fragmentación a lo interno, y de castigo popular en las elecciones del 2021.
El segundo escenario, es el que no haya renovación pero se mantengan unidos. Es el escenario de la trinchera, del autismo. Sería la repetición de lo que sucedió luego de la también derrota electoral del año pasado en las elecciones legislativas y municipales, en que se perdió San Salvador y se redujo la fracción legislativa, y no se hicieron cambios. Manejaran el conflicto interno pero no recuperaran el favor popular y seguramente seguirán disminuyendo electoralmente en las próximas elecciones del 2021.
Un tercer escenario es que haya renovación pero divididos. O sea que un sector abandere la renovación y logre el respaldo de la militancia para impulsarla –incluso desde una visión claramente socialdemócrata- pero esto lleve a una ruptura incluso pública con otro sector que se aferre a una visión más conservadora.
Un cuarto escenario, el más positivo pero a la vez quizás más lejano, es que haya renovación y a la vez se mantengan unidos los diverso agrupamientos. Esto permitiría cohesionar a la militancia, renovar los vínculos con los sectores populares y dar inicio a un proceso de democratización que revitalizaría al instrumento político en el nuevo panorama surgido a partir de estas elecciones presidenciales.
Los escenarios (externos) a futuro. Actitud frente a Nayib (presidente electo)
En el caso de Nayib, ya se le está calificando como peón del imperio. Y mientras más se le ataque más se le va empujar hacia esa dirección. Nayib es una persona de izquierda democrática, socialdemócrata. Y de lo que hagamos como izquierda va depender que sea un socialdemócrata de derecha, de centro o de izquierda. El gobierno de Nayib será ideológica y políticamente un gobierno en disputa.
Existen básicamente dos escenarios:
La oposición.
Una posibilidad es que se defina una línea de desgaste hacia Nayib y se trabaje para descalificar al gobierno. Esto será fuertemente criticado por los sectores populares y conducirá más temprano que tarde hacia un mayor aislamiento. Seguramente ARENA tratara de buscar en el FMLN un aliado firme para descarrilar el gobierno de Nayib. Ojala el FMLN no se preste a este cometido. Si va haber una oposición acrítica que la desempeñe ARENA. El peligro está en convertirse de hecho o de derecho, en socio menor de una alianza anti Nayib conducida por FUSADES-ANEP-ARENA.
El apoyo crítico.
El próximo gobierno de Nayib será un gobierno en disputa, entre sectores de derecha y sectores de orientación popular. Qué tanto avance o retroceda dependerá de la presión popular y las alianzas. En este marco es clave la búsqueda de un acuerdo desde ya, desde antes que asuma en junio el gobierno, que comprenda el compromiso de garantizar los programas sociales, un rumbo independiente en política exterior, la no privatización del agua, etc. Esto será seguramente aplaudido por los sectores populares y permitirá una valoración positiva del esfuerzo.
Se necesita tender puentes hacia el nuevo bloque emergente de poder para tratar de influir y participar en pugna por el futuro rumbo, los gringos lo han entendido bien y ya están dando su apoyo, y seguramente lo mismo hará la Unión Europea e incluso los recién llegados chinos y esto ponerlo en el mapa de lo que pasa en Venezuela y Nicaragua. Finalmente… entre las personas como entre las fuerzas políticas, cuando se ha perdido el rumbo lo más adecuado es regresar a nuestras raíces.
6 de febrero de 2019
Comentarios
Publicar un comentario