Desde la mirada y la palabra de los ofendidos
Con respecto a los graves crímenes cometidos durante la guerra, los que afirman que hay que olvidar el pasado le tienen miedo a la verdad y quieren evadir la justicia, aunque disfracen esta intención con floridos discursos. También mienten quienes acusan de estar contra la paz y la reconciliación a los que reclaman verdad y exigen justicia, porque a la reconciliación no se llega sin pasar por la verdad. Decretar la reconciliación sin la participación de los ofendidos es equivalente a pretender dialogar hablando solo. Además, el camino para la justicia es la memoria. Solo cultivándola se puede conocer la verdad, que es el camino a la justicia. La contracara de la memoria es el olvido, que conduce siempre a la impunidad. Los que claman por el olvido en realidad buscan la impunidad.
Desde que terminó el conflicto armado, a las víctimas y a sus familiares nunca se les ha tomado en cuenta. Se les ha tratado como si no fueran personas, como si sus vidas no valieran nada. Por ello, El Salvador se ha privado de la mirada y la palabra de los ofendidos. Otros han hablado en su nombre, han legislado en su nombre y hasta han perdonado en su nombre. Otorgar el perdón e instaurar la reconciliación a través de una ley sin atender el clamor de las víctimas es insistir en despreciarlas, pues los únicos que pueden perdonar son ellas, no los victimarios. Solo ellas pueden dar cuenta de su dolor y sufrimiento. Los últimos Gobiernos tuvieron tímidos gestos en materia de reparación simbólica, de reconocimiento de los errores cometidos por parte de agentes del Estado, pero nunca se ha abierto las puertas para reconocer la verdad y dar paso así a la justicia. La impunidad, con o sin ley de amnistía, sigue campante en el país.
Los que dicen que recordar el pasado abre las heridas desconocen el sufrimiento que se infligió a las víctimas. Las heridas no han cerrado y lo único que puede ayudar a sanarlas es conocer la verdad de lo que pasó. ¿Por qué los mataron o desaparecieron?, ¿quiénes lo hicieron?, ¿qué hicieron con sus cuerpos?, ¿dónde están?: preguntas que siguen sin la respuesta necesaria para dar paz a los familiares y restañar el tejido social resquebrajado.
Por todo lo anterior, desde hace 11 años, la UCA, a través del Idhuca, organiza y desarrolla el Tribunal Internacional para la Aplicación de la Justicia Restaurativa en El Salvador. El Tribunal busca abonar a la reconciliación nacional desde un tipo de justicia centrada en la víctima, no en el victimario. El objetivo no es castigar al perpetrador, sino dignificar a los ofendidos, escucharles, comprenderlos. El objetivo no es la venganza, sino la reconciliación. El Tribunal da a las víctimas el lugar que siempre se les ha negado y que puede ayudar a que el país se encamine por el sendero del verdadero perdón y la verdadera reconciliación.
Once años han pasado y ningún Gobierno ha tenido la voluntad de reconocer esta propuesta. En julio de 2016, una sentencia de la Sala de lo Constitucional mandó a aprobar una ley de justicia transicional, pero hasta ahora algunos partidos solo han intentado reeditar la ley de amnistía. Han preferido, pues, ponerse del lado de la impunidad y de la injusticia antes que atender a las víctimas. Por ello, la UCA, en unión con las organizaciones e instituciones que luchan contra la impunidad, seguirá insistiendo: solo la verdad puede llevarnos a la justicia, cuyo fruto será una paz duradera y real.
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