Amigos, leer es bueno para nuestra salud mental, el Periodista Rolando Monterrosa ha publicado en su muro, un artículo que nos ayudará a comprender el tema de nuestra GATA ANGORA¡!
¡HOLA AMIGOS, aquí les dejo un divertimento --- pieza literaria corta e intrascendente---, que se puede leer de una sentada y sin mascarilla, para entretener sus obligados ocios!
PRO GATA ANGORA (Fabulilla)
Por Rolando Rolando Monterrosa
Cicerón (1), el célebre político, filósofo y orador romano, circa 60 a.C. escribió una defensa del poeta Arquías. Este era acusado de no ser ciudadano romano, pretensión de extranjero que vivía cómo ilegal en la Ciudad de las Siete Colinas y deseaba, como lo saben muchos indocumentados, alcanzar su romanización para gozar de los privilegios que esta calidad daba a los nacidos dentro de los confines del Imperio. Cicerón tituló su defensa de Arquías: “Pro Archia Poeta”; “Archia” o Arquías; en Latín Culto la “che” se pronuncia “q”, por lo que suena “Arquia”.
Vaya lo anterior como justificación de la defensa o “Pro Gata Angora”, que ahora nos ocupa –-porque en algo debemos ocuparnos durante el arresto domiciliario, impuesto “ad ovum y manu militari”, para no perder el juicio--- y, decimos, que la imagen y el honor de la Gata Angora, han sido de manera soez, más bien repugnantemente obscena, mancillados, con el agravante de tratarse de un ilícito cometido de manera pública, con el concurso de medios impresos, virtuales y electrónicos.
Empecemos por decir que la tal Gata, no es ni por asomo salvadoreña ni creo que, asaz de maltratada, tenga interés alguno en serlo.
Su origen se encuentra en Angora, nombre castellanizado de Ankara, capital de Turquía, por lo que, ¡Ah ironía!, se trata de una Gata turca, gentilicio que, por mucho tiempo, se atribuyó, por error, a originarios del Oriente Cercano y a descendientes de estos. Turco, sin embargo, es el gentilicio que con propiedad y respeto, se aplica a los nativos de la Península de Anatolia, asiento de gran parte de Turquía. (Consulten “Google maps”, o lean “Kerabán el Testarudo”, de Julio Verne, quienes quieran saber dónde queda).
Como curiosidad se debe agregar que la nominación de origen, Angora, no es privativa de los gatos de ese lugar, porque también hay allí, conejos de Angora y cabras de Angora que se caracterizan por lucir una pelambre larga, brillante y sedosa de la que se fabrican hermosos paños (mohair) de costosa manufactura.
Pero volviendo a nuestra Gata Angora, muy resentida debe estar la pobre por ser vilipendiada y ridiculizada como felino que, durante el acto amatorio, al verse acometida por el flujo, “chilla” y, en el reflujo, “llora”.
Esto es si hemos de aceptar la decorosa comparación de tal proceso con el flujo de la marea penetrante o pleamar, y el reflujo, la bajamar o salida de la marea. Nada más alejado de la verdad, pues según se colige de la desmesura y estrépito de los gatos, cuando hacen el amor en los tejados, no hay gato, por “cul” que sea, que encuentre a una gata sumisa, tolerante y pasiva que admita, por mucho tiempo, la autocracia, las explosiones de carácter, los caprichos, los arrogantes actos de ningún macho que pretenda poseerla.
La moraleja de esta fabulilla, es que las gatas, como en el caso de los pueblos, no claudican fácilmente, sino que presentan feroz batalla en la que más de un “misho o micho milenial”, es decir cualquier gato nacido después de los 80, puede terminar muy estropeado.
Periodista
(1) NOTA A PROPÓSITO DE CICERÓN: Para información adicional de mis lectores, si es que llegaron hasta aquí, el orador y político es también autor de los famosos discursos “catilinarias”, dirigidas contra Catilina, un ambicioso, aunque torpe, conspirador que quería incendiar al senado y hacerse con el poder absoluto en Roma, mediante un golpe de Estado.
(1) NOTA A PROPÓSITO DE CICERÓN: Para información adicional de mis lectores, si es que llegaron hasta aquí, el orador y político es también autor de los famosos discursos “catilinarias”, dirigidas contra Catilina, un ambicioso, aunque torpe, conspirador que quería incendiar al senado y hacerse con el poder absoluto en Roma, mediante un golpe de Estado.
Son muy conocidas las siete preguntas de Cicerón, en sus catilinarias, entre ellas: “¿Hasta cuando abusarás, Catilina, de nuestra paciencia?” “¿Hasta cuándo esta locura tuya seguirá riéndose de nosotros?”
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