Aunque EEUU quiera, Guatemala "no podrá ser un país seguro para migrantes"
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La política antiinmigrante de la Casa Blanca ha complejizado en los últimos meses la situación migratoria de miles de refugiados en Centroamérica. El politólogo guatemalteco Pedro Pablo Solares contó a Sputnik cómo el anhelo de Washington de convertir a Guatemala en un 'tercer país seguro' para migrantes se mira con extrema preocupación.
Este 20 de junio en el Día Mundial de los Refugiados, la Organización de Naciones Unidas hizo un llamado a la solidaridad de los Gobiernos con los más de 70 millones de personas en todo el mundo que se han visto obligadas a huir de sus hogares, de los cuales más de 12 millones son menores de 18 años.
En Centroamérica esta situación cada día se torna más compleja debido al efecto de la política antiinmigrante del presidente de EEUU, Donald Trump, quien cada día pone más empeño en frenar el flujo migratorio que llega a su frontera con México.
El Departamento de Estado de EEUU informó que no proveerá de nueva ayuda a El Salvador, Guatemala y Honduras, países que conforman el 'triángulo norte' de América Central, hasta que sus Gobiernos tomen medidas concretas para frenar la migración irregular y se conviertan en países seguros para los migrantes.
La idea es que cada solicitante de asilo, sea trasladado a estos países para esperar una respuesta definitiva y que allí se le brinden las condiciones de refugio que supuestamente debe ofrecer el país de acogida. "Pero esta idea, al menos en Guatemala, no tiene ninguna posibilidad de prosperar", aseguró Solares a Sputnik.
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La intención de EEUU de que esta nación se convierta en un 'tercer país seguro' para solicitantes de asilo de Honduras y El Salvador resulta algo descabellado para un país sin recursos, que junto a México es el segundo gran corredor de migrantes hacia EEUU.
"Ahora pretenden utilizar estos países como embudo para frenar ese flujo migratorio antes de que llegue a EEUU, pero en los últimos siete meses, unas 370.000 personas provenientes de estos tres países se han entregado voluntariamente a la guardia fronteriza de los EEUU, y han solicitado asilo. La mitad son guatemaltecos", comentó el analista.
Por tanto, se espera que eventualmente más de 150.000 guatemaltecos sean devueltos a su país de origen juntos con otros miles de migrantes para esperar los resultados de la solicitud.
"Todos sabemos que el país no tiene capacidad para atender ni siquiera su enorme población, y lo que se anticipa es que estas personas emprendan nuevamente el viaje, sin entregarse a las autoridades, por caminos más peligrosos que ponen en riesgo sus vidas", aseguró el experto.
Por ello, Solares considera que esta política de la Casa Blanca tiene más un efecto mediático, "que llegará ciertamente a los oídos de los votantes del presidente Trump pero que en la práctica no tendrán un gran impacto en detener el flujo migratorio".
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Según medios guatemaltecos, el ministro de Gobierno Enrique Degenhart reconoció que el país no tiene recursos ni un plan que establezca dónde podrían ubicarse los potenciales solicitantes de asilo, tampoco cómo será la ayuda de EEUU.
También Solares reconoció que Guatemala está siendo sentenciada a convertirse en país seguro cuando no tiene los recursos necesarios para hacer efectivo el freno de ese flujo migratorio, "ni aunque se lo propusiera".
"No obstante, existe una gran preocupación porque el Gobierno guatemalteco puede ceder a las presiones de EEUU, antes de velar por los intereses de los ciudadanos", concluyó el experto.
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