Click, y la pobreza se desborda identificando el hambre, la miseria humana
Por: Róger Hernán Gutiérrez*/
La cuarentena en el mejor de los casos se rompió, las directrices se fueron al basurero, y la gente salió a ocupar el sitio en la cola de las entidades bancarias, talvez sólo con la mascarilla, que a estas alturas no se tiene claro su uso permanente y si es para todos y todas o sólo para la persona que se encuentra afectado por un resfriado o gripe—no se sabe—en algunos sitios es hasta prohibido accesar a una determinada compra si no la usa, a estas alturas quienes las venden y las hacen de fábrica u otras hechizas (artesanales) se han proliferado hasta escasear y poner en peligro a quien realmente la estaría necesitando.
Se anunciaron los famosos 300 dólares, y la página web se saturó en escasos minutos, todos se sentían con derecho a ser sujetos del beneficio—a pesar que los requisitos se plantearon—y cada quien sabrá si los cumple o no—el asunto veámoslo desde ese grupo poblacional que no tiene el poder adquisitivo para sacar el DUI, y con ello está completamente fuera de la existencia social en que vivimos—cuántas veces se le ha sugerido sacarlo en cuanta campaña electorera se plantea—como tal, ya tiene decidido que no es de importancia disponer del documento, y más para el ejercicio del sufragio, qué pasa ahora en la presente situación, ojalá no sean demasiados los que viven en esas condiciones de total exclusión social.
Se rompió la cadena de la cuarentena por lo más delgado, la necesidad de poder adquisitivo, de dinero no tan maldito, el lineamiento institucional fue claro, pero comienzan a generarse dudas de lo que se dijo o cómo se dijo, en momentos angustiosos y de emergencia nacional parece “sano” confundir las cosas; y creer que el derecho lo tengo y deben darme el beneficio a cómo de lugar.
El punto es que no sólo se saturaron las vías virtuales, sino las vías físicas, pues los primeros 100,000 por decir un número, se abocaron de manera intempestiva hacia salidas de la comunidad, uso del transporte, entidades bancarias, CENADE para hacer la cola de los primeros y tener el beneficio social gubernamental, y muy probablemente ya no era la persona asignada para salir a comprar “lo necesario” en el supuesto orden establecido.
Se dicen muchas cosas que no se saben con certeza, gente llevada por la policía, ante denuncia de sospechar que tiene el virus—los derechos humanos completamente inútiles, sin protocolos de actuación efectivos—parece ser que ya se olvidaron de su esencia, durante la guerra jugaron un papel de suma importancia, y no importaba que los cuerpos de inseguridad, negaran, prohibieran o justificaran la detención; se sabía que todo eso era falso y al régimen se le combatía en todo lo largo y ancho del país, hasta dar con el paradero y evitar que lo desaparecieran. En nuestros casos supuestamente la violación de derechos humanos están completamente justificados por una amenaza invisible que acecha impunemente como el régimen represivo de aquel entonces.
Se dicen muchas cosas que no se saben con certeza, gente llevada por la policía, ante denuncia de sospechar que tiene el virus—los derechos humanos completamente inútiles, sin protocolos de actuación efectivos—parece ser que ya se olvidaron de su esencia, durante la guerra jugaron un papel de suma importancia, y no importaba que los cuerpos de inseguridad, negaran, prohibieran o justificaran la detención; se sabía que todo eso era falso y al régimen se le combatía en todo lo largo y ancho del país, hasta dar con el paradero y evitar que lo desaparecieran. En nuestros casos supuestamente la violación de derechos humanos están completamente justificados por una amenaza invisible que acecha impunemente como el régimen represivo de aquel entonces.
Hay comercios con rótulos específicos de no poder ingresar a comprar sin mascarilla, los grupos encargados de controlar a la gente, pasan advirtiendo a los dueños de la tienda de que será sancionado si lo permite, en esto hay excesos como la denuncia de impedir a personas que aparentan edad mayor que compren en determinado lugar lo que necesitan, ahora ya no sólo el asunto de que son los más susceptibles de ser contagiados, sino se suma el estigma de que por ser adulto mayor de seguro ya está contagiado.
Es de reflexión ver las colas de gente, cual si fuera por un empleo, esperando diligenciar el beneficio en el tiempo más corto posible—ahora son más importantes las personas trabajadoras del sistema bancario, de las oficinas del cenade, y de otras oficinas gubernamentales para ir sacando las listas y dando el dato correcto—hoy quizás son más necesarios que los de la salud—el dinero adquiere una fuerza increíble, que hasta el miedo a ser contaminado se supera para enfrentar la necesidad del hambre, de la miseria humana—para obtener el beneficio económico correspondiente.
La base de datos utilizada no fue la mejor, y tiene errores humanos de los que algunos probablemente se han aprovechado, luego tenemos los que no tienen claro acceso a una entidad bancaria, a veces ayuda trabajar primero los que no pueden tener el derecho y así sucesivamente ir excluyendo hasta alcanzar un número más concreto de quienes realmente son a los que debería llegar la ayuda económica. Un click, fue suficiente para demostrar la miseria humana y la pobreza en que viven muchos salvadoreños.
*Sindicalista salvadoreño
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