El príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman, pasó más de dos semanas de visita en EEUU. Formalmente, para conmemorar el 75 aniversario de relaciones diplomáticas entre los dos países. De facto, ha puesto a la Administración Trump en jaque respecto al programa nuclear iraní, escribió para Sputnik el analista político Guevorg Mirzayán.
A pesar de sus riquezas, los reinos árabes liderados por los saudíes no han logrado contener a los persas: no en Siria, donde con ayuda de las fuerzas iraníes y la aviación rusa los grupos prosaudíes no lograron hacerse con el poder; no en Irak, donde la República Islámica ganó influencia haciendo el mayor aporte en la lucha contra el Estado Islámico; no en Catar, donde el bloqueo organizado por las monarquías árabes, lejos de separarlos de los iraníes, los han acercado aún más; tampoco lo han logrado en Yemen, donde el ejército saudí se ha visto empantanado en una interminable guerra con los rebeldes hutíes, apoyados por Teherán.
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La República Islámica, por su parte, parece no pensar detener la expansión de su influencia. Irán está saliendo de su aislamiento internacional y de hecho se está convirtiendo en un líder regional. Después de todo, es precisamente Irán, y no Arabia Saudí, el que junto a Rusia y Turquía está involucrado en la construcción de una nueva Siria. Los saudíes no estarán representados en la próxima reunión trilateral quetendrá lugar el próximo 4 de abril.
Riad no parece encontrar otro aliado, además de Washington, para detener a Teherán. Las empresas europeas hacen lo posible para adelantarse a los chinos y ocupar el mercado de 70 millones de personas que constituye Irán. Turquía, un país mayoritariamente suní, al igual que los saudíes, ahora es más bien un socio de Teherán que de Riad, sobre todo en lo que respecta al problema kurdo y Catar.
No obstante, EEUU, o mejor dicho, Donald Trump, no parece tener mucho interés en iniciar un conflicto bélico con Irán, tal y como se ha hecho anteriormente con Irak y Afganistán. Es por eso que el príncipe heredero de Arabia Saudí intenta 'estimular' al país norteamericano con una especie de 'chantaje nuclear'.
En su entrevista a la cadena CBS, Mohamed bin Salman dijo que si Irán obtiene las tecnologías nucleares, el reino saudí "hará lo mismo tan pronto como sea posible". ¿Podría Arabia Saudí —no el país más avanzado científica y tecnológicamente— obtener su propio átomo? Probablemente sí. Después de todo, fue el reino quien financió el proceso de obtención de armas nucleares por la única potencia islámica: Pakistán. Eso significa que los saudíes podrían hacer uso de los contactos establecidos para obtener no solo los esquemas y tecnologías, sino directamente ojivas enteras.
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Mohamed bin Salman ya anunció la construcción de 10 plantas de energía nuclear y dijo que su país desea recibir la tecnología apropiada de EEUU. Los estadounidenses, por supuesto, no desean entregar dichas tecnologías a una monarquía que abiertamente sigue la ideología fundamentalista del wahabismo y que es la patria de figuras como Bin Laden. No obstante, si Washington no se decide a ayudar al reino, entonces Riad podría recurrir a otros proveedores.
El ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, Adel Jubair, ya ha insinuado que se están realizando conversaciones preliminares con una decena de países, incluida Rusia, y que han llegado más a fondo con China. Es así como a Washington no le queda otra opción: o continúa promoviendo la cancelación del acuerdo nuclear con Irán y profundiza su desacuerdo con Europa al respecto, o se busca que Arabia Saudí también desarrolle su propio programa atómico, con o sin EEUU.
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