Recientemente, el congresista demócrata James McGovern publicó un artículo sobre la realidad centroamericana y los negativos efectos de la política estadounidense hacia la región. El título del artículo sirve de introducción al mismo y pone en alerta sobre su contenido: “La intervención estadounidense ayudó a desestabilizar Centroamérica”, a lo que el autor añade a modo de subtítulo que su país tiene la obligación moral de ayudar a aquellos que huyen de las condiciones creadas por sus decisiones de política exterior. De este modo, McGovern no deja dudas de su oposición a la política migratoria de Donald Trump y su rechazo a los inhumanos comentarios del mandatario sobre los migrantes del istmo.
Jim McGovern hace sus afirmaciones con base en su larga experiencia y profundo conocimiento de la región, especialmente de El Salvador, Honduras y Guatemala. Consciente de la ignorancia estadounidense sobre la realidad centroamericana, afirma: “Demasiado a menudo, nuestro debate sobre la inmigración en este país tiene lugar en un vacío, alejado de la violencia y la pobreza que con demasiada frecuencia se han exacerbado por la propia historia de intervención y desestabilización de Estados Unidos en Centroamérica”. El conocimiento del congresista sobre El Salvador es de campo: “Mi primera visita a El Salvador fue a principios de la década de 1980. Mientras estaba allí, vi de primera mano cómo el gobierno de los Estados Unidos apoyaba la brutalidad del gobierno y el ejército salvadoreño hacia su propio pueblo. Descubrí que éramos apologistas de un ejército que masacró a mil personas, incluyendo decenas de niños, en un pueblo llamado El Mozote y alrededores.”
La posición del demócrata, pues, no surge desde una reflexión en su oficina en el Capitolio, sino del encuentro con la gente. Por eso dice lo siguiente: “Estoy viajando una vez más a Centroamérica para ver y escuchar de primera mano las realidades diarias que conducen a las familias hacia el norte. Quiero arrojar una luz brillante sobre la necesidad de que ayudemos a reconstruir y reinvertir en estas naciones”. Y no son solo palabras: McGovern y los congresistas, hombres y mujeres, que lo acompañaron en su última visita a Centroamérica mostraron un profundo respeto hacia la gente y una actitud de solidaridad hacia la crisis que actualmente padece la región. Jim McGovern y sus compañeros congresistas apuestan por ayudar al istmo a superar sus problemas, conscientes de que la política exterior estadounidense ha contribuido por largos años a sostener gobiernos ilegítimos, autoritarios y antidemocráticos, violadores de los derechos humanos y corruptos, lo que ha generado una deuda moral de Estados Unidos.
Es poco común encontrar en un congresista estadounidense una posición tan crítica y clara sobre la política exterior de su país. Y ello cobra especial relevancia en el caso de una persona íntegra y de gran altura moral como Jim McGovern, que destaca por su férreo y largo compromiso con la defensa de los derechos humanos. La cualificada opinión de McGovern contrasta con muchas de las afirmaciones de los políticos salvadoreños, que han vivido adulando a Estados Unidos y aplaudiendo todas sus acciones, aun cuando estas han tenido nefastas consecuencias para la vida en El Salvador. Reconocer la verdad y la responsabilidad estadounidense en la problemática regional es fundamental para no seguir cometiendo los mismos errores y corregir el rumbo. Por desgracia, la administración de Trump es incapaz de ello. A diferencia de McGovern, al mandatario le tienen sin cuidado la verdad y la decencia. Los políticos salvadoreños no deberían imitar a Trump.
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