Ir al contenido principal

El Salvador es un país de enfermos mentales

El Salvador es un país de enfermos mentales

Laura Arévalo

La afirmación que presenta este artículo es, de entrada, chocante y puede resultar hasta ofensivo. Pero en un país con salud mental precaria y un presupuesto que apenas puede llamarse así, lo insultante debería de ser que no nos estemos ni siquiera preguntando –y mucho menos preocupando– por nuestro bienestar mental individual.
Cuando voy a centros a escolares a dar charlas suelo preguntar: ¿Y ustedes qué entienden ustedes por salud mental? Las respuestas siempre son variadas, pero pocas veces completas o acertadas. El ser humano ha avanzado mucho en tecnología y avances científicos, sin embargo, aún desconocemos mucho sobre nuestro cerebro.
Si yo le preguntara a usted, lector, cómo está su salud, le aseguro que lo primero que se le viene a la mente es su salud física. Es la respuesta natural, ya que como sociedad llevamos siglos estudiando nuestro cuerpo a través de la medicina, biología, anatomía, fisiología, etc., y hemos tratado a la mente como un órgano separado, igual de abstracto como el concepto del alma. El mejor concepto de salud lo recoge la Organización Mundial de la Salud, que la define como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.
Las enfermedades físicas son inherentes al hombre y han estado en toda nuestra historia; lo mismo las enfermedades mentales, existen referencias escritas de estas en el antiguo Egipto y otras civilizaciones. Es probable, sin embargo, que la separación de la existencia cuerpo-mente que René Descartes propuso en el siglo XVII haya retrasado el estudio del funcionamiento del cerebro respecto de los demás órganos del cuerpo, provocando que la sociedad siga asociando los conceptos de mente y alma como sinónimos. En consecuencia, seguimos viendo la salud mental como algo intangible y misterioso.
Ahora bien, ¿cómo se califica el bienestar mental?, ¿qué factores evaluar? ¿O es que acaso por no considerarse “loco” se considera usted sano? Respecto a la salud mental, la OMS  apunta que es un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.
Si buscamos la definición de loco en el diccionario de la RAE, encontraremos 12 significados diferentes del mismo adjetivo y en ninguno encontraremos “dicho de una persona con enfermedad mental”.  De hecho, de entre ellos yo me siento identificada con dos: tengo una suerte loca y estoy loca de amor por mi pareja. Por lo tanto, no sería equivocado decir que estoy loca, y ¡a mucha honra! Pero esa es una medición equivocada de la salud mental. La evaluación individual debería contener preguntas como las siguientes: ¿soy consciente de todas mis capacidades? ¿Podría decir que siento bienestar? ¿Soy capaz de afrontar las tensiones normales de la vida (resiliencia)? ¿Puedo trabajar de forma productiva y fructífera? ¿Puedo aportar a mi comunidad?
Medirnos individualmente es un ejercicio necesario de introspección que deberíamos hacer a diario. Lo mismo para cada país. Es por ello que en el área de salud pública existe una relación de factores que permiten medir la carga de las enfermedades a nivel global, a través del índice de años de vida ajustados por discapacidad o AVAD, expresado como el número de años perdidos debido a enfermedad, discapacidad o muerte prematura. Es decir, que es posible medir cuánta vida sana pierde un país. Según la reconocida economista salvadoreña, Ivette Contreras, en 2016, “al dejar sin tratamiento a estas enfermedades, El Salvador perdió 2.48 % de su PIB total. Esto representa 537 millones de dólares o el equivalente a la construcción de 13 hospitales nacionales de la mujer”.
La medición anterior debería ser motivo suficiente para darnos una idea de que nuestra salud mental como nación deja mucho que desear. Aparte de reducir los años de vida, la falta de bienestar mental puede tener consecuencias fatales como la muerte. La organización Mundial de la Salud registra, anualmente, 800 000 suicidios en todo el mundo, de los cuales, el 90 % de las personas adolecían una patología mental, entre ellas depresión mayor y adicciones a las drogas y el alcohol. Cada 40 segundos, alguien, en alguna parte del mundo, pierde la batalla ante una enfermedad mental. El Salvador encabeza los listados a nivel mundial y en 2016 fuimos el tercer país de Latinoamérica con la tasa más alta de suicidios.
El tema de seguridad es sin duda uno de los factores clave para determinar el bienestar mental de El Salvador. Así lo demuestra un estudio realizado por la Universidad Tecnológica de El Salvador, que pretendía determinar si existe relación entre la violencia delincuencial con la salud mental en los salvadoreños. De una muestra total de 1 143 personas, el 71 % declaró que el contexto de violencia social y delincuencia afectaba su estabilidad emocional y mental, 76 % consideró que la violencia les producía ansiedad y estrés, 85% dijo presentar problemas de nerviosismo e inseguridad como consecuencia, y 66 % reportó alteraciones del sueño como producto de la violencia social.
Con cifras como estas, cualquiera creería que, como consecuencia lógica, en nuestro país se está tratando como una de las principales prioridades este problema de salud pública. Sin embargo, las cifras nos indican lo contrario, ya que según la OMS El Salvador únicamente destina el 1.1 % de su presupuesto a este rubro, pese a la recomendación de la misma organización de que se destine entre el 5 y 15 %". Ese escaso 1.1 % se destina casi en su totalidad a los hospitales psiquiátricos y a esto hay que sumarle que, de acuerdo con el Ministerio de Salud (Minsal, 2017), el sector gubernamental cuenta únicamente con 66 profesionales para esa área. No se necesita ser matemáticos o economistas para darnos cuenta de que, con las cifras expuestas, el Estado no da abasto.
La salud mental en nuestro país es precaria y, si bien no podemos cambiar esta realidad por nuestra cuenta, podemos tomar medidas para cambiar nuestra realidad y la de las personas cercanas a nuestro entorno. Leer completo este artículo es un primer paso. Mi finalidad es que cambiemos el rumbo de la historia y demos el ejemplo en el resto del mundo y que seamos el primer país en eliminar por completo el estigma y el prejuicio que históricamente ha rodeado y que sigue rodeando a las enfermedades mentales. Nuestras cifras de ansiedad y depresión son preocupantes y si no hablamos del tema, prevenimos y eliminamos el tabú, las cifras seguirán aumentando año con año.
Laura Arévalo es empresaria social y presidenta de Fundación Continúa. Licenciada en Economía y Negocios, amante del márketing y la escritura. Padece de fibromialgia, condición que hizo cambiar el propósito su vida, y ahora se dedica a concienciar, reducir el estigma y educar sobre el estrés, la ansiedad, la depresión y el burnout.
Laura Arévalo es empresaria social y presidenta de Fundación Continúa. Licenciada en Economía y Negocios, amante del márketing y la escritura. Padece de fibromialgia, condición que hizo cambiar el propósito su vida, y ahora se dedica a concienciar, reducir el estigma y educar sobre el estrés, la ansiedad, la depresión y el burnout
R

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Las poderosas imágenes de la sangrienta guerra civil que terminó hace 25 años en El Salvador

  Las poderosas imágenes de la sangrienta guerra civil que terminó hace 25 años en El Salvador Fotos: Giuseppe Dezza Textos: BBC Mundo 16 enero 2017 FUENTE DE LA IMAGEN, GIUSEPPE DEZZA Pie de foto, El Salvador pasó en guerra toda la década de 1980. Pero el 16 de enero de 1992 se firmó la paz. Nunca fue oficialmente declarada, pero la guerra civil de El Salvador se prolongó durante más de una década. El conflicto empezó el 10 de enero de 1981, cuando el recién formado  Frente Farabundo Martí para  la  Liberación Nacional (FMLN)  anunció el inicio de su "ofensiva general". Y se prolongó oficialmente hasta el 16 de enero de 1992, cuando se firmaron los llamados  "Acuerdos de Chapultepec" , en la Ciudad de México. BBC Mundo te invita a recordar la firma de esos históricos acuerdos, y los eventos que le precedieron, con esta galería del  fotógrafo italiano Giuseppe Dezza. FUENTE DE LA IMAGEN, GIUSEPPE DEZZA Pie de foto, El conflicto dejó más de 75.000 muertos y desaparec

Vivo orgullosa y agradecida de haberme formado como médico en Cuba

  Respuesta de una médico peruana ante ataque contra Cuba Vivo orgullosa y agradecida de haberme formado como médico en Cuba Por  Edali Ortega Miranda  |  07/05/2021  |  América Latina y Caribe Fuentes:  Diario UNO La autora de este artículo expone su posición ante un panel con insultos a Cuba (Av. República de Panamá-Perú) que forma parte de la campaña de paneles publicitarios contra el comunismo que supuestamente amenaza al Perú mediante el candidato Pedro Castillo. *** No voy a detenerme en la compleja situación de un país (Cuba) que amo profundamente, pues tiene muchas, muchísimas aristas y cada una de ellas merece ser evaluada y escuchada, pero sobre todo juzgada y manejada por su gente, no por personas de otras regiones que no tienen la menor noción de lo que es Cuba y sobre todo de lo que son los cubanos. Sí voy a referirme a lo que nos toca a nosotros, a Perú, un país en franca crisis moral, política, social, económica y ni qué decir sanitaria, con un reporte oficial al día de

Chile: buscando el orden de la casa antes que llegue Trump

Chile: buscando el orden de la casa antes que llegue Trump Luciana Ghiotto Facebook Opinión 22/10/2019 Foto: Telesur - A + A Los acontecimientos de Chile de estos últimos tres días han generado sorpresa, tanto en el país como en la región. La protesta de carácter nacional no tiene dirigencias evidentes, ni delegados o voceros. Una protesta que no puede ser controlada es, desde la óptica del gobierno, más peligrosa que una huelga general o una movilización llamada por organizaciones sociales previamente reconocidas. Aquí no hay cabezas, sino puro hartazgo. La respuesta del gobierno fue volver a la imagen del 11 de septiembre de 1973, como si nunca nos hubiésemos despertado de ese día: con el toque de queda y el despliegue de los militares en las calles se avivaron los peores recuerdos de todo el Cono Sur. En las últimas 48 horas las fuerzas armadas actuaron en algunas ciudades con una notoria violencia,