La disolución de la URSS en 1991 suponía la victoria definitiva del capitalismo. Sin embargo, hoy el socialismo se ha vuelto a poner de moda, según una reciente publicación del medio The Economist.
Así, la congresista recién electa Alexandria Ocasio-Cortez, que se considera una "socialista democrática", se ha convertido en un fenómeno en el escenario político estadounidense, mientras que en el Reino Unido, el líder laborista Jeremy Corbyn tiene todas las oportunidades para convertirse en el nuevo primer ministro.
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En EEUU, esta ideología goza de popularidad entre los denominados milenials —también conocidos como la generación Y—, nacidos en las décadas de 1980 y 1990. Según una encuesta de Gallup, el 51% de los estadounidenses jóvenes entre 18 y 29 "tienen una actitud positiva hacia el socialismo".
En particular, en las presidenciales de 2016, el candidato demócrata Bernie Sanders —que se describe a sí mismo como un socialista democrático— obtuvo más votos por parte del electorado joven que Trump y Hillary en su conjunto.
Sanders también anunció sus planes para postularse nuevamente a la Presidencia de EEUU en 2020.
"Comenzamos una revolución política en la campaña de 2016, y ahora es el momento de terminar nuestra revolución e implementar las ideas por las que luchamos", afirmó el político en el vídeo de apertura de campaña.
En cuanto a Francia, casi un tercio de los electores menores de 24 años votaron por el polémico candidato de izquierda Jean-Luc Melenchon en las presidenciales de 2017.
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"Los milenials socialistas opinan que la desigualdad sale de control y que la economía beneficia a los intereses creados", opinó el columnista de The Economist, quien subrayó que "creen que las jerarquías que gobiernan la sociedad y la economía —reguladores, burocracias y empresas— ya no sirven a los intereses de la gente común y deben ser 'democratizadas'".
Según el medio, los 'nuevos socialistas' tienen razón cuando dicen que la desigualdad en la sociedad crece. No obstante, algunos de los partidarios de esta ideología van demasiado lejos.
Así, "su visión de la economía 'democratizada' amplía el poder regulatorio en vez de concentrarlo".
En cuanto a la democratización de los negocios, podría "osificar la economía", según la publicación. En vez de esto, las autoridades "deben garantizar que los mercados son eficaces y que los trabajadores —y no los puestos de trabajo— son el foco de su política".
"El socialismo milénico tiene una disposición refrescante para impugnar el statu quo. Pero, al igual que el 'socialismo antiguo', sufre de su confianza en la incorruptibilidad de la acción colectiva y sus sospechas infundadas con respecto a las actividades de un individuo, algo a lo que los liberales se deben oponer", concluyó el editorial de The Economist.
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