Los cristianos ortodoxos celebran la Pascua el 8 de abril. Desde hace casi 2.000 años consideran este día el día de la resurrección de Jesucristo. Otros, lo consideran todo parte de una alucinación masiva. Pero todos recurren a las fuentes históricas. Sputnik trata de aclarar los datos de los historiadores sobre la vida y la muerte de Jesucristo.
Resulta increíble, pero los primeros que dudaron de que Jesús había resucitado fueron sus propios apóstoles. Según el Evangelio, quienes vieron por primera a Jesús vivo, tras su muerte, fueron las Tres Marías, llamadas también Santas Marías o mirófonas por los ortodoxos. Estas estuvieron presentes en el entierro y fueron quienes hallaron vacía la tumba del Mesías y, a este, de pie. Las mujeres fueron corriendo a anunciar el milagro. "No se lo creyeron", se limita a constatar Marcos el evangelista.
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¿Cuál es la evidencia histórica de que Jesucristo vivió y murió?
De la muerte y resurrección de Cristo, aparte de los propios autores cristianos, también tienen mucho que decir los romanos y los judíos. En los círculos científicos, sus testimonios se consideran más fiables.
Por ejemplo, el historiador romano del siglo I Cornelio Tácito, en su obra final, 'Anales', señala que el emperador Nerón culpó a los seguidores de Cristo del Gran Incendio de Roma. La causa exacta del incendio, que devoró gran parte de la ciudad, sigue siendo incierta, pero la población de Roma sospechaba que el propio emperador provocó el fuego. Razón por la que decidió culpar y perseguir a los cristianos.
"En consecuencia, para deshacerse de los rumores, Nerón culpó e infligió las torturas más exquisitas a una clase odiada por sus abominaciones, quienes eran llamados cristianos por el populacho. Cristo (…) sufrió la pena máxima durante el reinado de Tiberio a manos de uno de nuestros procuradores, Poncio Pilato, y la superstición muy maliciosa, de este modo sofocada por el momento, de nuevo estalló (…) en Judea [e incluso] en Roma", escribe Tácito.
Los historiadores romanos Thallus, Suetonio y Plinio el Joven también procuraron documentar los eventos que acaecían entonces. Sin embargo, se consideran las obras del historiador del siglo I, el judío fariseo Tito Flavio Josefo, las más importantes.
"Y cuando Pilatos, frente a la denuncia de aquellos que son los principales entre nosotros, lo había condenado a la Cruz, aquellos que lo habían amado primero no le abandonaron ya que se les apareció vivo nuevamente al tercer día, habiendo los santos profetas predicho esto y otras mil maravillas sobre Él. Y la tribu de los cristianos, llamados así por Él, no ha cesado de crecer hasta este día", escribe Flavio en su obra 'Antigüedades judías'.
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Ciertamente, según los lingüistas el fragmento no fue retocado por los líderes de la Iglesia, una práctica del todo habitual y frecuente en los primeros siglos del cristianismo.
"El fragmento de Flavio en su versión árabe es bastante realista (…) En la versión griega es evidente que se añadieron cosas", señala Iliá Veviurko, profesor de la Facultad de Filosofía de la Universidad Estatal de Moscú.
La ciencia no tiene dudas
Si tanto judíos como romanos consideraban a los seguidores de Jesucristo parte de una de las muchas sectas de entonces, ¿por qué en sus escritos se interesaron tanto por ellos?
"La venida de Cristo no tuvo lugar en un momento cualquiera: todo el mundo civilizado (como se entendió, literalmente, en aquel entonces) estaba unido bajo un gran Estado, el Imperio romano. Además, Cristo llega en un momento en el que el pueblo judío se considera a sí mismo elegido por Dios. De ahí que tengamos pruebas de los orígenes romano y judío", explica a Sputnik el historiador y sacerdote cristiano Pilip Iliáshenko.
El mero hecho de que los historiadores prestaran atención muestra que el surgimiento del cristianismo "fue un evento extraordinario". "En una parte muy pequeña del imperio, estaba sucediendo algo que parecía insignificante. Pero las ideas de Jesucristo después de su muerte se mantienen y se extienden". "Parece que no está, pero no se olvida, su palabra es estruendosa y se despliega en todas partes", señala a Sputnik el historiador.
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