La otra pandemia
Esta pandemia viral levantó los techos a las sociedades posmodernas. Ahora se ven mejor las fallas, los afeites, la hipocresía de los discursos neoliberales. ¡Qué entretenido andaba el mundo con tanta chatarra enlatada en la mentira!
No hay medicina para los pobres, ni cementerios para los que se van sin pagar la renta a los dueños de un pedazo de tierra. Es que algunos no tienen un poquito de dinero para guardar el silencio de unos huesos muertos. ¡Qué enferma anda la «democracia»!
A España y a Italia, la casa común de Europa pareciera no poder cobijarlas en medio de tan desafiante drama. Un imperio aprovecha la pandemia para apretar el cuello de países sancionados, y en este río revuelto quieren ganar los agresores. Algunos creen posible salvarse solos, porque el egoísmo es otro virus que no permite sentir el dolor de humanidad. ¡Qué mal se ven ciertas libertades cuando es el dinero quien expresa todo su poder!
Nada pueden hacer las armas nucleares, ni los portaaviones, ni las alambradas, ni los muros para detener este inesperado coronavirus que ha puesto en jaque a la vida. Después de todo esto, el mundo será mejor o peor, pero nunca más será el mismo. ¡Es hora de despertar!
Vendrán el hambre patas arriba, el desempleo, las masivas quiebras. Había ya una crisis civilizatoria advertida por los pensadores, a quienes los poderosos no les daban en los medios grandes titulares. ¿Hasta cuándo podrán, los bancos y el engaño, frotarse las manos?
El millonario Presidente había dicho que no era nada, que pronto todo estaría bien. ¿No es eso lo que dice, además, sobre el cambio climático, todo bien? Para 2030, debe reducirse un 45 % de los gases con efecto invernadero, y para 2050 el 100 %. ¿En qué casa nos protegeremos cuando arda de calor el hogar del hombre?
Hay otras pandemias en esta historia, pero la peor de todas pasa por la disyuntiva entre el capital transnacional, que quiere más ganancias, y la vida humana.
Ya el viejo Carlos Marx lo advertía en una nota al final del capítulo xxiv del primer tomo de su obra mayor: «El capital tiene horror a la ausencia de ganancia o a la ganancia demasiado pequeña, como la naturaleza tiene horror al vacío. Conforme aumenta la ganancia, el capital se envalentona. Asegúresele un 10 por 100 y acudirá adonde sea; un 20 por 100, y se sentirá ya animado; con un 50 por 100, positivamente temerario; al 100 por 100, es capaz de saltar por encima de todas las leyes humanas; el 300 por 100, y no hay crimen a que no se arriesgue, aunque arrostre el patíbulo».
El futuro inmediato está lleno de incertidumbres. No es buena idea dejar de luchar. Saltar por encima de todas las leyes humanas hasta llegar al crimen, o respetar la vida del hombre sobre la Tierra: ¡Ahora es esa la cuestión!
Como diría el poeta: todo no está perdido si cada uno viene a ofrecer su corazón.
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